Cultura

La obra más íntima y personal de Luis Feito ultima su paso por el Museo Thyssen de Málaga

Nueve pinturas, que hasta ahora se encontraban colgadas en las paredes de la casa del artista, conforman una exposición única que finaliza el 11 de junio

Una de las obras de la exposición de Luis Feito colgada en el salón de su casa
Una de las obras de la exposición de Luis Feito colgada en el salón de su casaMuseo Carmen Thyssen Málaga

Hasta hace tres años era casi imposible disfrutar de las obras que el pintor Luis Feito tenía colgadas en su casa-estudio de Madrid. Sin embargo, desde el 16 de marzo, en el nonagésimo cuarto aniversario de su nacimiento, y hasta el próximo 11 de junio, el Museo Carmen Thyssen de Málaga ofrece la oportunidad de conocer una selección de la obra más personal e íntima del artista madrileño que, hasta su fallecimiento en febrero de 2021, se encontraban en su hogar.

Según explican desde el museo, la exposición “Luis Feito. La pintura misma. Colección del artista (1956-1962)” está compuesta por nueve obras en las que se percibe el “intenso combate de fuerzas que el artista libró en cada pintura, trasladando a los lienzos una fuerte carga emocional y expresiva, que impresiona al espectador y sintetiza el impulso creador” de uno de los representantes más destacados del movimiento de la abstracción en España.

Feito estuvo vinculado toda su vida al mundo del arte, destacando la década de los 50 como el impulso de su carrera. Ha participado en numerosas exposiciones tanto a nivel nacional como internacional y su obra se encuentra presente en importantes museos y colecciones de arte en España y en otros países. Asimismo, fue miembro fundador del grupo de artistas conocido como El Paso, creado en 1957, que buscaba renovar el panorama artístico español y promover el arte abstracto. El grupo, que incluía a otros artistas destacados como Antonio Saura, Rafael Canogar y Manolo Millares, tuvo una gran influencia en el arte español de la época.

Su obra inicialmente estuvo influenciada por el expresionismo y el surrealismo, pero posteriormente evolucionó hacia un estilo abstracto caracterizado por el uso de formas y colores simples. En este contexto, la exposición se centra en un período crucial en la carrera del artista, cuando desarrolla un estilo distintivo y muy reconocible para el público, después de haber trabajado en una pintura a todo efecto monocromática durante los primeros años de El Paso.

Nº 280, 1962. Óleo y arena sobre lienzo, 114 x 162 cm. Colección del artista.
Nº 280, 1962. Óleo y arena sobre lienzo, 114 x 162 cm. Colección del artista.Museo Carmen Thyssen Málaga

En las paredes de su casa y su taller cuelgan obras que recorren su trayectoria, desde los inicios figurativos y los primeros tanteos abstractos, pasando por su etapa informalista, en los años de El Paso, su obsesión por la geometría, su choque de fuerzas continuo con una pintura indomable o su inspiración oriental, hasta sus últimas obras, broche de una carrera fundamental para entender la abstracción española del siglo XX.

Gracias a la generosidad de su heredero, nueve extraordinarias pinturas con las que Luis Feito convivió en su hogar hasta el final de sus días conforman esta exposición, permitiendo a los visitantes aprehender el combate que la pulsión creativa del pintor libró en la superficie de cada cuadro, en el que quizá fuera el momento más brillante de su trayectoria.

La abstracción de Feito en esos años, parca en colores y en formas, está cargada de sugerencias interpretativas. Sin embargo, en sus obras Feito no veía más que «la pintura misma», una pintura pura, esencial, despojada y silenciosa, que incluso se refleja en la ausencia de títulos y en la mera identificación de las obras con números. Pese a su potencia visual, en ese sentido los cuadros de Feito son simplemente pinturas compuestas a partir de modulaciones de la materia, la luz y el color, que parten de gruesos empastes concentrados en determinadas zonas del lienzo y se aligeran en otras, como si el caos se diluyera y desde la tensión surgiera la calma.

El período que revisa esta exposición es el de los primeros años pasados en París, donde Feito se instala a mediados de los cincuenta, tras hacer en Madrid sus primeras muestras individuales.

Tras unos tanteos iniciales sobre el poscubismo y composiciones dominadas por el grafismo y las geometrías lineales, Feito se entrega pronto a una pintura cuya propia materialidad, liberada de toda norma, es la protagonista, y en la que se adentra en la «experiencia del caos», como lo veía el crítico Pierre Restany en 1959. Y lo hace en obras de absoluta libertad compositiva, caracterizadas por una potente gestualidad y expresividad del trazo y por unos tonos esenciales, negros, blancos, ocres y –desde 1961-1962– rojos, mezclados a veces con arena y aplicados sobre el lienzo dispuesto en el suelo, en un esfuerzo creativo que lo es también físico. En ellas se percibe asimismo una geometría latente, en algunos círculos apenas sugeridos que, avanzados los sesenta, se independizarán, en la siguiente etapa de experimentación abstracta del pintor y se convertirán en parte de su gramática primordial.

Para recorrer fugazmente la obra informalista de Feito, el montaje de la exposición enfrenta en el espacio de la Sala Noble cuadros negros y rojos, carbón y fuego, oscuridad y luz, armonías y desequilibrios, buscando confrontar al espectador con una pintura que, en su simplicidad, remueve las entrañas y hace partícipe a quien observa de la lucha interior de su autor: «sólo puedo invitar a leer en mis cuadros aquello que queda dicho por la pintura: mis deseos, ideas y posibilidades, mi manera de sentir y pensar con el único lenguaje en que intento conseguir expresarme». Un arte que parece destinado a los grandes formatos y que resulta, en definitiva, apabullante y arrebatador.

Las nueve pinturas, de gran formato, están realizadas entre 1956 y 1962, un período fundamental en la producción informalista de Luis Feito. Son obras de gran potencia visual que ponen de manifiesto la maestría técnica que alcanzó el pintor a finales de los cincuenta y por la que logró un gran reconocimiento internacional.