Televisión
Querido «hater» de «Operación Triunfo», hay algo que tiene que saber
Querido “hater” de Operación Triunfo, hay algo que tiene que saber. Hace justo siete días se relataron los motivos por los que usted no debería ver más este concurso.
Querido “hater” de Operación Triunfo, hay algo que tiene que saber. Hace justo siete días se relataron los motivos por los que usted no debería ver más este concurso. Se hizo para subrayar la necesidad de espacios en los que la cultura brille por su presencia. Así, se ensalzó el debate musical que generan las canciones cada semana y se alabó el cuestionamiento social que plantean los participantes cada gala. Cualquier discusión con educación es enriquecedora, no hay duda. Por ese motivo, sorprende algún que otro comentario publicado en la noticia: “Si te crees esto que escribes tienes un problema y no pequeño”. Si aprender, concienciar, reivindicar, divulgar e ilusionar suponen el más mínimo hándicap, va siendo hora de replantearse varias cuestiones básicas de la vida. Y eso es extrapolable tanto al arte y la televisión, como a la educación y la información.
Es cierto que no deja de ser un negocio. Sería absurdo no pensarlo, pero ésta es una idea que está presente en éste y en otros formatos. La televisión no la ha inventado Operación Triunfo, como tampoco el rechazo que genera su propio nombre. Hay quienes lo critican sin haber visto “ni tan siquiera la primera de todas” las ediciones, pero lo califican como un “infumable bodrio de unos niñatos y niñatas que piensan que se puede cambiar el mundo ofendiendo y menospreciando a artistas que jamás llegarán a la suela de los zapatos”. Sobre esto, anoche, cuando Sabela terminó de cantar “Set fire to the rain” (de Adele) nadie escuchó ninguna palabra malsonante o desprecio hacia la artista británica; tampoco por parte de Alba Reche, tras bordar “La llorona” (de Chavela Vargas). Pero ni aquí ni en la Academia. Entonces, ¿cómo se puede hablar de descalificaciones a otros profesionales sin haber dedicado ni un minuto a sus actuaciones? Es curioso cuando una de las máximas de Noemí Galera y el resto del profesorado, a lo largo de 17 años, es el respeto personal y profesional. Además, en los casos en los que haya podido haber algún atisbo de faltas de educación, se ha llamado la atención al concursante correspondiente: ahí está el caso de Mercedes Durán y “Los amantes” (de Mecano), en la quinta edición.
Algo que sí resulta intolerable es la falta de interés de algunos de ellos. El pasado domingo, la profesora de técnica vocal, Mamen Márquez, reprendió su dejadez a la hora de realizar temas que deberían ser prioritarios para ellos. Todo ocurrió durante las grabaciones de los discos semanales. La docente se dirigió al grupo y les advirtió de que le parecía “inconcebible” lo que había pasado durante la grabación del tema grupal, “Vivir así es morir de amor” (de Camilo Sesto). “Es inconcebible que bajéis sin saberos la melodía, es un disco que van a oír miles de personas”, insistió Márquez, comentándoles que “tenéis que pensar que sois muy afortunados de estar aquí, de tener la oportunidad de grabar esto, de que se va a colgar y lo van a oír millones de personas”. La generación OT 2018 está apática y eso se está notando en las audiencias: el público quiere formar parte de su evolución, de sus dudas y de sus éxitos, pero este año no existe ni lo primero, ni lo segundo, ni lo tercero. Avanzan sin pena ni gloria, pensando únicamente en lo que vendrá después. Y eso es un gran error.
Por lo tanto, si hay algo que juzgar que sea eso. Pues el hecho de que Carlos Right y Marilia destrozaran “Lucky” (de Jason Mraz y Ximena Sariñana) o de que Miki y Natalia pusieran toda la carne en el asador en “Shallow” (de Lady Gaga y Bradley Cooper) forma parte del concurso. Esa es su esencia: que unos lo hagan mejor y otros peor delimita los gustos y genera expectación. “Que triste que un periodista defienda este formato cutre para acceder a la buena música”, apareció escrito entre los comentarios de la semana pasada. Lo verdaderamente desafortunado es pensar que no hay nada que aprender de unos chavales de veintipocos años que versionan clásicos y moderneces para intentar labrarse una carrera. Porque, insisto, Operación Triunfo es tan solo una plataforma. No promete ni asegura nada. Si alguno de ellos llega a vivir algún día de su música será por su trabajo y no por haber cantando durante tres minutos, un miércoles por la noche, en la televisión pública.
Por eso, hay que aprender a relativizar las cosas: cualquier vía de aprendizaje es lícita tanto para el espectador como para el concursante. Esto es un programa de televisión en el que se canta, se baila y se debate sobre música. El resto no es culpa ni de la Academia ni de los concursantes. Ellos van, cantan, les nominan y regresan a sus casas. Y unos pocos, como Julia y Noelia -que interpretaron con acierto “Tú y yo volvemos al amor” de Mónica Naranjo- y Famous y María -que hicieron lo que pudieron en “1,2,3” de Sofía Reyes y Jason Derulo- llegarán a la final e incluso podrán grabar un single propio. En ese caso, si usted quiere seguirles la pista, perfecto; si no, es tan fácil como cambiar de canal. Por eso, la manía que tienen algunos de criticarlos sin haberlos escuchado resulta absurda.
Alba Reche, favorita; Marilia y Noelia, nominados
Lo que si comparto con usted, querido “hater” de Operación Triunfo, es que hay cosas que modificar. En el cambio siempre está la evolución y, en ese sentido, los concursantes se han quedado un poco estancados. Necesitan un golpe de realidad y aprender que el éxito solo se encuentra en el trabajo. Por eso mismo, Alba Reche salió favorita anoche: fue su mejor actuación hasta la fecha, la constancia tiene su recompensa. Todo lo contrario que María, Marilia, Noelia y Miki. Cada uno de ellos, sufrieron el desgaste y la desgana con unas interpretaciones carentes de cualquier emoción y carisma. Los profesores salvaron a Miki y los compañeros a Noelia, aunque ninguno de ellos se lo merecieron realmente. En lo musical, claro.
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