Opinión | El bloc
¡Lluvia!
«No podemos estar tristes por la llegada de una lluvia por la que tanto hemos rezado», recordaba la hermandad del Cristo de Burgos
Como Juanma Moreno debe estar ya más en la proyección planetaria que en las cosas de aquí, a lomos de la mayoría absoluta se inocula igual el virus del Síndrome de San Telmo que el de La Moncloa, pidió en su visita al Papa más por la paz en Gaza y Donetsk que por las nubes negras sobre los olivares andaluces. (Aún no se ha adherido la Junta a la geopolítica según Francisco, que preconiza la rendición de Ucrania y la bofetada sobre la otra mejilla israelí, pero todo se andará.)
El caso es que el presidente regional se encomendó al Todopoderoso para cuestiones internacionales porque para la sequía doméstica ya había arbitrado él en su sabiduría –no confundir con Él en su omnisciencia– una solución genial: restricciones de agua en verano, como pensaba hacer el Molt Honorable Aragonès en Cataluña. Pero Dios, que vela más por los administrados que por los burócratas (alabado sea), prefirió atender al devoto labriego antes que al gobernante sinuoso. Mandó así a la borrasca Nelson descargar el chubasco bendito, por dos veces providencial: por salvífico y por ser fruto de la Divina Providencia.
«No podemos estar tristes por la llegada de una lluvia por la que tanto hemos rezado», recordaba la hermandad del Cristo de Burgos en el comunicado que anunciaba la suspensión de su estación de penitencia el Miércoles Santo. Una dicha propia de la gente de fe que deberían aprehender tantos cofrades, católicos a la violeta, compungidos por no haber podido jugar a los pasitos esta semana. Total, el pleno de ocupación hotelera llevaba tiempo garantizado… A ver si abril hace honor al proverbio descargando ese millar de aguaceros que llene los pantanos y vacíe de ideas peregrinas las cabecitas de los salvapatrias. El Altísimo escuche (otra vez) nuestras oraciones.
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