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Volcán Tajogaite

Un estudio reconstruye la erupción de La Palma y descubre señales ocultas desde hace más de una década

El estudio revela que el reservorio magmático bajo la isla presentaba dos capas térmicas distintas

Spanish Army soldiers stand on a hill as lava flows as volcano continues to erupt on the Canary island of La Palma, Spain, Monday, Nov. 29, 2021. Several new volcanic vents opened in La Palma on Sunday, releasing new lava that flowed fast down a ridge and threatened to widen the impact on evacuated land, infrastructure and homes Emilio MorenattiAP

La historia del volcán de Cumbre Vieja, en La Palma, aún guarda secretos que los científicos comienzan a desvelar con paciencia y rigor. Un reciente estudio publicado en la prestigiosa Revista de Vulcanología e Investigación Geotérmica ha revelado que el magma que alimentó la violenta erupción de septiembre de 2021 llevaba una década o más reactivándose en silencio, mucho antes de que la tierra comenzara a temblar y la lava a brotar por sus laderas.

El trabajo, liderado por el Institut des Sciences de la Terre d’Orléans (Francia), en colaboración con expertos de la Universidad de La Laguna, el Instituto Geográfico Nacional y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se basa en el análisis detallado de rocas volcánicas y en experimentos de laboratorio de cristalización a alta presión y temperatura. Estas pruebas permitieron recrear las condiciones que vivía el magma en el subsuelo palmero años antes de su erupción.

Los resultados no dejan de sorprender: el magma comenzó a reactivarse entre 10 y 15 años antes de que la erupción se hiciera visible, impulsado por la llegada de material más caliente desde las profundidades del manto terrestre. Sin embargo, lo hizo sin provocar sismos, lo que sugiere un movimiento sigiloso, casi invisible para los actuales sistemas de monitoreo volcánico.

El estudio detalla que el reservorio magmático bajo La Palma presentaba dos capas térmicas distintas. La parte superior era más fría (unos 1.065 °C) y con mayor contenido de agua, mientras que la inferior alcanzaba temperaturas de hasta 1.135 °C, siendo más seca. Esta dualidad explica por qué, en la segunda mitad de la erupción, la lava se volvió más caliente, fluida y veloz, generando flujos de baja viscosidad que arrasaron con todo a su paso a mayor velocidad.

Otro hallazgo clave es que, a pesar de que se produjeron varios episodios de recarga magmática en los años previos, no se detectó una gran inyección final de magma nuevo antes de la erupción, como suele esperarse. Esto ha llevado a los investigadores a considerar que el desencadenante final pudo haber sido la acumulación de gases o incluso un factor externo aún no determinado.

El trabajo también lanza una crítica técnica: las herramientas actuales para estimar la profundidad del magma basándose únicamente en la composición de ciertos minerales son insuficientes en volcanes como el de La Palma. Por ello, los científicos proponen un enfoque más integral, que combine todas las señales químicas y mineralógicas disponibles, para construir una imagen más nítida del comportamiento magmático en la antesala de una erupción.

Los experimentos de cristalización realizados durante la investigación abarcaron tres tipos de magma representativos del primer mes de la erupción, lo que permitió imponer límites precisos a las condiciones preeruptivas y entender mejor la evolución del reservorio magmático.

Más allá de La Palma, este estudio marca un hito en la comprensión de los sistemas volcánicos insulares y ofrece herramientas valiosas que podrían ser aplicadas a otros volcanes en regiones similares. En palabras de los autores, “comprender cómo y cuándo se activa el magma, incluso sin señales sísmicas, es esencial para salvar vidas y anticiparse al despertar de la Tierra”.