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Coria en cinco rutas: un viaje por la esencia natural de Extremadura
Un recorrido por la riqueza natural y cultural del norte cacereño que revela cómo miradores, calzadas romanas y riberas fluviales moldean la identidad de este territorio
Hay algo en el otoño que invita a conectar con la naturaleza, disfrutar del aire libre y descubrir lugares desde nuevas perspectivas. Adentrarse en una ruta que permita sentir el territorio de una manera más cercana es una forma perfecta de aprovechar esta estación. Y Coria ofrece infinidad de posibilidades para explorar senderos de belleza singular.
En el norte de Cáceres, este destino aparece como un punto de referencia para quienes buscan combinar patrimonio y naturaleza en un mismo viaje. Su casco histórico conserva siglos de vida y tradiciones, pero es el entorno que la rodea (dehesas, riberas y caminos ligados a la memoria rural) el que completa la experiencia del viajero.
Para quienes desean conocer este territorio más allá de sus murallas, estas cinco rutas muestran la diversidad del paisaje y la personalidad auténtica de Coria. Cada recorrido ofrece una forma distinta de acercarse a su entorno, entendiendo el lugar desde el terreno y descubriendo lo que lo hace único.
Vía Dalmacia: Tras las Huellas de Roma
Un paseo por la memoria imperial de apenas 5,5 km (ida y vuelta) y una hora y media de caminata tranquila. Desde el Calvario, frente al silueteado Silo de grano, el Camino del Sierro avanza como una antigua calzada romana que serpentea entre olivares y viñedos hasta el Mirador del Alto del Sierro.
Conviene caminar despacio: los tramos empedrados conservan el pulso de la antigua Vía Dalmacia y ‘La Madre del Agua’ —un sistema hidráulico del siglo II d.C.— recuerda el ingenio romano que abastecía la ciudad. El vuelo de las aves mediterráneas acompaña una ruta de dificultad baja, ideal para quienes quieren saborear paisaje y patrimonio sin prisas.
Ruta de Peregrinación a Argeme: Devoción y Naturaleza
Son 8,2 km de recorrido suave siguiendo el curso del Alagón, que se completan en torno a una hora y veinte minutos. El trazado, de dificultad media, enlaza Coria con el Santuario de Argeme, un enclave de los siglos XVII-XVIII donde el silencio manda.
Entre huertas de maíz y tomate aparecen las ruinas de villas romanas en Los Valderritos, recuerdo de un pasado agrícola próspero. La dehesa de Malpartida muestra el equilibrio entre hombre y naturaleza y, con un poco de oído, las oropéndolas ponen música al bosque de ribera. La llegada al Mirador de Argeme culmina el viaje con un barranco fluvial de tono poético.
Camino del Rincón del Obispo: La Ribera en Estado Puro
Un itinerario de 8 km (ida y vuelta) y poco más de una hora que discurre a un ritmo amable, con dificultad baja, ideal para quienes buscan un encuentro directo con el río. Desde el Puente de Hierro (1901-1909), la senda bordea la Isleta entre campos de tabaco y pimientos antes de internarse en el Charco del Moro, refugio invernal de garzas y martines pescadores.
Las terrazas del Alagón guardan útiles líticos del Paleolítico Inferior, pequeñas pistas que narran miles de años de presencia humana. El bosque galería acompaña con sombra fresca hasta que, al final, el blanco poblado de Rincón del Obispo aparece como una pincelada luminosa.
Dehesa Boyal de Mínguez: La Extremadura Profunda
Aquí el camino exige algo más: 8,85 km (ida y vuelta), dos horas y media y una dificultad media-alta. Tras cruzar el Puente de Hierro, la ruta asciende entre encinas y pizarras hacia el Mirador de la Dehesa de Mínguez, donde el Valle del Alagón se abre con las sierras de Gata y Gredos como horizonte.
Chozo de pastores, zahúrdas, puentes y fuentes de piedra seca revelan la identidad agroganadera de esta tierra. Sobre los cortados, los buitres leonados dibujan círculos majestuosos que subrayan su carácter silvestre.
Ruta de los Canales: Historia y Agua
Un recorrido circular de 8,2 km y algo más de dos horas, con dificultad baja, que enlaza naturaleza y patrimonio sin interrupción. El itinerario combina la serenidad del Parque Fluvial del Tamujal con la estampa monumental de Coria.
Desde el Puente de Piedra (siglo XVI) hasta la Catedral de Santa María de la Asunción, el paseo recorre siglos: muralla romana, castillo, palacio renacentista… Al caer la tarde, el río refleja tonos dorados que convierten la ciudad en una acuarela viva.