
Fauna
Cono a la 'vizcacha', el curioso roedor con cara de tener sueño todo el día
Estos animales peludos son conocidos por la expresión de su rostro, que parece siempre cansado

No son pocas las personas que durante las primeras horas del día llevan una cara larga y cansada, fruto de pocas horas de sueño o de un descanso insuficiente. Por norma general, un buen almuerzo o un café bien cargado suelen activarlas y eliminar de sus rostros esa marca de cansancio. Sin embargo, sucede a veces que alguien tiene un rictus natural que, aunque por dentro no se sienta de determinada manera, su apariencia externa indica lo contrario.
A required part of this site couldn’t load. This may be due to a browser
extension, network issues, or browser settings. Please check your
connection, disable any ad blockers, or try using a different browser.
Nuestro cerebro ha evolucionado para leer cualquier signo no verbal en otras personas, por eso es fácil distinguir, tras un muy breve periodo de tiempo, si alguien está enfadado o simplemente hemos malinterpretado sus rasgos corporales. Estamos tan acostumbrados a percibir de forma inintencionada esta clase de señales que incluso aplicamos los mismos criterios, sin darnos cuenta, con los animales. Esto, en ocasiones, puede ser algo desconcertante o poco intuitivo.
En toda América del Sur es bien conocida una clase de roedor que se ha hecho viral en los últimos años precisamente por su expresión facial, ya que parece estar a punto de 'caerse de sueño' constantemente. Las apariencias (como siempre) engañan, ya que estos pequeños animales esconden una vida mucho más activa y dinámica de lo que sugiere su cara, que pide a voces una siesta lo antes posible.
Así es la 'vizcacha', el curioso roedor con cara de tener sueño todo el día
El animal del que hablaremos hoy habita en el vasto paisaje de Sudamérica, entre montañas áridas, llanuras rocosas y desiertos fríos. Se trata de un encantador roedor de pequeño tamaño que se conoce comúnmente como 'vizcacha' y guarda cierta semejanza visual con un conejo común. Su expresión adormilada y sus orejas largas la han convertido en una sensación en redes sociales, pero detrás de su tierna apariencia se esconde un todoterreno resistente a los entornos más extremos del continente.
Existen distintas especies de vizcachas, pero la más conocida es la 'vizcacha de la sierra' (Lagidium viscacia), que vive en los Andes de países como Argentina, Chile, Bolivia y Perú. Se la puede encontrar desde los 2.500 hasta los 5.000 metros sobre el nivel del mar, donde las temperaturas pueden caer por debajo de los cero grados durante la noche. En estos hábitats inhóspitos, la vegetación es escasa y los vientos son intensos, por lo que las vizcachas han desarrollado una serie de adaptaciones que les permiten prosperar.

Estos roedores tienen el cuerpo cubierto por un denso pelaje gris amarillento, que actúa como un abrigo natural y les protege del frío. Sus patas traseras son fuertes y musculosas para saltar entre las rocas con una agilidad similar a la de una cabra montesa. Por norma general, son animales gregarios que viven en colonias o grupos familiares, aprovechando grietas y huecos entre piedras para construir sus madrigueras. Estas estructuras no solo sirven de refugio frente a depredadores como el zorro o el puma, sino también como resguardo del viento y las temperaturas extremas.
¿Por qué parecen adormiladas constantemente?
El rasgo más conocido de la vizcacha es su expresión facial: sus ojos semicerrados, mejillas redondeadas y un bigote espeso le da un aire de melancolía, perpetuamente somnoliento o resignado. No es que estos pequeños roedores estén 'cansados de vivir', sino que su cara se debe a una natural evolución para adaptarse a las duras condiciones del entorno donde habita.
Sus ojos y párpados están adaptados a la intensa radiación solar de las zonas altas donde vive. Al mantener los ojos entrecerrados, la vizcacha reduce la cantidad de luz que entra, evitando daños en la retina y conservando humedad. Además, sus actividades diarias suelen desarrollarse durante las primeras horas de la mañana y el atardecer, cuando la luz es menos intensa y la temperatura más soportable.
El resto del día lo pasa descansando entre las rocas, acurrucada, lo que refuerza esa apariencia de cansancio perpetua. En realidad, lejos de ser perezosa, la vizcacha es un mamífero muy activo durante sus periodos de vigilia. La mayor parte de su tiempo la dedica a la recolección de alimentos, principalmente pasto y hojas, que acumula en su madriguera. También gasta grandes cantidades de energía a diario en acicalarse: la limpieza es fundamental para estos animales que viven en tan secos.

Además, las vizcachas tienen una organización social sorprendentemente compleja. Viven en grupos organizados para aumentar sus posibilidades de supervivencia, y los individuos se comunican constantemente a través de chillidos, silbidos y gruñidos. Cada sonido tiene un propósito, y el resto de habitantes de la colonia lo conocen, es casi un lenguaje interno que utilizan para alertar sobre depredadores o marcar su territorio.
Los machos dominantes son los encargados de vigilar al grupo, mientras que las hembras permanecen cerca de las madrigueras, al cuidado de las crías. Estas, al contrario que las de muchos pequeños roedores, nacen completamente desarrolladas, con los ojos abiertos y cubiertas de pelo, lo que les permite ser independientes en poco tiempo. Tanto en cautiverio como zonas de turismo cercanas a sus hábitats, es común que las vizcachas se muestren curiosas con la gente.
Más allá de su apariencia adorable, las vizcachas cumplen un papel fundamental en el ecosistema. Al excavar madrigueras y remover la tierra, contribuyen a la aireación del suelo y facilitan el crecimiento de nuevas plantas. Además, sirven de alimento a varias especies de carnívoros. Sin embargo, en algunas regiones rurales son vistas como plagas por alimentarse de cultivos o pastos, lo que ha llevado a la caza o al control poblacional.
✕
Accede a tu cuenta para comentar