Coronavirus

España en pandemia y firme esperanza

“Los máximos responsables de la política han de corregir drásticamente sus comportamientos”

20200318 - VALLADOLID:La plaza Mayor de Valladolid durante el estado de alarma por el coronavirus.
20200318 - VALLADOLID:La plaza Mayor de Valladolid durante el estado de alarma por el coronavirus.Wellington Dos Santos Pereira

Nos llamaban antiguos, y resulta que no existe otra salida a nivel nacional e internacional que un profundo cambio de paradigma. Una vuelta decidida y sin posibilidad de rechazar, para tornar a unos comportamientos presididos por principios y valores sólidos que impidan o aminoren todo lo posible, los graves acontecimientos que estamos viviendo. No hay otra salida.

Los máximos responsables de la política han de corregir drásticamente sus comportamientos. No se puede permitir más, el mal ejemplo. Hay ya un clamor a voces para entender una nueva forma de hacer política, una nueva forma de ejercer el " poder". No valen los patrones actuales. Están agotados y repudiados por el conjunto de la sociedad. Esa sociedad que cada vez más se distancia de sus pretendidos representantes. Por supuesto no son todos, pero hay muchos y conocidos que no dan la talla. Otros, en cambio, si se hacen respetar, y son muy necesarios. Ella, la sociedad, actúa día a día con máxima responsabilidad y ejercicio de sus obligaciones en todos los órdenes, disciplinada y cumplidora, en sano ejercicio democrático. Muchos de sus representantes no. No acaban de entenderlo, es más, están muchísimas veces ya malversando la democracia. Si, malversándola, no entendiendo absolutamente nada de lo que es el ejercicio de las funciones que provisionalmente, por un plazo, les delegamos. Así no podemos seguir. Es clamor general volver urgentemente a dignificar diariamente la política. Ya no valen excusas de ningún tipo.

Esto ha de cambiar. Una crisis de tamaña envergadura como la que tenemos delante, exige, como ya estamos viendo emocionadamente estos días, comportamientos de la máxima nobleza, de renuncias, de honestidad plena, de generación de máxima confianza, de decir la verdad con mayúsculas, de solidaridad rotunda, del valor máximo de la palabra, de todo tipo de principios y valores sólidos e irrenunciables…, no acabaríamos describiéndolos…y de ello sabemos mucho en España.

Definitivamente, esto ha de imponer una cordura, hasta ahora inexistente. Tenía que llegar algo que no admite discusión alguna, para que a los que nos llamaban antiguos, se nos escuche, y se apliquen urgentemente las recetas de la más estricta ética. Da la casualidad de que a los que nos llamaban "antiguos", somos por suerte la mayoría de la sociedad, independientemente de ideologías, y sin tener ello nada que ver con la lógica evolución de la misma, o estemos en el siglo que sea, y además somos los que encabezamos el auténtico progreso y modernidad en todas las áreas. Se acabó la demagogia. Hay que tener la dignidad suficiente para pedir perdón, para trabajar por encima de egoísmos personales y de partidos, para unir y no desunir, pero para hacerlo de verdad, para creer firmemente en la máxima dignidad de la persona, para valorar tantas cosas que nos enseñaron nuestros antecesores como el mejor legado de la humanidad.

La sociedad civil, no estamos dispuestos a permitir más perversiones, más injusticias y retorcimientos de la ley, más engaños y más falta de escrúpulos y de transparencia.

La democracia moderna no admite tales comportamientos. Se ha de ser ejemplar, se ha de ser digno y se ha de ser de verdad. No valen subterfugios, no valen trucos, ni teatros malignos. No vale aprovecharse de los demás. No vale dar mal ejemplo, ni servirse de la confianza delegada. Es la peor corrupción.

El combate a esta pandemia ha de sanar con absoluta prioridad a las personas, pero también ha de sanar nuestras conciencias y comportamientos, y ha de hacerlo urgentemente en España, en Europa, pero también globalmente. En España, desde luego, ha de ser inmediatamente, pues el Estado ha mostrado signos incontestables de ser fallido. Hay que rescatarlo también en este momento y que no se traicione la historia de una gran nación. El virus ha de extraerse de inmediato y ganarle la batalla todos unidos, para primero sanar las personas y protegerlas, pero simultáneamente también obtener nuestra auténtica regeneración. La vuelta inmediata a principios y valores inmutables, pilar fundamental en donde ha de descansar la sociedad. Esto, además, va a ser esencial para la recuperación

económica refortalecida en bien de todos y en especial para amparar a los más desfavorecidos. Sepamos perdonar lo acaecido hasta ahora por parte de quienes no han estado a la altura, pero eso sí, quienes así han actuado han de pedir perdón, y han de mostrar ese arrepentimiento inmediatamente. Todos nos equivocamos, y cometemos errores de distinto calado. Nadie está libre de ello, pero la grandeza es reconocerlo, reitero, pedir perdón, y corregir de inmediato actitudes, y comportamientos.

