"El bloc"

Mamarracho transversal

"La nómina de premiados era extensa y diversa, pudiera decirse incluso abigarrada con notas de exotismo como esa Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao"

Los Reyes en la entrega de las Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes
Los Reyes en la entrega de las Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes EPEP

La descentralización era esto, según parece, y el Palacio de Congresos de Cádiz albergó el miércoles la entrega de las 32 Medallas de Oro a las Bellas Artes que el Ministerio de Cultura concedió en el año 2022. Quince meses de preparación de la ceremonia, para regocijo de lectores de Larra, nostálgicos agarrados hasta hoy al tópico de la parsimonia del funcionariado patrio. En la antigua Fábrica de Tabaco, los Reyes, el guapo ministro del ramo, de encaste soberanista catalán recriado en el yolandismo evanescente, y las autoridades locales –peperos que mandan en la región, la provincia y la ciudad–. La nómina de premiados era extensa y diversa, pudiera decirse incluso abigarrada con notas de exotismo como esa Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao, e incluía a andaluces distinguidos a título póstumo con todo merecimiento: Pepe Guirao y María Jiménez. El propuesto para hablar en nombre de todos, sin embargo, fue Víctor Manuel, cantautor que se autodefine como «el nieto del picador», no precisamente de los que se enfrentan a los ejemplares de la ganadería Miura, también galardonada en el evento, sino de los que picaban bajo tierra en la cuenca minera asturiana. Hay una suerte de coherencia en la trayectoria de este artista, que pasó de componer odas a Franco a actuar en los mítines del PCE –dos religiones de fuerte arraigo popular y, sobre todo, populista– y a quien ahora aplauden en comandita monarcas, izquierdistas caviar y pisaverdes conservadores: diríamos «transversal» en el idioma de la Sacrosanta República de la Modernidad, pero usted y yo sabemos que no hay por dónde coger esta (permanente y masiva) impostura. Casi consumido un cuarto del siglo XXI, amigos, volveremos a escuchar evocaciones devotas al «Pueblo». Qué pereza.