Gastronomía
El restaurante en Canarias que ha elevado la carne a la categoría de arte
Sin artificios y con materia prima escogida, este lugar convierte la brasa en artesanía con cortes nacionales e internacionales, reposos medidos y un servicio sobrio
Quien aterriza en Tenerife con hambre de territorio y de fuego encuentra en Costa Adeje una parada obligatoria. Lo digo desde aquí, desde las Islas, donde la conversación gastronómica ya no gira solo en torno al producto atlántico o a la verdura volcánica. Hoy el debate incorpora una brasa a a ritmo lento. Char Fuego y Brasas se ha consolidado como el lugar donde la carne se trata con la misma precisión que se reserva a una obra de artesanía. No hablamos de una moda pasajera, sino de un destino que justifica un viaje.
La sala se abre en Baobab Suites con una promesa clara. El protagonismo lo asume el fuego y cada corte se trabaja con una mezcla de rigor técnico y sensibilidad que no suele encontrarse en restaurantes de resort. El cocinero senegalés Babacar Fall ha convertido su cocina en arte y que prescinde del artificio y pone el acento en lo esencial. Materia prima escogida, maduraciones bien medidas y una lectura contemporánea del recetario que permite reconocer el producto en cada bocado.
La selección de carnes se realiza con mucho criterio. Piezas nacionales e internacionales pasan por cámaras de maduración que buscan textura y profundidad aromática sin perder frescura. El paso por parrilla no se resuelve con estridencias. Se trabaja con puntos limpios y reposos adecuados. El resultado no es un golpe de efecto, sino una secuencia de sabores que van creciendo en la mesa y que deja memoria cuando el comensal abandona la sala.
La propuesta se sostiene también en el vino. La bodega, cuidada al detalle, recorre etiquetas canarias de carácter mineral y referencias peninsulares e internacionales. El servicio entiende la potencia de la carne y sugiere rutas de maridaje, en un lugar donde el vino acompaña en lugar de competir.
La sala acompaña con ritmo fluido, vajilla sobria, explicación clara de cada pieza y una atención que permite disfrutar sin prisa. En la carta conviven chuleteros de gran porte con lomos más afinados y entradas que preparan el paladar para la carne. La cocina escucha al cliente que quiere saber de razas, orígenes y maduraciones. Esa transparencia construye confianza y fideliza.
Char se ha convertido en punto de encuentro entre viajeros y público local. El turismo gastronómico crece y la isla suma un nuevo argumento que va más allá de las playas del sur y de los senderos del Teide.
Desde Canarias observamos con orgullo cómo la isla consolida una oferta que ya no depende solo del paisaje. La cocina de las brasas, que aquí siempre tuvo presencia en ámbitos populares y festivos, da un salto cualitativo y entra en la conversación nacional. Char funciona como estandarte de esa evolución. Un restaurante que no pretende ser todo para todos y que, precisamente por eso, se ha ganado el respeto de los devotos de la buena carne.