APARICIONES
Lugares donde se ha aparecido la Virgen María en España
Las apariciones marianas en España son las más numerosas del mundo; llegan tan atrás como los años en que la misma Virgen estaba todavía viva y se apareció a Santiago en Zaragoza
Se considera apariciones marianas a las apariciones de la Virgen María frente a una o más personas, en un lugar y momento determinado, y que además han sido reconocidas de manera oficial por la Iglesia Católica. Una aparición mariana supone un cambio drástico de rumbo en la zona donde se presenta. Lo que antaño pudo ser una localidad ordinaria, envuelta en la rutina de empleos ordinarios, se transforma, crece, brilla, y en el mismo momento en que la Iglesia Católica reconoce la aparición, una oleada de peregrinos piadosos acuden desde cualquier rincón del mundo, desde China, desde Colombia, exclusivamente para rezar a la Nuestra Señora y pedirle su intercesión. Ocurren milagros en estos lugares impregnados de espiritualidad cristiana, no pocos, o sanaciones extraordinarias e inexplicables a ojos de los no creyentes.
España es el país del mundo donde más apariciones marianas se han producido, por goleada. No es casualidad, por tanto, que la Virgen de la Inmaculada Concepción sea patrona de nuestro país, en una festividad que se celebra cada 8 de diciembre. Y una visita a cualquier santuario levantado en honor de alguna aparición mariana traspasa las barreras del placer que ostenta cualquier viaje; se suben nuevos escalones de amor, de ilusión y virtud. Aquí tienes la lista de los lugares donde se ha aparecido la Virgen María en España (excluyendo las que no han sido reconocidas por la Iglesia Católica o que solo han sido reconocidas por iglesias locales).
Virgen de la Cabeza, Andújar
Ocurrió mientras Juan Alonso Rivas, un pastor granadino, apacentaba a su rebaño en Sierra Morena. Su avanzada edad le había costado una paralización total del brazo izquierdo, condición cuanto menos molesta para quién dedica lo largos que son los días a subir y bajar riscos de lo más empinados. Después de haber observado durante varias noches seguidas que un monte cercano se iluminaba y sonorizaba con el tañido tenue de una campana, la noche del 11 al 12 de agosto de 1227 se decidió a subir a su cumbre para investigar el por qué de tanto alborozo. Allí encontró, en un hueco formado entre dos bloques de granito, una pequeña talla de la Virgen. Se arrodilló frente a ella y conversó con la Señora, que le pidió levantar un templo en su honor en ese mismo lugar. Con el fin de que los lugareños le creyeran, le fue sanado el brazo lisiado. Miguel de Cervantes escribió sobre ella en Los trabajos de Persiles y Sigismunda, y su romería se celebra el último domingo de cada mes de abril.
Virgen de Umbe, Lauquíniz (Vizcaya)
Mientras Felisa Sistiaga cocinaba en su caserío el 25 de marzo de 1941, un extraño resplandor la obligó a mirar por la ventana. Curiosa, salió a comprobar su procedencia y allí, a pocos metros de su casa, se encontró a la Virgen que rezaba de rodillas. Llorando por la emoción, Felisa intentó hablar con ella pero esta se limitó a desvanecerse sin decir palabra. No sería hasta 1969, 28 años después de esta primera aparición, cuando Felisa volvió a encontrarse con la Virgen, esta vez junto a un pozo que Nuestra Señora aseguró haber bendecido para que se lavasen los enfermos con su agua. Desde entonces y hasta el fallecimiento de Felisa, las apariciones se sucedieron, y el listado de enfermos que han sanado con el agua milagrosa del pozo es casi interminable. Desde fiebres reumáticas o nervios hasta quemaduras de tercer grado, cánceres y artrosis. Su festividad se celebra el primer sábado de septiembre.
