"Las crónicas del salitre"
Parece que anda suelto Satanás
“Su música fue una recreación del blues más negro, realizada por cinco arrabaleros que ya traían unas cuantas lecciones aprendidas de la calle”
No eran los más guapos, llamativos sí, pero ni mucho menos los más bellos. No eran niños pijos de clase acomodada, más bien todo lo contrario (a los Beatles les pasaba igual). Su música fue una recreación del blues más negro, realizada por cinco arrabaleros que ya traían unas cuantas lecciones aprendidas de la calle… Los Rolling Stones eran otra historia, y el tiempo se encargó de demostrarlo.
Los Stones (en España siempre serán «Los Rolling», insisto) siempre han llevado consigo la leyenda negra, lo chungo o lo medio pensionista del negocio. Echan a Brian Jones, su guitarrista principal. Éste se suicida ahogándose en su piscina y, a las pocas semanas, le dedican un multitudinario concierto en el Hide Park londinense. La palabra «oportunistas» siempre les ha sobrevolado. Las idas y venidas a la comisaría por posesión y consumo de drogas fue una constante durante cuarenta años de su historia. Estuvieron de gira por el Canadá y Keith Richards (también lo hizo Jagger) se encama con Margaret Trudeau, la esposa del primer ministro y madre del actual, que, de regalo, además de la cornamenta para el mandatario, trajo la detención del guitarrista. Condena por drogas, unos días de talego, lío internacional, salida por peteneras y ni se le ocurra volver. En el concierto de Altamont (California) contratan de equipo de seguridad a los moteros de Hell Angels y todo acaba como el rosario de la aurora, incluido un muerto y varios heridos (todo puede verse en el documental Gime Shelter). «Simpatía por el Diablo» incluye una estrofa sobre el asesinato de Bobby Kennedy en Los Ángeles, sucedido dos días antes. Por cierto, la copla fue grabada en París, donde el estudio se incendió misteriosamente. Desde los años ochenta, la banda funciona como sociedad limitada, en la que cada miembro (Jagger, Richards, Watts y Wood) lleva su propio abogado a las reuniones empresariales del grupo, que son todas. Las relaciones extra matrimoniales son una constante entre todos ellos, con hijos menores que sus nietos. Musicalmente han pasado por temporadas brillantes como fanegas y fanegas de tierra y también por no poco barbecho creativo, que coincidía con las peleas internas de Jagger y Richards. En directo siguen siendo únicos, aunque Keith Richards –el esnifa padres, pues lo hizo con las cenizas de su progenitor– meta la gamba guitarrera, mínimo 4 ó 5 veces por actuación.
Pese a todo esto, son la mayor banda de Rock & Roll de la historia, los putos amos del negocio, que hace unos días anunciaron su vuelta a la carretera para retomar la gira americana ininterrumpida por el Covid en 2019. Pese a ser pacientes de riesgo y que el bicho insista en joder al mundo, los Yayos han vuelto para seguir sacándonos la lengua.
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