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«Fuga en Dannemora»: La libertad cuesta más que un túnel

La primera serie dirigida por el polifacético Ben Stiller recrea una de las evasiones más notorias de la historia reciente de Estados Unidos

A la izda., Benicio del Toro como Richard Matt, y Paul Dano en el papel de David Sweat / Movistar +
A la izda., Benicio del Toro como Richard Matt, y Paul Dano en el papel de David Sweat / Movistar +larazon

La primera serie dirigida por el polifacético Ben Stiller recrea una de las evasiones más notorias de la historia reciente de Estados Unidos.

Ala prisión de máxima seguridad de Clinton (Nueva York) se la conoce como Pequeña Siberia, y con motivo. Situada en Dannemora, un pueblo pequeño y depauperado a 30 kilómetros de la frontera con Canadá, es famosa por el clima gélido, el racismo institucional, la violencia rampante y las altas tasas de suicidios. No es de extrañar, pues, que Clinton fuera escenario de una de las más épicas evasiones de la historia penitenciaria moderna de Estados Unidos cuando, en junio de 2015, Richard Matt y David Sweat escaparon de sus instalaciones a través de un túnel. La historia acaparó titulares también por otros morbosos motivos: ambos reclusos mantenían relaciones sexuales con una empleada de la cárcel, Tilly Mitchell, que además los ayudó a escapar.

Tilly, en realidad, es tan protagonista como los convictos o más de «Fuga en Dannemora», que se ha estrenado en Movistar+. Porque, más que de la huida de un correccional, la nueva miniserie es la historia de varias personas desesperadas por salir de sus respectivas jaulas. Eso la convierte en un cambio de tercio para Ben Stiller, que hasta ahora había centrado su tarea de director en el ámbito de la comedia –a través de títulos como «Tropic Thunder» (2008) y la saga «Zoolander»– y aquí toma inspiración estilística de thrillers de los 70 como «Fuga de Alcatraz» (1979) o «Pelham 1.2.3.» (1974).

Los primeros cinco episodios funcionan a modo de introducción y nos sumergen tanto en la vida en Dannemora dentro y fuera de la cárcel como en las retorcidas mentalidades que los personajes van revelando mientras planean la evasión a lo largo de varios meses. El sexto es un intrépido «flashback» que explica cómo todos ellos recalaron en la prisión, y el último recrea los 23 días de caza a los fugitivos que tuvieron a Estados Unidos en vilo en el verano de 2015.

Miserable día a día

En general, Stiller muestra más interés en las psicologías del trío protagonista que en sus acciones. Matt es un sociópata que no teme a nadie, no tanto por su coraje como por su total desprecio por la vida humana y, encarnándolo, Benicio del Toro hace gala de su capacidad única para derrochar a la vez amenaza y carisma. En la piel de Sweat, Paul Dano es un joven callado e inteligente; podría haber sido un triunfador si las cosas no le hubieran ido tan mal y su temperamento no fuera tan violento. Y Tilly es una mujer increíblemente egoísta y manipuladora cuya desesperación por cambiar de vida la lleva a tomar decisiones muy estúpidas. Patricia Arquette, que engordó casi 20 kilos para la ocasión y pasa la mayor parte de su tiempo con cara de estar chupando un limón, deslumbra dando vida a la que quizá sea la «femme fatale» más improbable de la historia de la televisión.

Stiller puntúa el relato de puntuales subidones de adrenalina, pero en general lo mantiene a un ritmo tan pausado que de forma inevitable, especialmente considerando lo cercano que el foco permanece al trío protagonista, al ver la serie habrá quien se pregunte si realmente eran necesarias ocho horas de metraje. Asimismo, de otro modo no resultaría tan efectiva transmitiendo tanto el paso de todos los meses de preparación que la evasión de Clinton requirió como, sobre todo, el tedio consustancial a la vida privada de libertad y el daño psicológico que inflige sobre quienes la sufren, ya sea entre rejas o atrapados en un asco de vida y un matrimonio ruinoso. Al final, decimos, lo que une férreamente a los pobres diablos que transitan por este drama es que, en un momento dado, miraron a su alrededor y decidieron que merecían más y que ningún riesgo era lo suficientemente alto con el fin de lograrlo.