Virgen de la Candelaria, Chimisay (Santa Cruz de Tenerife)
No existe consenso sobre cuándo ocurrió esta aparición mariana, pero sí se calcula, según los escritos de Fray Alonso de Espinosa, que pudo ocurrir varios años antes de la conquista castellana de las Canarias, en un tiempo en que todavía estaban habitadas por guanches en exclusiva, y que nada conocían de la religión cristiana. La leyenda asegura que, cuando dos pastores guanches fueron a guardar sus ganados para pasar la noche a cobijo, las bestias se negaron a cruzar por un estrecho barranco (se piensa que era el Barranco de Chimisay). La causa parecía ser la figura de una mujer misteriosa que se interponía en su camino. Como las tradiciones guanches prohibían a los hombres conversar con las mujeres si no era dentro del poblado, estos hicieron señas a la aparición para que se apartara pero, al no hacer ella ningún movimiento, ni hablar siquiera, se enfurecieron y procuraron acuchillarla. Con tan mala fortuna que el agresor se hirió a sí mismo. Asustados por la extraña escena, corrieron a pedir ayuda a su mencey para que interviniese, y el mencey supo de inmediato que la figura era una sobrenatural. Se decidió por llevarla a su palacio pero, cuidado, a mitad de camino la figura se le hizo muy pesada y se vio obligado a pedir auxilio. Es por esto que hoy, en el mismo lugar en que el mencey pidió ayuda, se encuentra una ermita dedicada a Nuestra Señora del Socorro.
Fue un fugitivo guanche que escapó de la esclavitud de los castellanos, Antón Guanche, quién encontró la talla años después en la cueva donde el mencey la ordenó guardar. Reconoció en ella a la Virgen María y consiguió sacarla a ojos del público para su adoración popular. Su festividad se celebra el 2 de febrero.
Virgen de Guadalupe, Guadalupe (Extremadura)
La que probablemente sea una de las apariciones marianas más conocidas a nivel internacional supone también una de sus historias más apasionantes. La leyenda basa su origen en San Lucas, que se dice fue quién talló la figura y posteriormente fue enterrado con ella tras su muerte en Acaya. Al trasladarse los restos del santo a Constantinopla a principios del siglo IV, la talla le acompañó en el largo viaje, hasta que el Papa Gregorio Magno ordenó trasladarla a Roma, en el año 590. Allí se sirvió de la Virgen de Guadalupe (que todavía no era conocida con este nombre) para frenar una terrible epidemia que asolaba la ciudad santa. Se dice que fue al realizar una procesión de la figura por sus calles cuando la enfermedad se retiró. Tras confirmarse este milagro, el mismo Papa ordenó trasladar una vez más la figura, esta vez a la ciudad de Sevilla. El encargado de llevarla fue San Isidoro, aunque el viaje resultó más convulso de lo esperado. Una terrible tormenta amenazó con zozobrar su barco y, una vez más, por mediación de la talla se resolvió milagrosamente el aprieto al amainar la tempestad. Desde entonces y hasta el año 714, cuando religiosos sevillanos decidieron escapar de la ciudad con diversos bienes sagrados, la talla permaneció en Sevilla. Pero en este último viaje en dirección al norte peninsular, escapando de las fuerzas musulmanas, los fieles tuvieron que esconderla en una caja junto al río Guadalupe, donde permaneció extraviada a lo largo de los cinco siglos siguientes.
Un pastor que posteriormente fue identificado como Gil Cordero encontró la figura tras indicárselo la misma Virgen mediante una aparición. Al cavar un metro de tierra en el sitio que se le había señalado, encontró la talla y la colocó sobre unas piedras antes de avisar a los clérigos de su pueblo. Pero fue tachado de mentiroso. No fue hasta que el hijo del pastor resucitó, tras rezar este a la Virgen, cuando los habitantes de la zona creyeron la historia Gil Cordero y acudieron a adorar la figura, en una tradición que se ha transformado en una de las devociones marianas más importantes de España. Su festividad en España se celebra el 12 de octubre.
