Sucesos

La llamada que abrió "Siete Puertas": un hijo confiesa el asesinato de su madre en Las Palmas de Gran Canaria

El autor de los hechos argumenta que su madre lo sometía a brujería desde que era un niño

Imagen de la vivienda donde sucedieron los hechos, en el diseminado de Siete Puertas, en el barrio de San Lorenzo
La llamada que abrió "Siete Puertas": un hijo confiesa el asesinato de su madre en Las PalmasAgencia EFE

A las 21:00h del lunes, una voz sin rodeos irrumpe en la centralita de la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria. El hombre que llama se identifica, da una dirección en el diseminado Siete Puertas, en el barranco de Guiniguada (Las Palmas de Gran Canaria), y asume lo irreparable. Cuando los agentes llegan al número 59, se encuentran con Esteban Amadeo G., de 40 años, que repite su confesión con una frialdad que hiela la estancia. Dice que ha matado a su madre, Ofelia Pereyra López, de 78 años. Dice que ya no podía más.

Dentro de la vivienda, el silencio lo ocupa todo. El cuerpo de la mujer yace boca arriba. En el suelo, un cuchillo de grandes dimensiones cierra el plano. Los sanitarios del Servicio de Urgencias Canario solo pueden certificar la muerte. No hay margen para nada más. El sospechoso coopera desde el primer minuto. Indica dónde guarda su documentación. Explica que asestó puñaladas en el tórax y que se lesionó la muñeca izquierda durante el ataque. Se presiona la herida con una toalla mientras relata los hechos y asegura que su madre lo sometía a brujería desde que era un niño, una idea que, según su versión, se extendía a su vida sentimental.

El caso pasa de inmediato al Grupo de Homicidios de la Policía Nacional. Los investigadores protegen la escena, recogen vestigios y ordenan las diligencias periciales. El cuerpo de la víctima es trasladado al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, donde la autopsia precisará el alcance de las lesiones y fijará tiempos con la mayor exactitud posible. El detenido es derivado a la Unidad de Psiquiatría de un centro hospitalario, donde permanece custodiado a la espera de valoración clínica. Por ahora no existe confirmación de patología alguna que explique lo ocurrido. Esa conclusión corresponderá a los informes forenses.

El vecindario asiste con estupor a un suceso que golpea por la crudeza y por la cercanía. La casa, en un lugar disperso y tranquilo, aparece de pronto como un lugar asediado por preguntas. Los agentes confirman que el hombre se mostró colaborativo y que la confesión fue espontánea. Aun así, la instrucción seguirá su curso, porque la investigación no se agota en una declaración. Falta reconstruir la dinámica del ataque con datos técnicos. Falta conocer qué revelan los análisis de laboratorio y, por supuesto, escuchar a quienes puedan aportar contexto.