Semana Santa

La cartelería: del exceso, la mediocridad y la excelencia

Fernando Mañes reflexiona sobre los requisitos que debe cumplir un buen cartel de Semana Santa para que impacte

Cartel de la Semana Santa de Cádiz de 2003
Cartel de la Semana Santa de Cádiz de 2023La RazónLa Razón

El autor Guillermo Mateos de los Santos expuso en su libro «Un siglo de carteles festivo-religiosos en Sevilla (1881-1987)» que la fecha a partir del cual comenzó la cartelería cofrade, tal y como la conocemos actualmente, fue en el año de gracia de 1881 y tuvo su origen en los talleres de litografía de Jules Cheret en 1866.

De esta obra, pieza fundamental para entender la cartelería y conocer su evolución en Sevilla, se podría destacar esta afirmación que continúa vigente: «El medio más importante de nuestra cultura, exclusivamente visual, es el cartel, que a pesar de que se lleva utilizando más de un siglo, y de la aparición de poderosos y nuevos medios de propaganda, sigue en creciente auge». El propio diseñador Casandre defiende que la pintura es un fin en sí mismo y que el cartel no genera noticia, sino que solo transmite: «nadie le pregunta su opinión, sólo se le pide que proporcione un enlace claro, bueno y exacto».

Cartel de la Semana Santa de Sevilla de 1984
Cartel de la Semana Santa de Sevilla de 1984La RazónLa Razón

Esta última reflexión nos lleva a preguntarnos: ¿qué se anuncia? Dejando de un lado otros actos cofrades previos y periféricos, el hecho de transmitir lo que supone la Semana Santa ya es un tema complejo. ¿Se anuncia la pasión, muerte y resurrección de Jesús? ¿Procesiones? ¿Un acontecimiento religioso y espiritual? ¿Es un mero evento, cultural, popular o turístico? Evidentemente, todos estos interrogantes nos abrirían el camino a unos tan encendidos como apasionantes debates. Además de considerar qué se anuncia en un cartel, está el cómo se anuncia, lo que nos conduce a la constatación del hecho de que pasan los años y el cartel no ha perdido su indiscutible protagonismo, no suponiéndole rival alguno los avanzados medios de comunicación visuales.

La cartelería cofrade, desde sus inicios, se encuentra fuertemente vinculada con su vocación artística en el ámbito de la pintura, a pesar de ciertas veleidades en su exposición a través de la fotografía, presente aún en muchos lugares, pero es en la pintura donde la cartelería encuentra la auténtica fuerza de su expresión religiosa por medio del pincel.

La situación actual de la cartelería se puede analizar en torno a los conceptos «popularización» y «exceso». Desde su lado más perverso, la popularización ha propiciado la proliferación de muchos carteles de cofrades aficionados a la pintura, primando en muchas localidades más la relación social que la profesionalidad. Por otra parte, este exceso, mediante el que aporta la internet a la difusión, sí ha permitido que carteles de importantes artistas tengan el reconocimiento tanto del público como de profesionales del mundo del arte, situados fuera del ámbito estrictamente cofrade.

Este contraste refleja esta dualidad entre la modernidad y calidad artística de Andalucía –sin duda la región con mejor producción contemporánea–, y el conservadurismo que puede atribuirse a la falta de consumo de arte contemporáneo en nuestra región que es lo que realmente anima y empuja a los aficionados a pintar, limitándose, sin embargo, a imitar a los clásicos que si están bien asentados en el colectivo popular, cuando podemos apreciar, no obstante, en este sentido, la influencia tan positiva del arte contemporáneo en la cartelería de Cuenca.

Para conocer las bases de composición y estética es recomendable acudir tanto a la obra del ya citado Guillermo Mateos como también a la tesis doctoral de Agustín Israel, y siempre incidiendo, como premisas fundamentales, en la necesidad de que el mensaje sea claro, la imagen impacte y la ejecución resulte perfecta; he ahí el cartel de Semana Santa.