Córdoba
Los escudos de los obispos de Córdoba, símbolo de poder más allá de la pastoral
Son “el único cuerpo social" que mantiene la heráldica "desde la Edad Media hasta la actualidad”
Los escudos de armas de los obispos cordobeses permiten entender el poder de la Iglesia como estructura de gobierno, más allá de su labor pastoral, mediante un elemento de influencia visual como es la heráldica, según un tesis defendida en la Universidad de Córdoba. Así lo explica su autor, Gonzalo J. Herreros Moya, para quien, frente a algo que “se había tomado como algo puramente decorativo” a partir del siglo XIX, los escudos han constituido siempre “imagen del poder y de la identidad personal” de cada prelado.
De esta manera, la heráldica de los sucesivos obispos cordobeses han sido un elemento importante “para comprender el poder de la Iglesia como estructura no pastoral, sino como estructura de gobierno”. En una conversación con Efe, Herreros, que ha recibido la calificación de cum laude por su trabajo, argumenta que los escudos episcopales son imprescindibles “para entender cómo se plasman las inquietudes sociales a lo largo de lo largo de la historia" y, de hecho, los obispos son “el único cuerpo social que ha mantenido los escudos de armas desde la Edad Media hasta la actualidad”.
Para ello se ha adentrado, bajo la dirección de Enrique Soria Mesa y Antonio J. Díaz Rodríguez, en el estudio de los ochenta obispos que ha tenido Córdoba a lo largo de su historia, desde Lope de Fitero, en 1239, al actual, Demetrio Fernández, prelado desde 2010, de los que ha podido documentar los emblemas personales de 64 de ellos, a partir de Sancho de Rojas, en 1440, mientras que de los dos siglos anteriores sólo ha podido hacer deducciones o no ha logrado información.
El análisis de los escudos como "un elemento visual de poder", precisa, lejos de restringir su conocimiento a "eruditos nostálgicos" de la heráldica como algo "muy alambicado", le ha servido para "entender la historia social de una estructura tan compleja como es la historia de la Iglesia", dice el nuevo doctor, licenciado en Historia por la Universidad de Córdoba, titulado profesional en Piano y máster en Textos, Documentos e Intervención Cultural.
En su tesis argumenta que "los escudos heráldicos fueron la parte visible y legataria de los privilegiados frente al grueso de los que no lo eran" y que "tal y como hoy nos costaría trabajo entender Occidente sin las principales marcas de ropa o de vehículos, por ejemplo, el uso, diseño y exhibición de los escudos de armas constituyó un lenguaje visual con una importante carga de información para los que lo conocían".
Pero para acceder a ese lenguaje visual y a "la historia social de una estructura tan compleja como es la de la Iglesia", Gonzalo Herreros ha tenido que bucear en "el peso del origen social en la carrera episcopal” en la diócesis cordobesa para concluir en la necesidad para los prelados de la existencia de una “imagen del poder y de la identidad personal a través de un icono visual reconocible por todos".
Y tras tres años de trabajos sobre un germen que parte de hace una década, explorar en una veintena de archivos y examinar centenares de escudos, ha podido concretar que "desde el establecimiento del obispado de Córdoba en el siglo XIII y durante las seis centurias siguientes, la inmensa mayoría de los obispos accedieron a esta privilegiada posición gracias a su cuna, su apellido y sus redes de influencia".
La de Córdoba, "gracias a sus rentas", estaba "entre las más codiciadas mitras españolas y sólo tras las metropolitanas de Toledo, Sevilla, Zaragoza y Santiago", lo que la hizo objeto de "receptáculo habitual de miembros de la aristocracia hispánica".
Pero, del mismo modo, concreta el trabajo de Herreros, hubo un "delgado ramillete de prelados de humilde origen que consiguen llegar a tan alta dignidad" en virtud de sus "brillantes carreras políticas y administrativas, por lo que en el fondo también estos procedían de las esferas del poder, aunque no por nacimiento sino por virtud propia".
Todo esto se debilita a partir de la segunda mitad del siglo XIX, "cuando el Patronato Regio se va descomponiendo" y comienza a observarse "un peso creciente de la meritocracia teológica y de gestión como factores decisivos y únicos para la provisión de obispados, a medida que se fueron saliendo de los juegos políticos y Roma empezó a ganar cada vez más peso en estas lides".
En cambio, la afectación al modo de alcanzar la más alta dignidad de la diócesis no incide en su simbología, ya que del estudio de la biografía de cada uno de los obispos, precisa, "podemos llegar a entender qué querían contar en sus escudos, y a través de su legado episcopal y pastoral podemos conocer cuándo, dónde, cómo y por qué quisieron contarlo"
Para la tesis doctoral de Gonzalo Herreros, "los escudos fueron y son el más extendido recurso que los obispos desplegaron para con un solo golpe de vista mostrar una cantidad ingente de información", que se encuentra en las diversas ubicaciones y lugares.
Y, puntualiza, “aunque no pudiera ser entendida ni en su totalidad ni por todos los espectadores de igual modo, su presencia siempre revela precisamente eso, la encumbrada posición y privilegio del obispo, su sempiterna memoria, en definitiva, la mística distancia entre el pastor y las ovejas”.
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