Xacobeo náutico
Llegar a Santiago a bordo de un velero
Caminos hay muchos: Francés, Inglés, Portugués, de Fisterra, el Primitivo, pero recientemente se ha inaugurado la travesía marítima Xacobea de Baiona a la ría de Muros-Noia
Desde hace dos años la Compostela, credencial que da la Iglesia para los peregrinos que realizan el Camino de Santiago, y que hasta ahora solo se podía obtener si recorrías a pie, a caballo o en bici como mínimo los últimos cien kilómetros hasta Santiago, también se obtiene con el recorrido de un mínimo de 90 millas náuticas a bordo de un velero por las Rías Baixas y cinco kilómetros más a pie, hasta la ciudad del Apóstol. Esta nueva ruta entronca con los orígenes del mito y la tradición, cuando allá por el año 42 de nuestra era, Santiago el Mayor es decapitado en Palestina, para que después sus discípulos se llevaran el cuerpo por mar, hasta llegar a la desembocadura del río Ulla, en la actual ría de Arousa, para cumplir con el culto entre los apóstoles de ser inhumados donde habían predicado.
Para empezar el recorrido, lo mejor es alquilar un velero con o sin patrón, que se puede hacer con la empresa sailway.es, desde Baiona, navegando por todas las Rías Baixas hasta la ría de Muros-Noia, en un recorrido fantástico difícil de olvidar. Durante las jornadas de travesía los peregrinos tendrán que convivir con una navegación que depende de las condiciones cambiantes de las rías y donde se encontrarán con todos los elementos de una peregrinación: sacrificio, solidaridad, empatía, amistad y superación. Se puede escoger el dormir en el velero según va atracando en los club náuticos que hay a lo largo del recorrido (donde, por cierto, se va sellando la credencial del peregrino, que dará derecho a la Compostela ), o bien en los hoteles de los puertos. Sin duda una gran experiencia.
Vigo, Portonovo, Sanxenxo, Vilanova de Arousa o Porto do Son, ya en la ría de Muros-Noia, son algunos de los atraques que hace el velero. Durante el recorrido se verán las islas del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia, como las Cíes, Ons, Sálvora y Cortegada, y en la ría de Arousa distinguiremos numerosas «bateas», grandes balsas que sirven de criadero de mejillones, que le dan un aire original a esta ría.
La navegación termina en el puerto de Portosín, ya en la Ría de Muros-Noia, un paso indispensable por la ría más virgen y con menos territorio edificado de Galicia. Aquí resulta imprescindible visitar estos dos bellos pueblos y el Castro de Baroña, uno de los pocos castros que se encuentran casi a nivel del mar y con una visión privilegiada. La última jornada de este apasionante viaje se traduce en viajar en coche al Centro-Albergue de Milladoiro, desde donde se hace el camino a pie hasta Santiago durante unos seis kilómetros.
En el camino nos encontramos con los peregrinos, con su bordón, calabaza y la vieira, que tienen que dar gracias a los nuevos tiempos, en los que hacer el camino no es ninguna prioridad de éxtasis místico, sino que se presenta, desde hace pocos años, como un hecho cierto que la propia sociedad demanda. Ya lo dijo Goethe cuando afirmó que «Europa se hizo peregrinando a Compostela».
Nada más deseado para el peregrino que llegar por fin a Santiago de Compostela. Considerada una de las ciudades más hermosas, no solo de España sino del mundo, conserva un excelente casco histórico que ha merecido ser nombrada Patrimonio de la Humanidad. Gracias a la última restauración de la fachada de la catedral y del pórtico de la Gloria, obra del maestro Mateo, arquitecto y también escultor, cuyo decorado seduce por la exquisitez de su estilo, se puede disfrutar como nunca de uno de los edificios más emblemáticos de todo el orbe.
Recorrer la ciudad es importante para saborear bien sus callejones y plazuelas, pero no hay que olvidar entre otros monumentos a descubrir la Universidad de Fonseca, la plaza de la Azabachería o el Hospital Real, que con su maravillosa portada plateresca es actualmente el Hotel Reyes Católicos, que adorna uno de los lados de la imponente plaza del Obradoiro. Todo ello sin olvidar vivir el ambiente de la ciudad en sus múltiples bares, donde tomar Albariño o Ribeiro será casi una obligación para cantar con la tuna aquello de «pasa la tuna en Santiago, cantando canciones de amor...».
Toda una gran emoción servida en nuestras etapas marineras y el pequeño recorrido andando, que culminará con el abrazo al Santo y con el privilegio de escuchar misa en la catedral para ganar el Jubileo este Año Santo, cuando el 25 de julio coincide en domingo, tal y como ocurre en apenas dos días.
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