"El bloc"

¿Consenso? ¿Y si sí?

“Espadas ya se ha ofrecido, decíamos, a votar los presupuestos andaluces bajo la condición de sacar a Vox de la ecuación”

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y el líder del PSOE-A, Juan Espadas. EFE/ Julio Muñoz
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y el líder del PSOE-A, Juan Espadas. EFE/ Julio MuñozJulio MuñozAgencia EFE

Estrenado octubre, no queda ya tiempo para impedir que la XI legislatura del Parlamento de Andalucía transite hasta 2022, su último año por imperativo legal. He ahí el primer triunfo del autodenominado «Gobierno del cambio», nacido ahíto de enemigos y agoreros que le pronosticaban brevedad bananera. Y mientras Juanma Moreno amaga para acojonar a Vox con unos presupuestos consensuados con Juan Espadas, corredor de fondo consciente de que su hora llegará tras un cuatrienio de maceración opositora –igual le ocurrió en el Ayuntamiento de Sevilla–, su valido ahorma una alianza transversal con las otras comunidades mediterráneas castigadas por el nuevo modelo de financiación autonómica: la socialista-pancatalana Valencia y la casadista-ultramontana Murcia. El presidente de la Junta lo está haciendo todo bien en su propósito de pasar ocho años confortablemente instalado en San Telmo, hazaña con la que jamás soñó ningún líder conservador andaluz y menos él, designado casi por descarte por el dedo de Rajoy. Es la (enésima) prueba viviente de que el carisma se adquiere ejerciendo el poder y de que un candidato flojo tiene muchas opciones, carambola aritmética mediante, de convertirse en un gobernante solvente. Lo que sí le enseña la adhesión de Ximo Puig a este frente vindicativo al nuevo líder del socialismo andaluz es que debe marcar distancias con Pedro Sánchez para que su electorado no huya en masa, ora hacia otros partidos ora a la abstención. Al progresista moderado le rechinan las amistades tóxicas del Gobierno y el sectarismo que exudan sus políticas. Espadas ya se ha ofrecido, decíamos, a votar los presupuestos andaluces bajo la condición de sacar a Vox de la ecuación. Es el viejo ‘divide et impera’, sí, pero también podría ser el primer paso de un camino prometedor.