Mascotas

El descubrimiento sobre los perros que obliga a reescribir lo que sabíamos del asma infantil

La convivencia con un perro desde el nacimiento podría ser la mejor vacuna contra el asma infantil, según revela una investigación canadiense que asocia su alérgeno a una notable protección en los bebés con mayor riesgo genético

El laboratorio Anna Zamansky ha comenzado a explorar en un campo que hasta ahora era sujeto a interrogantes: la interpretación de las emociones de nuestras mascotas
Dos perros jugandoDreamstime

Lo que para un niño con una alergia diagnosticada es un riesgo evidente, para un recién nacido podría ser todo lo contrario: un escudo. Una reciente investigación llevada a cabo en Canadá ha puesto sobre la mesa una hipótesis sorprendente: la exposición de los bebés a los alérgenos de los perros durante sus primeros meses de vida podría reducir drásticamente las posibilidades de que desarrollen asma en el futuro. Se trata de un hallazgo que, de confirmarse, podría cambiar la forma en que entendemos la prevención de esta enfermedad crónica respiratoria.

De hecho, el estudio no se basa en conjeturas, sino en el seguimiento exhaustivo de más de un millar de niños canadienses desde su nacimiento. Las conclusiones son contundentes: aquellos bebés que convivieron con el alérgeno canino conocido como Can f1 mostraron hasta un 48 % menos de probabilidades de ser diagnosticados con asma al cumplir los cinco años. Este efecto protector resultó ser incluso más acusado en el grupo de pequeños que presentaban un alto riesgo genético de padecer la enfermedad.

Sin embargo, este aparente beneficio parece ser un privilegio exclusivo de los canes. Los investigadores analizaron también la exposición a otros agentes comunes en los hogares, como el alérgeno de los gatos (Fel d1) o diversas toxinas bacterianas, sin encontrar un efecto protector comparable en ninguno de estos otros casos. La inmunidad, por tanto, estaría ligada de forma muy específica a los componentes presentes en el entorno de los perros.

La clave: una protección con condiciones muy concretas

En este sentido, el factor temporal es absolutamente crucial para que se produzca este fenómeno. La investigación subraya que el beneficio depende de que la exposición al alérgeno canino ocurra durante los primeros y determinantes meses de vida del bebé. Se trata de una ventana de oportunidad muy concreta en la que el sistema inmunitario del niño está en pleno desarrollo y parece aprender a tolerar ciertos estímulos que, más adelante, podrían causarle problemas.

Por el contrario, para aquellos niños que ya han desarrollado una sensibilidad o una alergia a los perros, el escenario cambia por completo. En estas circunstancias, la convivencia con el animal no solo no ofrece protección alguna, sino que puede actuar como un potente desencadenante, llegando a agravrav los síntomas respiratorios y a empeorar su estado de salud general.

No obstante, los responsables del estudio llaman a la prudencia. Es fundamental destacar que estos hallazgos se consideran todavía preliminares, ya que sus resultados completos aún no han sido publicados en una revista científica que exija la preceptiva revisión por pares. Se trata de un primer paso muy prometedor, pero que necesitará de más análisis para confirmar la solidez y el verdadero alcance de estas conclusiones.