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Cambio climático

Estas son las playas de Mallorca que podrían desaparecer antes de fin de siglo, según Greenpeace

La organización ecologista alerta de los efectos del cambio climático y el urbanismo descontrolado en el litoral balear. La playa de Es Trenc, Caló des Moro o Formentor están entre las más amenazadas

Greenpeace advierte sobre el riesgo climático: estas son las playas de Mallorca podrían desaparecer iStock

Mallorca podría enfrentarse en las próximas décadas a un escenario drástico: la pérdida de una parte significativa de su patrimonio natural costero. Así lo recoge el nuevo informe de Greenpeace, “Destrucción a toda costa 2025”, en el que la organización ecologista alerta del deterioro del litoral español y advierte que hasta la mitad de la superficie de algunas playas mallorquinas podría desaparecer antes del final de siglo si no se adoptan medidas urgentes.

El estudio, que analiza el impacto del cambio climático y del modelo urbanístico actual sobre el litoral, identifica las Islas Baleares como uno de los territorios más expuestos de España ante la subida del nivel del mar, la erosión costera y los fenómenos meteorológicos extremos. Mallorca, en particular, se encuentra en el epicentro de esta amenaza.

Las playas más amenazadas

Entre las zonas más vulnerables figuran algunas de las playas más emblemáticas y visitadas de la isla, como Es Trenc, Es Dolç, Es Carbó, Caló des Moro, Cala Mondragó, Porto Cristo, Can Picafort, Son Serra de la Marina, Formentor o Cala Major. Según Greenpeace, estas áreas podrían experimentar inundaciones permanentes en un escenario de altas emisiones o perder gran parte de su extensión como consecuencia de la subida del mar.

El informe detalla que el nivel del mar podría aumentar entre 16 y 33 centímetros para 2050, y hasta un metro a finales de siglo, dependiendo del grado de mitigación que se adopte. Esta evolución supondría la desaparición de playas enteras en zonas llanas o altamente urbanizadas.

Playa de Formentor, en MallorcaiStock

Un Mediterráneo que se calienta más rápido que la media global

Greenpeace subraya que el mar Mediterráneo se está viendo especialmente afectado por el cambio climático. Las aguas que rodean las Baleares se calientan un 67 % más rápido que el promedio mundial, y desde noviembre de 2024 la región sufre una ola de calor marina continua.

Este calentamiento no solo agrava el ascenso del nivel del mar, sino que también intensifica los temporales, desestabiliza los ecosistemas marinos y acelera la pérdida de praderas de posidonia oceánica, un hábitat marino clave que protege la costa frente a la erosión y ayuda a la regeneración de playas.

Urbanismo al alza y presión turística

A la amenaza climática se suma un modelo de desarrollo urbanístico que, lejos de frenarse, se ha acelerado. Entre 2015 y 2023, la construcción en suelo rústico en Mallorca creció un 263 %, impulsada en gran medida por chalets de lujo en parcelas con precios millonarios. A esto se añade el decreto-ley aprobado en 2024 por el Govern balear, que facilita la regularización de construcciones ilegales en suelo no urbanizable, amplía plazos de prescripción y suaviza requisitos, lo que en opinión de Greenpeace fomenta un modelo de crecimiento insostenible.

El auge del turismo de lujo, con nuevas inversiones de grandes cadenas hoteleras internacionales, refuerza esta tendencia. Proyectos como el hotel Mandarin Oriental Punta Negra, el Purobeach Resort Santa Ponsa o el Four Seasons Formentor están ampliando la ocupación de primera línea de costa. A esto se suma el colapso marino por el auge de embarcaciones recreativas, cuyo fondeo masivo amenaza directamente la posidonia.

Caló des Moro, en MallorcaiStock

Soluciones urgentes para un problema estructural

Greenpeace reclama una actuación inmediata para frenar esta tendencia. Entre sus propuestas destacan la reducción drástica de emisiones, la protección y restauración de tramos vírgenes del litoral, la paralización de proyectos urbanísticos en zonas de riesgo y la implementación de planes de adaptación locales con participación ciudadana.

La organización también subraya la necesidad de replantear el modelo turístico. “El modelo de ‘sol y playa’ se ha convertido en ‘mucho sol y poca playa’”, afirmó Celia Jiménez, portavoz de Greenpeace. “El tiempo de mirar hacia otro lado ha terminado. Si no se actúa ya, Mallorca podría perder lo que hoy la hace única”.

La advertencia es clara: el deterioro de las playas no es una posibilidad lejana, sino una realidad en marcha. Lo que está en juego no es solo el paisaje o el turismo, sino la resiliencia ambiental, la economía local y el bienestar futuro de la isla.