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A Madrid le hacia falta un lugar como Kentya
Con todo el sabor aragonés, procedente de Zaragoza, Kentya abrió sus puertas en el barrio de Salamanca para sacar cara por la cocina mediterránea
Entendemos que Madrid se ha convertido en una capital gastronómica y nos encanta. Sin embargo, muchas veces se nos olvida que quien viene a Madrid, viene con ganas de comerse España. Por eso agradecemos cuando aparecen propuestas originales como Kentya, que nos recuerdan por qué tenemos una de las mejores gastronomías del mundo.
Con todo el sabor aragonés, procedente de Zaragoza, Kentya abrió sus puertas este último jueves en el barrio de Salamanca (Calle de Lagasca 48) para sacar cara por la cocina mediterránea entre tanta oferta internacional. Con arroces alicantinos fieles a su origen, carnes y pescados a la brasa, y verduras de mercado que llegan al plato sin disfraces, este nuevo espacio apuesta por la honestidad culinaria como bandera. Una carta con alma, que lleva el sello personal de Iván Acedo, un nombre que ya resuena en Aragón y que ahora pisa fuerte en Madrid. Acedo no solo acumula premios –como el de Mejor Empresario Gastronómico en 2020–, sino que transmite una pasión heredada. Su padre le enseñó el oficio, y él lo ha convertido en una propuesta donde la técnica y el corazón conviven en equilibrio. En Kentya nada es casualidad, empezando por su nombre, el cual representa a una calle zaragozana, pero también forma parte de una filosofía: la elegancia y la resistencia, que se sienten en cada rincón del espacio.
Su estética old money, con terciopelo, espejos envejecidos y luz tenue, no pretende deslumbrar, sino envolver. Aquí no se trata de postureo, sino de confort real, de ese lujo silencioso que permite que la experiencia fluya sin artificios. En tiempos donde lo efímero manda, en este refugio, la cocina mediterránea no solo se respeta, sino también se celebra. Kentya nos recuerda que lo esencial sigue vigente. Que la tradición no está reñida con la sofisticación, y que comer bien también puede ser un acto de memoria. Madrid necesitaba un espacio así. Uno que no compita con gritos, sino que seduzca con susurros. Pero a veces, la verdadera innovación está en saber mirar a nuestro alrededor con respeto, y avanzar con propósito. Kentya no es solo un restaurante. Es un homenaje a la cultura local, servido con brasas, buen gusto y una elegancia que no pasa de moda.
La capital vive un boom culinario imparable. A cada paso, nuevas cocinas, chefs que reinventan la tradición y espacios donde lo estético se come con los ojos. Pero en ese mapa de sabores, es refrescante encontrarse con lugares que no olvidan de dónde venimos.