Naturaleza
Las islas más exclusivas de España: sólo los científicos pueden pisar estas joyas en miniatura
Se trata además de un peligroso punto para la navegación debido a las corrientes marinas que han provocado varios naufragios
Canarias cuenta con dos roques de enorme valor científico y a los que solo se puede acceder en barco. Pertenecientes al frondoso y verde Parque Rural de Anaga, las dos formaciones rocosas son el Roque de Tierra o de Dentro y el Roque de Fuera. Efectivamente, no se rascaron mucho la cabeza para ponerles nombre. Se trata de dos formaciones fonolíticas de gran valor geológico, geomorfológico y paisajístico, que abarcan una superficie de 10 hectáreas, siendo una muestra visible de la fuerza erosiva de la naturaleza, pues en un tiempo pasado estuvieron unidos al resto de la isla de Tenerife. Además, su valor ecológico es tan alto que han sido catalogadas como Reserva Natural Integral, una de las figuras de protección más restrictivas de España.
Gracias a su aporte y el llamativo contraste que forman el azul del mar y el cielo frente al gris del terreno salpicado de vegetación, es imposible que este lugar pase desapercibido y se ha convertido en uno de los puntos turísticos más llamativos de Tenerife. Sin embargo, los Roques de Anaga, aunque son una de las estampas más populares de este rincón de la isla, no pueden ser visitados por el público.
Su valor paisajístico y monumental, junto a su aislamiento le han permitido desarrollar y conservar numerosas especies de aves y flores, aumentando así la biodiversidad de Tenerife. La normativa ambiental prohíbe el acceso a cualquier persona que no tenga fines científicos o de conservación, lo que proyecta estas formaciones como uno de los enclaves más inaccesibles del Archipiélago "Debido a la fragilidad y gran valor cultural del ecosistema queda prohibido el acceso a la reserva salvo para uso científico y con autorización previa", indica la web de Turismo de Tenerife.
La acción del mar y el viento durante miles de años fueron dejado estas estructuras de 179 y 66 metros de altura, respectivamente, al descubierto. Sin embargo, cuando baja la marea, una pequeña línea de agua conecta el Roque de Tierra con la isla, aunque ello no signifique que se puedan poner los pies sobre él, ya que además su escarpada morfología y estructura complica el acceso.
Por otro lado, el Roque de Fuera se presta aún menos a ello, ya que con sus piedras afiladas y encontrarse en mar abierto se dificultad su llegada.
Biodiversidad
La fauna vertebrada que habita estos roques es importante, ya que en ella se dan varios endemismos y algunos, como el lagarto gigante del roque de Fuera (Gallotia galloti insulanagae), tienen aquí su única población conocida. Entre las aves destacan poblaciones de pertrel de Bulwer (Bulweria bulwwerii), paiño de Madeira (Oceanodroma castro) y pardelas (Calonectris diomedea). En la cima del roque de Tierra sobresale un espectacular bosquete de dragos, de casi un centenar de ejemplares.
Origen volcánico
Ambos roques, de origen volcánico, son una joya que se han mantenido intactos a la erosión durante miles de años. Están compuestos de pitones intrusivos compuestos por materiales de carácter sálico.
Navegación
Se trata además de un peligros punto para la navegación debido a las corrientes marinas y los bajíos: destaca especialmente la Baja de la Palometa, una formación rocosa sumergida que ha provocado varios naufragios.