Sociedad

“Ordenar tu mente para ordenar tu vida”, el sexto libro de los especialistas en psicología María Ibáñez y Jesús Jiménez

Una guía práctica para cuidar de la salud mental que muestra los errores habituales en el proceso de pensar y cómo aprender a resolverlos

La psicoterapeuta María Ibáñez Goicoechea y el psicólogo Jesús Jiménez Cascallana, autores del libro "Ordenar tu mente para ordenar tu vida"
La psicoterapeuta María Ibáñez Goicoechea y el psicólogo Jesús Jiménez Cascallana, autores del libro "Ordenar tu mente para ordenar tu vida"José Pedro Salinas

La pandemia provocada por la Covid-19 está provocando muchos problemas en lo referente a la salud mental entre los castellanos y leoneses, a los que se les abre una oportunidad única para resolver su situación a través del libro “Ordena tu mente para ordenar tu vida”, de la psicoterapeuta María Ibáñez Goicoechea y el psicólogo Jesús Jiménez Cascallana.

Se trata de su sexto libro, un manual o guía práctica para cuidar la salud mental que muestra los errores habituales en el proceso de pensar y cómo aprender a resolverlos. Esta obra nace con el objetivo de propiciar un mayor orden mental y bienestar, a través de la comprensión del proceso del pensar, lo que conduce a una mayor capacidad para resolver problemas, afrontar la vida y vivir plenamente.

Estos especialistas en psicología con más de treinta años de experiencia en investigación y veintitrés impartiendo terapia recogen en el libro treinta y nueve relatos cortos e innumerables ejemplos cotidianos para facilitar la comprensión al lector.

Pensar de forma inteligente

Tal y como explican los autores de “Ordena tu mente para ordenar tu vida”, pensar correctamente no es simplemente cuestión de decidirlo y hacerlo. Tampoco se trata de convencerse a sí mismo. Hay que comprender cómo funciona el pensamiento y cuáles son las causas de los errores y el desorden mental para poder corregirlas. Ese desorden mental es, en la actualidad, un estado habitual de los seres humanos. Se puede comprobar observando la dificultad para dejar de distraerse, para estar sin hacer nada y no pensar, o para estar un rato con la mente en silencio.

La inmensa mayoría de las personas tiene muchos pensamientos distractores o repetitivos a lo largo de todo el día, de modo que una parte del pensamiento está fuera de su control. Esto no se corrige bloqueándolo, sino aprendiendo a corregir lo que impide el silencio.

Lo primero puede suponer un alivio, pero no es la solución duradera para el desorden y la confusión mental. Lo segundo se logra de manera sencilla cuando se comprende, a través de la observación y la reflexión, lo que agita el pensar. No es lo mismo mente que cerebro No somos robots biológicos y, desde luego, no somos sólo cerebro.

El cerebro es un instrumento para el ser humano, pero de ningún modo nos maneja. La idea de que el cerebro es el responsable de los deseos, preferencias y comportamientos de la persona transmite que somos una especie de robots sometidos. Tal y como explica esta guía práctica, es similar a creer que las piernas son las que nos llevan de paseo y no que somos nosotros quienes las utilizamos para ir donde queramos.

Otro de los errores comunes que explica esta obra es creer que somos pensamiento. No debemos identificarnos con el pensamiento, sino darnos cuenta de que es un instrumento más para nuestro desarrollo personal, una parte del ser humano que ha de ser explorada y comprendida.

Por eso es importante cuidar los hábitos del pensamiento que nos resultan perjudiciales, explican los autores, como insultarse o hacerse reproches, algo que se lleva a cabo con la esperanza inconsciente de mejorar, pero que, en realidad, produce el efecto contrario. Lo mismo sucede con desear mal a otro, pues produce un deterioro mental y psicológico a la persona que lo siente y piensa.

Señalan María Ibáñez y Jesús Jiménez que el miedo al propio pensamiento es una circunstancia más que necesitamos aprender a corregir. La aparición de pensamientos intrusivos o evitar conscientemente pensar en algo que hace sufrir tiene que solucionarse a través de la reflexión, algo que a veces confundimos con el propio pensamiento discursivo. Pensar es replicar una información, extraerla de la memoria, mientras que reflexionar es poner a prueba esa información observando la realidad y utilizando la lógica.

Otro hábito mental perjudicial muy extendido es fantasear. Puede producir desde un aumento de la frustración hasta una pérdida de contacto con la realidad. Pensar en imágenes es una capacidad muy beneficiosa que nos permite planificar, construir, crear… pero cuando se utiliza para imaginar situaciones que no han ocurrido, generando emociones con ellas, puede convertirse en una “droga” psicológica que tenemos que evitar, explican los autores de “Ordena tu mente para ordenar tu vida”.

Los sesgos cognitivos nos condicionan La obra también trata los llamados sesgos cognitivos, es decir, los errores comunes a la hora de razonar o valorar una situación. Se trata de fenómenos psicológicos involuntarios que suelen ser automáticos y que se suele afirmar que son muy difíciles de erradicar y, sin embargo, los autores del libro “Ordena tu mente para ordenar tu vida” enseñan cómo corregirlos comprendiendo sus causas.

Algunos de estos sesgos conducen a dejarse manipular, como sucede con el llamado “postureo” o “efecto de encuadre” o con el “sesgo de veracidad”, cuando se asume las ideas de otros únicamente porque parecen seguros de lo que dicen. Los sesgos también pueden llevar a conclusiones falsas que generarán problemas en el futuro. Es el sesgo de “responsabilidad externa”, esto es, cuando se culpa a otros o a algo externo de un problema que depende de uno mismo.

También producen autoengaño, como cuando se piensa “eso nos pasa a todos” que es “el efecto del falso consenso”. Cuando se tiene preferencia por cosas que en realidad le perjudican porque así se creen más valiosos, como buscar el peligro, es el caso del “sesgo de negatividad”.

Otro error que produce mucho sufrimiento es la “ilusión de transparencia” y se produce cuando la persona cree que los demás ya saben lo que quiere y necesita, y por lo tanto no lo expresa.

Cuando las ideas desembocan en problemas y malestar

Explican los autores María Ibáñez y Jesús Jiménez que las ideas erróneas se manifiestan de múltiples formas. El ser humano tiende, por ejemplo, a pensar que cuando se es mayor ya no se puede cambiar, algo que es falso, o que lo que se aprende de memoria puede cambiar a una persona, como memorizar los pasos para ser resiliente o empático, lo cual no funciona.

También se tiende a pensar que la experiencia da la sabiduría, sin embargo, lo que da sabiduría es lo que se entienda correctamente de dicha experiencia. Extraer conclusiones falsas de una experiencia no aporta sabiduría. Todo lo contrario, aumenta la confusión. Muchas ideas erróneas y contradictorias se comparten socialmente. Por ejemplo, valorar el ser independiente o creerse independiente, cuando la realidad es que se obtienen mejores resultados desde la colaboración.

Igualmente, el “mantra” de que “hay que ser fuerte”, que suele derivar en la represión de los miedos, cuando lo cierto es que para que a uno le vaya bien lo que hay que hacer es aprender a ser inteligente. Sobre María Ibáñez y Jesús Jiménez Especialistas en psicología, investigadores y c