Viajes
La ruta del Maestrazgo, curvas y belleza a disposición del motorista
La ruta circular del Maestrazgo, comenzando y terminando en la bonita localidad de Alcañiz, vive durante estos meses su mejor época del año. Un destino muy atractivo para motoristas que buscan emoción y belleza en una de las comarcas más hermosas del interior peninsular.
Tras los pasos del Cid Campeador
El Maestrazgo es un área montañosa que se extiende a lo largo de dos comunidades, Aragón y la Comunidad Valenciana, moteado por pequeños picos y hermosos puertos de montaña. Densos bosques de pinos se levantan en las laderas, vistos como pequeños alfileres, y en las zonas más llanas crecen ríos y almendros, viñas y olivos dando forma al paisaje clásico del interior peninsular. Fueron estas tierras por las que cabalgó Rodrigo Díaz de Vivar a lomos de su jamelgo Babieca, y ahora es posible seguir sus huellas en motocicleta, sintiendo el mismo aire que cortó su espada filtrándose en la cazadora.
Las carreteras escogidas en esta ruta circular de 240 km, fundamental para las almas moteras, son la N 232 durante los primeros kilómetros, con un pequeño tramo añadido de la A 231, y la A 226 desde Mirambel hasta el puerto de Cuarto Pelado. Desde allí solo haría falta subir por la A 1702 hasta volver a tomar la N 211 que lleva hasta Alcañiz. Aunque el asfalto es de buena calidad durante la mayoría del trayecto, incluyendo el tramo que une Monroyo con Morella (se reconstruyó recientemente, siguiendo las dimensiones europeas), en ocasiones podemos encontrar zonas peor pavimentadas. Apenas 4 kilómetros antes de llegar a La Mata de Morella, y pequeños trechos sin importancia para poner a prueba la pericia del piloto.
Los Órganos de Montoro
Los parajes que convierten esta ruta en una fundamental para la búsqueda de la belleza son dos monumentos de la naturaleza, brutos y sin manchar por manos humanas, que son la garganta del río Cañada y los Órganos de Montoro, una formación rocosa que precisamente recuerda en sus formas al órgano musical, habitado por cabras montesas y buitres sobrevolando en busca de sus piezas. Cuando se llega a ellos, merece la pena reducir la velocidad y deleitarse con la contemplación de estos parajes. Junto con el puerto de Villarluengo, que también forma parte de la ruta, estos son, sin duda alguna, tres de los más hermosos tramos de carretera que se pueden encontrar en el interior peninsular.
El punto fuerte de esta ruta es su versatilidad. Igual que reducimos la velocidad durante los primeros kilómetros que nos sacan de Alcañiz, pilotando hacia Valderrobres mientras sorteamos viejas masías a los lados de la carretera, podemos disfrutar de tramos más divertidos como el que une Monroyo y Morella. Solo habría que cuidarse de las conocidas revueltas de Monroyo. Son divertidas, pero siempre con su consiguiente cuidado.
El aperitivo previo al plato principal
A lo largo de la ruta se encuentran numerosos locales donde detenerse y tomar un sabroso tentempié con aroma local, aunque el punto perfecto para hacer esta parada es a mitad de camino, en Morella. En su calle porticada (Els Porxes) que cruza la ciudad tras los muros, numerosos bares sirven para comer a base de tapas, y si se busca algo más consistente que lleve gastronomía local, incomparable a ningún otro es El Mesón del Pastor. Porque hace falta retomar fuerzas para el tramo que sigue a continuación, el costoso ascenso que lleva de Mirambel hasta Cantavieja, cuyo desnivel convierte esta etapa en una subida violenta y marcada por giros bruscos.
Es el calentamiento antes de recorrer el plato fuerte en la ruta del Maestrazgo, el puerto de Cuarto Pelado. Vistas espectaculares y dosis de adrenalina caracterizan el tramo, siguiéndoles un largo descenso de 500 metros, primero al borde del abismo que formó la erosión del río Cañada y saludando después los ya mencionados Órganos de Montoro. Como ocurre en el resto de la ruta, los pueblecitos desperdigándose por la zona son dignos de detenerse unos minutos para disfrutar su callada belleza. Apenas diez kilómetros después de pasar el último de estos pueblos, Ejulve, hace falta tomar un desvío a la N 211. Cincuenta y tres emocionantes kilómetros de carretera, de curvas suaves y bien pavimentadas, son los últimos que se recorrerían hasta regresar a Alcañiz.
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