Turismo
Las mejores termas de España en otoño: gratis, con vistas increíbles y encanto rural
La zona cuenta con aparcamientos cercanos, lo que facilita la visita a familias y a personas con movilidad reducida
Cuando el frío empieza a calar en los huesos y el sol ya no basta para entrar en calor, la fantasía es casi siempre la misma: estar al aire libre, con la respiración dibujándose en nubes de vaho, mientras el cuerpo descansa en un agua tan caliente que parece que el invierno se ha quedado al otro lado de la orilla.
Ese lugar existe. No es un spa de lujo ni un hotel con circuito termal. Es un rincón al que se llega en coche, con toalla al hombro y chanclas en la mochila, y en el que nadie te pide entrada ni reserva previa.
El escenario es un pueblo, de algo más de 400 habitantes, encajado en un valle estrecho por el que discurre un río de montaña. Desde la carretera se ven las laderas verdes, las casas apiñadas y, si uno se fija bien, unas pequeñas columnas de vapor levantándose junto al cauce.
El corazón de este lugar son tres pozas de piedra encajadas en la ribera del río. De las entrañas de la montaña brota un agua termal cargada de minerales que alcanza temperaturas cercanas a los 50 grados centígrados. A partir de ahí, se va repartiendo por las diferentes piscinas, de modo que cada una tiene un calor ligeramente distinto.
Los más frioleros se instalan en la parte más alta, donde el agua sale prácticamente hirviendo. Quien prefiere algo más suave se acomoda en las zonas inferiores, donde la temperatura se vuelve más llevadera. En cualquiera de ellas, al cabo de unos minutos, el cuerpo se relaja y el contraste con el aire fresco del valle hace el resto.
Estas termas gratuitas están en Arnedillo, un pintoresco pueblo de La Rioja, a aproximadamente una hora en coche de Logroño. La elección del lugar no es casual. Las pozas se construyeron justo donde mana el agua termal, de forma que esta las llena de manera continua y fluye de una a otra, evitando el estancamiento.
Uno de los grandes reclamos de Arnedillo es que el acceso a estas pozas es totalmente público. No hay taquillas ni tornos: cualquiera puede acercarse, dejar la mochila en los bancos o en la hierba cercana y meterse en el agua.
¿Qué ofrece la zona?
La zona cuenta con aparcamientos cercanos, lo que facilita la visita a familias y a personas con movilidad reducida. También hay bancos y franjas de césped donde mucha gente se queda a hacer un pícnic antes o después del baño.
Eso sí, la popularidad tiene su contrapartida: los fines de semana y en festivos las pozas pueden llenarse bastante. Si buscas tranquilidad, lo mejor es ir entre semana o a primera hora de la mañana y última de la tarde.