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Marbella Vice

Al PP andaluz se le complica una de las plazas más importantes de la región

La alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, junto al edil de Hacienda, Félix Romero. AYUNTAMIENTO DE MARBELLA
La alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, junto al edil de Hacienda, Félix Romero. AYUNTAMIENTO DE MARBELLAAYUNTAMIENTO DE MARBELLAAYUNTAMIENTO DE MARBELLA

Transitando por el último semestre de la legislatura municipal, al PP andaluz se le complica una de las plazas más importantes de la región por su enojosa tendencia a conducirse, no según principios ideológicos ni morales, sino con criterios puramente demoscópicos. Si alguna encuesta prometiese un cuarto de punto de ascenso por comer chinchetas, éstos mandarían a algún viceconsejero todas las mañanas a desayunar a una ferretería y buscarían a un sacamantecas ataviado con bata blanca para loar las virtudes nutritivas y hasta salutíferas de puntillas, alcayatas y tuercas.

Ángeles Muñoz, alcaldesa de Marbella y senadora, posee un patrimonio mucho mayor que el que podría haber adquirido legítimamente con el dinero cobrado por su trabajo como médico, hasta mediados los noventa, y en sus diversos cargos públicos. También tiene a un marido al que la Audiencia Nacional ha procesado por «blanqueo de capitales procedente del tráfico de drogas» y pertenece a un partido que no quiere sacar conclusiones precipitadas.

Bueno, bueno… La explicación a tan indefendibles contemplaciones es: Muñoz lleva fosilizada en la alcaldía desde 2007, con un breve interregno del socialista José Bernal, y la lógica caciquil en la que vive la ciudad desde tiempos de Jesús Gil desaconseja removerla de la candidatura de mayo, como dicta el más elemental sentido de la decencia, so riesgo de perder el ayuntamiento y comprometer la Diputación de Málaga, una de las joyas de la corona pepera. Uno se resiste a pensar que, en política, el cálculo artero continúe dando más rédito que la firmeza contra la corrupción o contra los comportamientos que, sin serlo desde un punto de vista jurídico, puedan asemejársele. Pero unos estrategas mucho más listos han decidido que es mejor sostenella y no enmendalla.