"El bloc"
Lágrimas desde el escaño
"Que toda una expresidenta autonómica reclame un carguito para los fieles que le quedan, cuando ella se izó hasta San Telmo sobre una pila de cabezas cercenadas es verdaderamente triste"
La magnitud de la crisis de los socialistas andaluces se percibe en detalles como la intervención de dirigentes tan amortizados como Susana Díaz, que lleva diez o doce siglos arrastrando la bola de la vergüenza por haber perdido la Junta y su presupuesto billonario.
Las escaramuzas intra-provinciales en Málaga, camino de la irrelevancia, y Sevilla, donde supervivientes de varios naufragios aún respiran agarrados al mástil de la Diputación, en este “mid-term” de la Segunda Legislatura Triunfante del morenismo anticipan la guerra a muerte que se desatará al término del próximo ciclo electoral: varios millares de hambrientos en sangrienta rebatiña por unas migajas e incluso episodios de canibalismo en busca de un Géricault que los pinte.
Que toda una expresidenta autonómica y (antigua) aspirante a la secretaría general del PSOE reclame un carguito para los fieles que le quedan, cuando ella se izó hasta San Telmo sobre una pila de cabezas cercenadas en peleas orgánicas, es verdaderamente triste; que el encargado de mandarla a paseo sea un tal Paco Reyes, cacique comarcal jiennense, es para partirse de risa.
La que se autoproclamó “niña de Felipe González” debería haber aprendido alguna maña de su mentor, acuñador de la atinada expresión “jarrón chino” que planteó donde Pablo Motos una enmienda a la totalidad no sólo del Gobierno de Pedro Sánchez, sino sobre todo de la influencia de José Luis Rodríguez Zapatero, embajador plenipotenciario del Grupo de Puebla, esa horda satánica que navega entre el narcoterrorismo bolivariano y la yihad chií.
Cuando el tiempo de uno (o de una) ha pasado, conviene saber elegir entre ejercer la autoridad moral o someterse a la caritativa voluntad del antiguo adversario a ver si cae un escaño en el Senado o una concejalía de pueblo.
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