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Los tópicos ideológicos sobre Sanidad

Estetoscopio sobre una caja | Imagen cedida
Estetoscopio sobre una caja | Imagen cedidalarazon

La campaña larga y tediosa que estamos teniendo no está clarificando los grandes retos que tiene la sociedad española. Nos asemejamos a otras sociedades modernas en confundir a la opinión pública con gran abundancia de mensajes, cuyo efecto sea abrumar al elector y que éste simplifique su elección a quien le proporciona una idea fuerte que se acomode a su sentir más radical, ajena a toda lógica. Es la hipótesis de Fukiyama, la exigencia de expresar la identidad de cada persona ante una situación compleja.

¿Quién financia el sistema sanitario? Los sistemas sanitarios en el mundo no pueden ser financiados más que por el conjunto de los ciudadanos. Muy pocos pueden estar seguros de tener recursos para pagar los costes de una enfermedad. Por tanto, desde la cuna a la sepultura, la Sanidad se debe financiar por todos y para todos. Por eso intervienen los estados. Y por ello, interviene mal quien no quiere intervenir: EE UU, que tiene el peor sistema de financiación sanitaria del mundo. Así que la Sanidad la pagamos todos, sin que nadie discrepe de este principio.

Y en España, sirve para que los españoles, no las regiones, distribuyamos las rentas, según su capacidad para hacer frente a la Sanidad. Y la Unión Europea, que coincide con este principio, solamente introduce una variable en gran parte de los países que es el copago, en definitiva, «el chocolate del loro», por lo que no debe introducirse, en el debate.

La dictadura creó un sistema de financiación sanitaria caótico. Por un lado, el de la Seguridad Social, financiado por cotizaciones, y de otro lado, los recursos históricos mal financiados por el Estado, hospitales clínicos, provinciales, municipales, militares, y otros de patronatos del estado y la red de APD. Esta financiación compleja y dispar es unificada en los últimos años y a costa de las autonomías. De ahí que algunos analistas económicos las culpen injustamente de provocar un ascenso en el gasto sanitario.

Por tanto, nadie ya sea particular o partido político, cuestiona la financiación pública de la sanidad. Otra cosa es quién dice y quién no, si se necesita más financiación o es suficiente la que tenemos. Sin conocer todos, los programas actuales, al único partido que le hemos oído que al presupuesto sanitario le faltaban 9.000 millones de euros ha sido a Podemos. Pero no los ha exigido en el Presupuesto de Sánchez. La cifra es, casualmente, la bajada de presupuesto sanitario desde el 2008 al 2013. La situación actual es que el Sistema Sanitario está aquejado de una falta de financiación muy superior a la citada cifra. En el año 2008, el Presupuesto liquidado era ya superior a 72.000 millones de euros. En el año actual, el presupuesto sanitario que viene siendo prorrogado es de 71.000 millones de euros. Es decir, que ya en el año 2008 teníamos un déficit superior al 12%.

Y en estos años han entrado medicamentos para la hepatitis C y un incremento de personas en diálisis y hemos pasado de curar del 30% de los cánceres al 50% a costa de tratamientos cuyo coste es superior a 200.000 euros cada proceso. Y eso afecta a algo más de 20.000 enfermos de los 250.000 cánceres nuevos cada año.

Para comparar, el mejor dato es el gasto por persona y año. Cualquier elector puede entrar en internet, pedir este dato y ver que estamos en cifras muy inferiores y hasta la mitad que en Alemania, muy por debajo de Inglaterra y hasta de Portugal que, además, tiene un fuerte copago. La financiación sanitaria está, además, dentro de ese «fantasma» de la financiación autonómica, verdadero reto que no se aborda por ningún partido y que se lleva obviando desde hace más de una década. El PSOE ha anunciado el incremento de prestaciones y una armonización de competencias entre el estado central y autonómico, sin referencia a los recursos financieros.

La falta de recursos, se evidencia en aumento generalizado en la lista de espera, modelo de racionamiento del sistema, por la menor contratación de profesionales en las plantillas, y en las guardias y una merma de la retribución de los profesionales peor pagados que el resto de la UE. Sin embargo, la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública no duda en «denunciar» la privatización de la Sanidad por el incremento de la afiliación voluntaria que más de 11 millones de personas realizan, para suministrarse algunos o todos los servicios que tienen en el sistema público. Esperemos para votar a algún partido que nos diga que, en el plazo de seis a diez años, se va a alcanzar el índice de presupuesto por persona de los países de nuestro entorno, cuya demanda es similar a la nuestra y por supuesto cómo la va a conseguir.