Doce años después del 15-M se afianza el divorcio de las izquierdas en Andalucía

Se llamó «spanish revolution» al movimiento surgido en las plazas, al amparo del entonces ministro de Interior Rubalcaba y de las tiendas de campaña Quechúa, en torno a la fecha simbólica del 15-M. La iniciativa surgió con la vocación de la bacteria, los organismos capaces de romper la parte más dura del organismo, pero se quedó en lo simbiótico y los partidos surgidos entonces desde los parques públicos, básicamente Podemos, conforman un actor más del sistema. Doce años después y con unas elecciones municipales sobre la palestra, la sempiterna vocación de muñeca rusa de las izquierdas se ha acrecentado en la comunidad andaluza. Podemos e IU confluyen, mal que bien –y ahí está la experiencia en el Parlamento andaluz como prueba–, donde pueden, en función de la simpatía entre sus miembros y en parte al margen de Sumar de Yolanda Díaz, y la que fuera líder andaluza del movimiento, Teresa Rodríguez, acompaña en los carteles a los candidatos de la formación de la que, en cierto modo, se apropió, Adelante Andalucía, como rostro mediático en busca de votos a pesar de su anunciada salida de la primera línea política.

En diversos debates televisivos, como pasó en las autonómicas, IU ha denunciado para impedir la participación de Adelante, dentro de una batalla entre las izquierdas que se remonta a la escisión en el Parlamento andaluz la pasada legislatura. Cádiz es la única capital en manos de las izquierdas, con «Kichi» al frente, que ha dado paso a David de la Cruz, quien no participará en el debate representando a Adelante Izquierda Gaditana.

Podemos e IU se presentan juntos en Almería, Sevilla, Huelva, Córdoba y Málaga, mientras que las disputas han frustrado la confluencia en Cádiz, Granada y Jaén.