Sevilla

La lucha solidaria por una churrería patrimonio de un barrio de Sevilla

Los vecinos de Torreblanca se movilizan tras el incendio en el establecimiento, que ha provocado pérdidas por unos 25.000 euros

La lucha solidaria por una churrería patrimonio de un barrio de Sevilla
GChurrería quemada, tras un incendio el pasado martes, propiedad de Jesús Navarro y Esperanza Chamizo, un matrimonio del barrio sevillano de Torreblanca que se ha convertido en parte del patrimonio de sus vecinos, hasta tal punto que tras el incendio que la destruyó es ahora el eje de una importante muestra de solidaridadRaúl CaroAgencia EFE

Hace cinco años, Jesús Navarro y Esperanza Chamizo, un matrimonio del barrio sevillano de Torreblanca, pusieron en marcha una churrería que se ha convertido en parte del patrimonio de sus vecinos, hasta tal punto que el incendio que la destruyó el pasado martes es ahora el eje de una importante muestra de solidaridad.

Ante un local que huele a humo todavía, los dos se emocionan al contar cómo es su vida desde que a las siete y media de la mañana una freidora comenzó a arder, y en menos de media hora todo estaba arrasado por las llamas: "Mi teléfono no para de recibir llamadas de gente que nos quiere ayudar, es impresionante".

La churrería de Torreblanca, en Sevilla
La churrería de Torreblanca, en SevillaRaúl CaroAgencia EFE

La génesis del asunto está en una chispa que Jesús detectó en la freidora, lo que le hizo coger rápidamente el extintor, que no funcionó, y cuando pidió uno en el bar de al lado ya era tarde, y en pocos minutos todo estaba arrasado por las llamas.

"Mi preocupación era sacar las bombonas, porque al lado hay locales y arriba hay gente viviendo", explica, mientras recuerda la mala suerte de que el seguro de su negocio le cumplió durante el confinamiento y renovarlo no fue entonces una prioridad, sino que tenía previsto hacerlo a mediados de agosto.

La situación que se encontraron la mañana del martes era desoladora: un negocio arrasado, pérdidas por unos 25.000 euros y ningún seguro que les cubriese el destrozo. La única solución la planteó la cuñada de Jesús, que publicó en sus redes sociales un mensaje con la cuenta corriente de la empresa pidiendo que ayudase cualquier persona que pudiese.

El resto, ha venido solo: "Es impresionante lo que estamos viviendo. Los maestros del instituto y el colegio del barrio han donado dinero, una empresa de cubas nos ha dado una para tirar lo inservible sin que nos cueste dinero, una empresa de pinturas y una asociación de vecinos nos van a dar la pintura, e incluso han venido ancianos con cinco o diez euros en la mano y nos han pedido que lo cojamos, que no pueden dar otra cosa pero nos quieren ayudar".

El culmen de la ayuda llegaba este miércoles, cuando se presentaba en la churrería César Aragón, el gerente de la empresa 'Churrosur', especialista, entre otras cosas, en maquinaria relacionada con este negocio, donándole dos fogones, una dosificadora automática, una manual, 50 kilos de chocolate, 300 de harina y 100 litros de aceite.

Como explica Aragón a Efe, "no se ha establecido con él cuando lo tiene que devolver, pero calculamos que puede tardar un año aproximadamente en levantar cabeza, así que durante ese tiempo va a tener ese material sin coste para que se pueda recuperar".

El valor económico de todo lo donado es difícil calcularlo, pero solo cada fogón cuesta 2.050 euros, con lo que es fácil hacerse una idea de la ayuda que ha prestado este empresario a Jesús y Esperanza.

Mientras los dos cuentan todo esto a Efe, los vecinos no paran de pasar por su puerta. Uno incluso ha aparcado la moto para comprar churros, ajeno a lo sucedido, y otro bromea con él diciéndole que la semana que viene ya tiene churros a la venta.

Con todo lo que ha pasado, los dos sacan pecho con su barrio, "un sitio donde hay muy buena gente, trabajadora", pero a la vez recuerdan que incluso gente de El Coronil, un pueblo situado a 47 kilómetros de su churrerí les han donado dinero.

Jesús no sabe cómo va a agradecer toda la ayuda que está teniendo, pero sí tiene claro que el día que levante la persiana de nuevo invitará a churros a todo el que quiera, porque es la única forma que tiene de agradecer lo que está viviendo en medio del peor episodio de su vida.