Sociedad

El 'buscavidas' de Ibiza: gana más de 50.000 euros con trapicheos que no podría volver a repetir

El trabajador hizo cinco temporadas seguidas en la isla donde consiguió recaudar la importante suma de dinero, aunque el hombre destaca que hoy en día con el problema de la vivienda, hacer lo mismo sería imposible

Viaja a Ibiza en pleno julio y flipa con la situación: "No hay ni gatos en la calle"
Viaja a Ibiza en pleno julio y flipa con la situación: "No hay ni gatos en la calle"iStock

Cuando se habla de Ibiza, la imagen más habitual suele estar asociada al ocio nocturno, la música electrónica y los precios desorbitados de la vida en temporada alta.

Sin embargo, detrás del brillo turístico existe otra realidad: la de quienes llegan cada verano con un objetivo distinto, no para gastar, sino para ahorrar. Y lo hacen enfrentándose a un reto mayor que encontrar empleo: conseguir un techo donde dormir.

Un trabajador que pasó cinco veranos en la isla resume bien la paradoja. Asegura que nunca le faltó trabajo: condujo autobuses, hizo chapuzas de pintura, reparaciones de electricidad e incluso pequeños negocios improvisados.

El balance de esas campañas intensas fue notable: más de 50.000 euros ahorrados tras meses de jornadas interminables. Sin embargo, insiste en que ese modelo hoy sería imposible de repetir, como ha publicado La Voz de Ibiza.

El obstáculo de la vivienda

El gran problema de Ibiza no es la falta de oportunidades laborales, sino la crisis crónica de alojamiento. Una cama en habitación compartida puede superar los 700 euros al mes, una cifra inasumible para muchos temporeros.

Quienes intentan vivir en caravanas o furgonetas, como en su día hizo este trabajador, se enfrentan ahora a controles policiales más estrictos y a la desconfianza de vecinos y ayuntamientos. Dormir en un vehículo, además de incómodo por las temperaturas extremas y la falta de agua, acarrea sanciones inmediatas.

En su caso, la solución inicial fue llegar con una caravana y más tarde invertir en un autobús de desguace, que transformó en vivienda rodante con paneles solares y aire acondicionado. Esa precariedad le permitió aguantar cinco veranos, pero advierte: “Hoy, con las nuevas normas de acceso de vehículos y la persecución de las caravanas, sería inviable”.

Estrategias de supervivencia

Durante sus estancias, recurrió a toda clase de recursos. Desde aprovechar restos de aceite de freidora como combustible para un viejo Mercedes, hasta cocinar a mediodía para otros obreros que le encargaban la comida. El boca a boca, fundamental en la isla, le abrió puertas en trabajos puntuales de pintura o electricidad. Incluso probó suerte en los mercadillos y con la venta ambulante de bebidas en playas, aunque pronto comprobó que esa economía informal tenía fecha de caducidad bajo la vigilancia policial.

En paralelo, también ocupó puestos formales como conductor de autobuses turísticos, donde además del sueldo, buscaba propinas que sumaban un colchón extra. El resultado fue un ahorro significativo, conseguido a base de sacrificios: dormir mal, jornadas infinitas y una vida social limitada a reuniones sencillas con otros trabajadores.

Un contexto muy distinto en 2025

Aquella fórmula de supervivencia se ha vuelto hoy prácticamente imposible. Desde el verano de 2025, el Consell de Ibiza limita la entrada de vehículos durante la temporada alta y controla de manera estricta las caravanas y autocaravanas. Las pernoctaciones fuera de campings autorizados conllevan sanciones inmediatas, y las actividades informales en mercadillos o playas están mucho más reguladas.

En este nuevo escenario, la isla sigue ofreciendo abundancia de empleo en temporada estival, pero la falta de vivienda asequible convierte esa oportunidad en un laberinto. La historia de aquel trabajador que consiguió ahorrar 51.000 euros es ya parte del pasado: un ejemplo de esfuerzo y creatividad que difícilmente podría repetirse hoy.