Primer para jesuita
El jesuita de Zaragoza y amigo del Papa hace pública su mayor virtud: "Sí, yo creo que eso lo hacía especial”
Dio una misa en Zaragoza a principios de los 70 en una estancia que duró varios días
En este continuo homenaje al Papa Francisco desde que este lunes el mundo amaneciera con la triste noticia de su muerte a los 88 años, muchos son los datos o curiosidades sobre la vida del argentino Jorge Mario Bergoglio que se recuerdan en múltiples medios de comunicación. En Cadena Cope resaltan que, por ejemplo, fue el primer Papa jesuita de la historia.
Recientemente, el sacerdote Jesús Alemany, perteneciente a la congregación de los Jesuitas de Zaragoza y que le conoció muy de cerca a principios de los 70 en unos ejercicios espirituales celebrados en Alcalá de Henares, Madrid, ofrece en ‘Herrera Cope Zaragoza’ dicho dato y además comparte con los oyentes que Jorge, antes de convertiste en Santo Padre, ofició una misa en Zaragoza.
En 1971 estuvo en Zaragoza
Era entonces todavía solo un sacerdote, pero acababa de ser nombrado Maestro de novicios de la Compañía de Jesús en Argentina. Razón esta por la que ya tan pronto comenzó a viajar fuera de su Argentina, y una de esas visitas fue a la capital maña, al pequeño noviciado situado aún en un piso del número 7 del Paseo Sagasta.
“Yo ya no estaba en Zaragoza. Me había ido a terminar el doctorado en Alemania. Eso fue en el año 1971. Lo que hizo fue visitar el pequeño noviciado de los jesuitas, que entonces se había trasladado del Monasterio de Veruela, a un cuarto piso de General Mola, hoy paseo de Sagasta. No sé cuántos días estuvo aquí, pero eso es cierto”, explica el jesuita aragonés con orgullo sobre la visita de Francisco a su ciudad.
Porque aunque él no pudo embelesarse con la homilía que el argentino ofreció en Zaragoza, sí que estuvo muy al tanto de todo lo que este hizo en la capital aragonesa. Por lo que ha contado en el programa de radio de Carlos Herrera, Francisco aprovechó muy bien su estancia en la ciudad. Como no podía ser de otra forma, además de visitar el casco histórico y otros puntos de interés turístico, también visitó la Basílica de la Virgen del Pilar.
Alemany y él, tras compartir horas y horas en el retiro mencionado y en el que participaron una docena de jesuitas españoles y latinoamericanos, fraguaron una estrecha amistad que después mantuvieron en la distancia hasta el día de su muerte. El Papa le felicitaba rigurosamente todos los años por su cumpleaños.
“Ya siendo Papa se acordaba cuando era mi cumpleaños, cosa que para mí es imposible que ninguno de los compañeros de entonces recuerde. Y cuando ha ido alguien de Zaragoza a ha
Era muy empático y fácil de trato
Pero, a su pesar, desde el lunes ya sabe que Francisco nunca le volverá a contactar por su cumpleaños y también, para siempre, cuál es y será su último contacto con él: fue el pasado verano, cuando Jorge Azcón, presidente del ejecutivo aragonés y Natalia Chueca, alcaldesa de Zaragoza, fueron recibidos por el Papa en una audiencia privada en la que le entregaron una obra de Jesús Alemany. Posteriormente, y sin hacerse de rogar mucho, el Papa le escribió.
¿Cómo era Francisco en las distancias cortas? Alemany lo recuerda así: “Era muy empático y fácil de trato. Además, era muy trabajador, estudioso y leía mucho. También era deportista; jugaba al fútbol y subía a la montaña. Y tenía un acento argentino muy gracioso y un sentido del humor importante. Sí, yo creo que eso lo hacía especial”.