Sociedad

San Bartolomé de Pinares prepara con “ilusión” y normalidad sus “luminarias”

Los 600 vecinos de esta localidad abulense son los auténticos protagonistas de esta celebración tan “enraizada”

Noticias de última hora en La Razón
Última hora La RazónLa RazónLa Razón

Los cerca de 600 vecinos de la pequeña localidad abulense de San Bartolomé de Pinares se preparan este fin de semana con “ilusión” para celebrar con la normalidad prepandémica sus tradicionales y famosas “luminarias”, en las que el fuego, el humo y los animales equinos protagonizan esta fiesta que se sumerge en las raíces de los “bartolos”.

La preparación de esta “noche mágica” que tendrá lugar a partir de las 21.00 horas este lunes 16 de enero, consiste, entre otras cosas, en acercarse a los montes cercanos para conseguir los piornos y ramos que serán la base de la veintena de hogueras -luminarias- que se distribuirán por las empedradas calles de este pueblo situado a unos 27 kilómetros al este de la capital.

En declaraciones a EFE, la alcaldesa de San Bartolomé de Pinares, Ana Isabel Gómez, destaca la “ilusión” con la que los vecinos viven esta jornada previa a la festividad de San Antonio Abad, protector de los animales, que son los auténticos protagonistas de esta celebración tan “enraizada” en este pueblo al que se acercan miles de personas de las provincias más cercanas y también de otros países.

De hecho, según la regidora, estos días un grupo de franceses se encuentra realizando un reportaje sobre una fiesta protagonizada por el fuego y, especialmente, el humo purificador con el que, según la costumbre, se pretende ahuyentar a los malos espíritus para proteger a los animales de las epidemias.

Por eso, los “bartolos” suelen arrojar agua a las “luminarias” cuando la llama resulta excesivamente grande, ya que lo realmente importante es el humo salvífico que sumerge a esta localidad bajo una espesa nube que se observa a kilómetros de distancia.

Este año, al caer las “luminarias” en lunes, y teniendo en cuenta la bajada de temperaturas que los meteorólogos auguran, se espera algo menos de público, aunque las empinadas calles de San Bartolomé de Pinares volverán a llenarse de público, después de que el año pasado, tras el parón de 2021, se modificara parte del programa.

En este sentido, la alcaldesa recuerda que la bendición de los animales se cambió de sitio, pasando de realizarse frente a la casa del sacerdote a un lugar más amplio, al mismo tiempo que se recomendó al público mantener una cierta distancia de seguridad para evitar contagios.

Este año, la situación es otra, y esta tradición volverá a cumplir sus rituales habituales, con la bendición y el reparto de dulces y vino de la zona entre el público y los más de 100 jinetes que se concentrarán ante la casa del párroco.”Es difícil de expresar la emoción de esta tradición que hace que los “bartolos” nos miremos hacia el interior y hacia nuestra raíces”, ha relatado Ana Isabel Gómez, quien defiende igualmente el cuidado con el que los vecinos cuidan durante todo el año de sus caballos, a los que estos días acicalan para la ocasión.

Aunque la costumbre apunta que los equinos solo pasan junto a las luminarias para su purificación, la mayoría las atraviesa, generando unas imágenes espectaculares y polémicas, que han sido denunciadas por los conservacionistas.

En este sentido, el Ayuntamiento ha vuelto a dictar un bando en el que, además de realizar este tipo de recomendaciones, también se dirige al público para que su comportamiento contribuya al normal desarrollo de la fiesta, sin que se produzcan accidente.

Pese al hipnotizador fuego de las hogueras, el gran protagonista de la noche será el humo, gracias a la humedad de las escobas y piornos recogidos en los días previos a esta fiesta en los montes cercanos a esta pequeña localidad.

Tras la bendición, comienza esa especie de ‘procesión’ integrada por más de un centenar de jinetes a lomos de sus monturas, que van recorriendo la veintena de “luminarias” repartidas por las empedradas calles de la localidad, provocando estampas que suelen dar la vuelta al mundo por su espectacularidad.

Para ello, tanto el público como los jinetes se cubren con ropa de abrigo y un pañuelo que les tapaba la boca y la nariz, con el objetivo de refugiarse del espeso humo que generan las hogueras.

Después de unas dos horas recorriendo las hogueras, los vecinos continuarán adelante con la tradición, aprovechando las brasas dejadas por las hogueras para asar chorizo, morcilla, panceta o chuletillas, con el objetivo de reponer fuerzas y seguir la fiesta de madrugada.