Nuestra Señora de los Dolores de Chandavila, La Codosera (Badajoz)
Cuando Marcelina Barroso vio un bulto en lo alto de un castaño, el 27 de mayo de 1945 mientras caminaba para hacer unos recados por orden de su madre, no quiso prestarle demasiada atención. Se dijo que si el bulto seguía allí cuando regresara a su casa, entonces sí se detendría para observarlo con más precisión. El bulto continuaba allí a su vuelta, como podemos imaginar, y Marcelina pudo ver a una mujer envuelta en un manto negro, bellísima, con la cara sumida en el dolor. Fueron unos segundos, nada más, antes de que la aparición se disipase. Ocho días después, la Virgen volvió a aparecerse a Marcelina en el castaño y le pidió que acudiera al mismo lugar, esa misma tarde, en compañía de testigos que podrían ver el milagro que estaba dispuesta a realizar. Y así ocurrió. Esa tarde se congregaron cientos de curiosos de La Codosera y demás localidades cercanas. Vieron a Marcelina conversar con un ente que ellos no divisaron, la vieron discutir porque el ente le pedía que recorriera los 60 metros que las separaban de rodillas, aunque el camino estaba sembrado de rocas punzantes y zarzas de espinos. Asombrados, pudieron atestiguar como la chiquilla cumplía la orden, de rodillas. Poco después la vieron regresar con las rodillas completamente ilesas.
Por petición de la Virgen levantaron allí una capilla en su nombre, y se supone que las apariciones se repitieron a lo largo de la vida de Marcelina y de otras niñas y adolescentes de la zona, todas ellas en torno a 1945. La romería a la capilla tiene lugar cada 27 de mayo.
Nuestra Señora de las Gracias de Onuva, La Puebla del Río (Sevilla)
En esta aparición mariana estuvo únicamente involucrado un joven, de nombre Jesús José Cabrera. Él aseguró que desde que cumplió los diez años, en 1968, hasta 1975, experimentó una serie de encuentros no solo con la Virgen María, en ocasiones acompañada por el Niño en brazos, sino que también vivió dos apariciones en las que se encontraba exclusivamente con Jesús. Por orden de la Virgen compró en 1974 los terrenos donde se sucedieron las apariciones y construyó un santuario que todavía hoy está abierto a los pobres y necesitados, al cual dio el nombre de Onuva. Según él, este nombre fue dado por la Virgen y significa “Tierra de la Misericordia”.
Virgen del Espino
Esta es la aparición mariana más habitual en nuestro país. Se han dado apariciones en Soria, Miranda de Ebro, El Burgo de Osma, Hoyos del Espino, Membrilla y Chauchina. Todas ellas tienen en común que la Virgen se apareció sobre un espino, la primera vez en Soria, en 1207, y la última en Chauchina en 1906. Ya fuera por petición de la Virgen o por piedad popular, todas estas localidades cuentan con una ermita, capilla o santuario dedicado a la Virgen del Espino, y un recorrido por cada una de estos monumentos marianos puede ser uno de los peregrinajes cristianos más hermosos que pueden hacerse en nuestro país. Su festividad difiere en función de la zona. En El Burgo de Osma se celebra el 15 de agosto; en Hoyos del Espino, el 8 de septiembre; en Soria, el 8 de diciembre; y en Chauchina, el 9 de abril.
Virgen del Pilar, Zaragoza
Cuenta la leyenda que estando el apóstol Santiago con varios de sus discípulos a las orillas del río Ebro, en la región que los romanos llamaron Celtiberia y en la ciudad que hoy conocemos como Zaragoza, el santo “oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol”. Esta es la única aparición mariana ocurrida cuando la Virgen aún vivía. Pidió a Santiago que construyese una iglesia en ese mismo lugar y un altar en torno al pilar, asegurando que “permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”. La Virgen desapareció dejando el pilar tras de ella. Inmediatamente después de la aparición, Santiago y los ocho discípulos que le acompañaban comenzaron la edificación de la iglesia. Que además sería la primera iglesia levantada en honor a la Virgen María de la Historia. Su festividad se celebra el 12 de octubre.
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