"El bloc"
Empachados
“A los dirigentes los ha desquiciado el año de ordeno-y-mando que les ha regalado el coronavirus”
Monseñor Talleyrand, que ha pasado con justicia a la Historia como epítome de cinismo e hipocresía, aconsejaba a los gobernantes mantener a la mano izquierda ajena a lo que se firmaba con la derecha. En un alarde de bipolaridad, Juanma Moreno se aplica el principio corregido y aumentado, pues empuña con la diestra la pluma con la que rubrica a los tribunales las peticiones de cierres perimetrales –La Campana ha sido el último– mientras agita la otra, con indignación a la fuerza fingida, porque el Gobierno no le permite abrir las discotecas. Parece, o sea, que el furor restrictivo sólo le amaina al Pequeño Bonaparte de San Telmo cuando la apertura no es por aliviar la ruina de sus súbditos (digooooo, de sus administrados), sino para confrontar puntas de testuz con el Emperadorcito de La Moncloa. He aquí las miserias de la campaña electoral permanente y de la denominada «sondeocracia». Para colmo, el tamaño de Andalucía propicia que la sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) con sede en Sevilla sancione lo mismo que inadmite idéntica sala con sede en Granada, lo que multiplica la sensación del ciudadano de vivir en una democracia con separación de poderes, vale, pero caídos todos en manos de una cuadrilla de mandriles beodos. Definitivamente, atinó el filósofo Bernard-Henri Lévy al titular su último ensayo «Este virus que nos vuelve locos»: más que a nadie, vistos su comportamiento errático y su cimbreante criterio, a aquéllos a quienes ha castigado el Altísimo con alguna responsabilidad institucional durante la pandemia: los ha desquiciado el año de ordeno-y-mando que les ha regalado el coronavirus, igual que termina doblado por la diarrea el niño que se zampa toda la caja de bombones de una sentada.
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