
Méritos e infamias
Envidia vaticana
"En menos de un mes, la Iglesia ha sido capaz de darle la vuelta la Historia, de demostrar una vez más por qué conserva la agilidad suficiente para no perder el ritmo"

La Iglesia disfruta de un éxito de más de dos milenios porque encontró en su momento un método infalible para sobrevivir a sus contradicciones, que en realidad no existen. Desde el seminario a la Capilla Sixtina todo marcha bajo el ritmo de una lógica constante, libre y efectiva. Es una maravilla ver cómo en el Vaticano celebraron la sucesión del Papa Francisco con el mismo nerviosismo que un mortal se cambia de camisa.
Si no fuera por algunos pecadillos de juventud y el compromiso con ciertos votos perpetuos, no me importaría formar parte del engranaje vaticanista. Nada falla y todo funciona,además con sotana y cierta edad. Qué maravilla, leche, pienso mientras escucho por el transistor que el Gobierno va a tardar varios meses en dar explicaciones por el apagón. En Roma, su objeto de discusión es la esencialidad de la metafísica, lo intangible entendido bajo un dogma. En cierta medida es lo que nos piden desde el Gobierno, un constante asombro ante la nada que debemos entender como real, pero nuestra fe en ellos no da para tanto.
Esta semana en el Congreso, como siempre, nadie ha sacado en claro qué sucedió para que fuéramos todos a negro. Ni una sola explicación que nos acerque a la verdad. Todo lo más elucubraciones y ejercicios vanos de defensa. A los ojos de la ciencia todavía es demasiado pronto para contar, con pelos y señales, a los españoles quién o quiénes metieron la pata. El PP exige que una auditoría externa depure responsabilidades, pero la gran pregunta es qué concretamente pasó aquel lunes negro.
Ni idea, la misma que una semana después recibieron los miles de viajeros que, una vez más, se quedaron atrapados en el AVE. Nada por aquí, nada por allí. España debe ser uno de los pocos lugares de la Galaxia donde suceden acontecimientos a millones de personas pero sin culpables, vivimos en la Gloria, nadie debe cargar con el peso de la cruz. En menos de un mes, la Iglesia ha sido capaz de darle la vuelta la Historia, de demostrar una vez más por qué conserva la agilidad suficiente para no perder el ritmo y ser actual en 2025. La llegada de León XIV provoca que muchas voces en la Iglesia pidan un nuevo concilio para acompasar los tiempos de la realidad eclesial. Nosotros, fieles sufridores de “Manual de Resistencia”, pecadores terráqueos, lo que pedimos son y llanamente elecciones.
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