Hoy necesitamos un auténtico pacto nacional, entre todos, y mostrarlo al conjunto de la nación, en la forma que sea, y seguramente la más práctica creando un gobierno de concentración entre los mejores de todo el arco parlamentario, con todas las necesarias renuncias y cesiones inmediatas, para mostrar así un auténtico liderazgo y puesta en marcha de la unión, pero la auténtica unión. Se requiere plena transparencia y ejemplaridad, se requiere plena credibilidad. Se requiere urgentísimamente estar firmemente unidos, sin excusa alguna, quienes sin fisuras defienden la constitución y la democracia. Esa es la garantía máxima de la verdadera unión, la seguridad que necesitan todos los españoles. La única respuesta responsable.

Hoy ha de afrontarse un gravísimo problema de salud que nos afecta a todos sin diferencias, y sin precedentes en nuestra democracia. Hoy tenemos que afrontarlo con todas nuestras fuerzas. Hoy tenemos que dominarlo con todo el sacrificio y disciplina necesario, con fe en Dios, sin salir de casa, siguiendo estrictamente las órdenes del gobierno., todos juntos, y hoy tenemos que ganar al virus, pero también hoy tenemos que ganar el día después.

Hoy tenemos que agradecer como nunca a nuestros padres y abuelos, protegiéndolos ante la pandemia, y agradecerles siempre que nos trajeran nuestra constitución y nuestra democracia. La verdadera unión que nos legaron, y que nadie puede traicionar. Pero hoy tenemos también que regenerar moralmente el estado y sus instituciones bajo el mandato de nuestra constitución y regenerarlo todos unidos. Hay que pedir perdón y asegurar también el propósito de la enmienda, con firmeza. Somos humanos, y tenemos que volver a empezar, reconociendo nuestros errores, aprendiendo de ellos, y garantizando no volver a cometerlos. Que la soberbia humana, no venza. Hay que ser humildes. Somos frágiles y solo la grandeza de las personas ha de ser la garantía para ocupar los puestos más responsables y para dignificar las instituciones que representan, en todos los niveles. Aquí en nuestra nación, de forma urgente, pero también fuera. El día después, debe construirse con estas bases. Es imperativo.

Tal y como siempre recordamos en nuestros trabajos por un desarrollo sostenible, desde hace treinta años, hoy el hombre puede autodestruirse, no solo por las guerras, sino por su propia soberbia y egoísmo. Hoy se exige incorporar la mejor herencia moral de la sociedad, como esencia de nuestros valores y cultura secular, a un desarrollo sostenible e inteligente, como fórmula trascendental para proteger la democracia, ante tantos ataques de malversación y sofisticada reinterpretación que está sufriendo. En España estamos padeciendo todo ello, y es urgente desde hoy una regeneración moral plena pues no tiene precedentes su quiebra.

La pandemia que padecemos, a través del sufrimiento, nos enseña la realidad y saca de todos nosotros los mejores valores morales que especialmente muchos responsables de distintas instituciones del estado han perdido, y la sociedad civil les está enseñando, en una situación de extrema gravedad. Es muy grave lo que digo, pero necesitamos que trasciendan los comportamientos ejemplares, y que las llamadas a la unidad, sean auténticamente de verdad, que se olviden otros intereses, sean a la vista u ocultos, y que se visibilice y trascienda urgente y palpablemente dicha unidad. La pandemia no admite acciones u omisiones en contra de ello. Todas las personas que trágicamente están falleciendo han de ser honradas siempre y recordadas desde hoy por encabezar un ejemplo único, y han de ser quienes nos hagan prometer, nunca más olvidar la firme unidad de todos, rezando siempre por ellas. Nuestros médicos y todas las personas de la sanidad a todos los niveles son héroes, sean civiles, voluntarios, religiosos o militares; también todas las personas vinculadas directamente a mantener la cadena de suministros médicos, de alimentación y conjunto de servicios

necesarios e imprescindibles, para la medicina y para el conjunto de las necesidades básicas del día a día, de todos los que requieren el cuidado médico, los que están soportando aislados la enfermedad, los más necesitados, y del resto de los españoles. Esto es un ejemplo único, y un caudal de generosidad, compromiso, solidaridad, y máxima responsabilidad, lleno de los mejores valores de las personas. El ejemplo del comportamiento de la sociedad ante una situación de guerra, sin ambages, en la que estamos. Ejemplo trascendental para aquellos políticos que no actúan de igual manera y que el conjunto de la sociedad exige ya su radical cambio de comportamiento.

Es el tiempo de unir las fuerzas con absoluta fidelidad y compromiso. También hacerlo para dar ejemplo a Hispanoamérica y otros lugares del mundo donde esperan nuestro liderazgo para hacer buenos los beneficios de la globalización.

Es tiempo de unir todas esas fuerzas como bien ha dicho SM el Rey:" Debemos unirnos en torno a un mismo objetivo…ahora tenemos que resistir..."

Es hora de convertir nuestras debilidades en fortalezas, y esta sorprendente e inesperada gran crisis, en una gran oportunidad para las presentes y futuras generaciones, donde España reencuentre la confianza e ilusión compartida que merece, así como su importante crédito y legítima posición internacional.

Es definitivamente el tiempo de reafirmar urgentísimamente e inexcusablemente, los principios y valores imperecederos, como el único camino y más seguro, para perseguir el bien, luchar por la prioridad de la salud de todos, así como por su bienestar, y hacerlo así, por el bien de España.

Es definitivamente el tiempo de sumar todos los esfuerzos, olvidando miopías egoístas, para proteger a todos por igual, en bien de nuestra patria. Para todo ello, pido a Dios Su ayuda.