Turismo

El pueblo de las mil bodegas subterráneas que quiere ser Patrimonio de la Humanidad

Se trata de una villa zamorana situada junto a la frontera portuguesa

Bodega subterránea en Fermoselle
Bodega subterránea en FermoselleAyto. Fermoselle

Un singular entramado de bodegas subterráneas, que superan el millar. Un “auténtico recorrido” bajo tierra que ha permanecido intacto durante siglos, y que han ido construyendo y dejando los distintos pobladores a lo largo de los años. Y ahora busca ser declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Nos estamos refiriendo a la localidad zamorana de Fermoselle, junto a la frontera portuguesa y en el corazón de los Arribes del Duero.

 

Una población de apenas unos 1.200 habitantes, que buscan con este reconocimiento, en el caso de que llegue, ser un aliciente para el turismo y convertirse un lugar de obligada visita para aquellos que se acerquen hasta la provincia zamorana.

Bodega subterránea
Bodega subterráneaAyto. Fermoselle

Fermoselle, conocido también con el nombre de “El Pueblo de las 1.000 Bodegas”, desde tiempo remotos se recuerda que el vino siempre ha ido emparejado con el subsuelo, al resguardo del clima, y por eso durante años y años, sus habitantes y vecinos han ido dando forma a todo un entramado de galerías con el fin de crear un lugar idóneo para la conservación de los caldos. Algunos datan de a menos el siglo X, una cultura milenaria que hoy, más que nunca, continúa viva. De hecho se ofrecen visitas para conocer este entramado que no deja a nadie indiferente.

La localidad zamorana era uno de los lugares preferidos por Miguel de Unamuno. Declarada conjunto histórico-artístico desde el año 1974, la villa es un zigzagueo de quebradas y estrechas sendas con edificaciones levantadas sobre la roca granítica de la zona.

Restos del Castillo de Doña Urraca
Restos del Castillo de Doña UrracaAyto. Fermoselle

Se cree que el nacimiento de la villa data de un asentamiento prerromano de hace más de 2.000 años, siglos después sería reconquistado por el Reino de León y la primera mención que se conoce de Fermoselle es del año 1161, en el fuero de Ledesma. Lugares a visitar, pues empecemos por el Castillo de Doña Urraca, que vivió en estos lares, en la parte más elevada del peñón donde se asienta la localidad, y fue destruido tras la rebelión comunera -Fermoselle fue el último baluarte de las Comunidades-. Las piedras de sus castillos se pueden ver en casas, muros y bodegas de este lugar, localidad natural de Juan del Encina, considerado iniciador y patriarca del teatro español.

La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo románico, pero con muchas transformaciones, es un Bien de Interés Cultural desde el año 2013, al igual de que la de San Juan, que llegó a albergar a frailes franciscanos.

Pero si de algo puede presumir Fermoselle es de sus espectaculares miradores, para contemplar al Duero en su discurrir hacia Portugal y, en especial, la elegancia de los Arribes. El más visitado de todos es el de “Torrejón”, al ofrecer una bella panorámica del núcleo urbano, pero son varios y a cada cual más bello, como el del Castillo, el de las Escaleras, el delas Peñas, Los Barrancos y el del Terraplén.

Arribes del Duero
Arribes del DueroAyto. Fermoselle

Tierras de tradiciones, no podían faltar sus romerías, como la de San Albín, la de Santa Cruz del Lunes de Pentecostés, fiesta mayor en la localidad o la celebración de la Virgen de la Bandera, y tampoco sus encierros, conocidos desde el año 1523, todos ellos en las fiestas patronales en honor de San Agustín.

Panorámica de Fermoselle
Panorámica de FermoselleAyto. Fermoselle

Y para rematar la visita no podía faltar la gastronomía con dos platos típicos de la zona. Por un lado, el arroz a la zamorana: Actualmente se prepara con esmero, haciendo un buen sofrito de verduras, con costillas panceta, chorizo, oreja, pata al que se le añade el arroz y el caldo del cocido.

Y el segundo, el bacalao a la tranca, típico de la zona zamorana, ya que los bacalaos en la zona portuguesa suelen prepararse con cebolla y patatas mientras que en la española suele hacerse con aceite y ajos.