
Homenaje
Almería consuma su vínculo histórico con Los Coloraos
Los restos mortales de los liberales fusilados por el absolutismo son trasladados a la Plaza Vieja de la ciudad. La alcaldesa apela al «entendimiento, diálogo y respeto mutuo»

Almería ha consumado su vínculo histórico con los veintidós liberales que desafiaron el absolutismo de Fernando VII para retomar el espíritu reformista de la Carta Magna de 1812, con el traslado de sus restos mortales al Lugar de Memoria Histórica donde se erige un monumento a su memoria. Aunque corría el año 1824 cuando estos combatientes procedentes de Gibraltar y vestidos con el uniforme de marina británico fueron capturados y fusilados, tanto su legado, como el color rojo de las casacas que vestían, calaron profundamente en la memoria de una ciudad que pronto erigió un monumento en su honor, el conocido como el «pingurucho» de Los Coloraos.
Si bien la columna conmemorativa original de Los Mártires de la Libertad fue destruida en 1943, a finales de los ochenta se construía la réplica que hoy se puede ver en la Plaza de la Constitución de Almería y bajo la que descansan ahora los difuntos, tal y como se acordó con la Asociación Bicentenario de Los Coloraos. «Llevo 10 años detrás de que llegara este día», declaró emocionada la presidenta del colectivo, la historiadora Carmen Ravassa, quien consiguió localizar los huesos de los sublevados en un nicho sin identificar de los cementerios de San José y Santa Adela, a partir de sus numerosas indagaciones en los archivos. «Solos no hubiéramos podido conseguir nada», agradeció el apoyo a las autoridades mientras sujetaba un estandarte con el símbolo de la entidad, ya que «sin el apoyo del Ministerio esto en lugar de diez, podría haber tardado veinte, treinta años o no haberse hecho nunca».
Tras su declaración como Lugar de la Memoria el pasado año, el primer sitio en recibir esa consideración, con este acto «el Gobierno de España cumple con la memoria de estos mártires, para alzar la voz por la libertad, la paz y la justicia entre los pueblos», como señaló el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática del Gobierno de España, Ángel Víctor Torres, encargado de presidir una inhumación dirigida y supervisada por el antropólogo y forense Francisco Etxeberría.
«Su sacrificio no fue en vano: quedó grabado en la memoria de este pueblo, que nunca olvidó el eco de su gesta, pese a que la intolerancia y la ignorancia pretendieron silenciarlos y la dictadura franquista incluso destruyó su monumento de homenaje», subrayó el ministro Torres, reivindicando el legado histórico de Los Coloraos como «un símbolo de la lucha por la libertad y la democracia», puesto que ellos son «quienes la Historia recuerda con un nombre cargado de dignidad y de memoria». «Amaron la libertad por encima de sus propias vidas», reiteró el ministro, calificando como hecho histórico el retorno de Los Coloraos a la Plaza Vieja de Almería.
Así, el nombre de estos liberales, «grabado de nuevo en la base del monumento, nos recuerda el deber de seguir construyendo entre todos una Almería asentada en los valores de la libertad y comprometida permanentemente con la búsqueda del entendimiento, el diálogo y el respeto mutuo», aseguró la alcaldesa, María del Mar Vázquez, refiriéndose al «vínculo de la sociedad almeriense con un hecho histórico al que el Ayuntamiento rinde solemne homenaje anual cada 24 de agosto». Vázquez destacó, además, «a todos aquellos que a lo largo de la historia han contribuido, con su ejemplo y compromiso, a conformar la sociedad democrática, libre y plural que hoy disfrutamos», en una ceremonia que comenzó con rendición de honores a cargo de la Guardia Civil y el trasladado los restos, escoltados por efectivos de la Policía Local de Almería, hasta el pie del monumento a los Mártires de la Libertad, mientras la Banda Municipal de Música interpretaba la Marcha Fúnebre de Chopin.
A la inhumación siguió una ofrenda floral y la interpretación del himno nacional, ante un centenar de vecinos y autoridades que quisieron participar en el homenaje a los restos identificados tras medio siglo en paradero desconocido, debido a la referida destrucción del elemento monumental junto al que originalmente reposaban. Fue el alcalde Vicente Navarro Gay el que en 1943 ordenó derribarlo y destinar sus piedras para adoquinar las calles ante la previsible visita de Franco a la ciudad, para evitar que pronunciara su discurso frente a un símbolo liberal y constitucionalista. En 1988 se reconstruyó el monumento en mármol de Macael.
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