Coaching

«Poner orden en la dieta es la tarea pendiente de nuestra sociedad»

Cristina Soria, periodista por vocación, el viaje de la vida le ha llevado a volcarse en la ayuda a los demás gracias a su formación en coaching e inteligencia emocional. Autora de cinco libros, el último de ellos «No son las dietas, son los hábitos», propone aprender a trabajar aquellos aspectos internos que permitan crear pautas saludables de vida

Cristina Soria/ Coach
Cristina Soria/ Coachlarazon

- Ahora que comienza el buen tiempo nos suele pasar por la cabeza ponernos manos a la obra con la «operación bikini» para estar bien en verano, pero su último libro pone en evidencia que ése no es el camino... «No son las dietas, son los hábitos» tiene un título muy revelador...

-La función principal de este libro es ayudar a mejorar nuestros hábitos saludables, pero sobre todo a mantenerlos en el tiempo, que es el gran reto que más cuesta lograr. El objetivo es llevar una vida sana pero desde el punto de vista real, es decir, teniendo en cuenta que tenemos horarios irregulares, que vivimos con muchas prisas, que nos falta tiempo...

-¿Qué es lo que hacemos mal?

-Probablemente lo primero que hacemos mal es que cuando hablamos del concepto de dieta lo asumimos como algo negativo que incluye sacrificio, restricciones, etc. Por eso las empezamos una y otra vez, pero en poco tiempo acaban fracasando porque no las cumplimos, y eso nos genera aún más estrés y frustración, cuando en realidad una dieta es un tipo de alimentación que, si se hace bien, puede ser muy sabrosa. Yo no soy nutricionista y por eso siempre aconsejo ponerse en manos de los profesionales para perder peso cuando sea necesario. Serán ellos quienes nos ayuden a aprender a comer bien y a alimentarnos. En este caso el libro lo que busca es que el lector sea capaz de crear hábitos saludables que se mantengan en el tiempo.

-¿Qué papel juega la psicología?

-Resulta determinante, porque en muchas ocasiones lo que mostramos tan sólo es la punta del iceberg y es necesario profundizar un poco más en nuestro interior para ser capaces de cambiar los comportamientos que repetimos una y otra vez.

-En su libro distingue el hambre física del hambre emocional. ¿Cómo podemos aprender a diferenciarlas?

-La relación entre la comida y las emociones es bidireccional, porque los alimentos que tomamos afectan a nuestros sentimientos y a nuestros comportamientos y, a su vez, éstos se ven influidos por la relación que mantenemos con la comida. Si estoy triste y elijo comer chocolate o si tengo ansiedad y atraco la nevera es porque nos está dirigiendo el hambre emocional. Hay que trabajar la emoción y pararse a pensar por qué nos sentimos así, porque comer determinados alimentos o darse un atracón no han solucionado nuestro verdadero problema. El hambre física es gradual y cuando comemos se para, mientras que el emocional es repentino y urgente, pero nunca es suficiente y, encima, nos genera más sentimiento de culpa.

-Entonces, ¿cómo debemos actuar?

-Comer lento y sin distracciones es imprescindible, ya que hasta que no llevamos 20 minutos comiendo nuestro cerebro no tiene la sensación de saciedad. Además, es clave no pasarse con las cantidades y, por supuesto, organizarse bien. El orden y la planificación de los menús es la tarea pendiente de esta sociedad, porque vamos guiados por la improvisación y, sin orden, vamos con las emociones descompuestas, pero si nos ponemos pequeñas metas fáciles de cumplir será más sencillo generar hábitos saludable.

-¿Hace falta más formación emocional?

-Sin duda, aunque por suerte en los últimos años la inteligencia emocional ya está entrando en los colegios y se enseña más, pero también es importante que los padres sean capaces de ponerlo en práctica en casa.