Curiosidades
Los 53 disparos que destituyeron al último alcalde republicano de Valladolid
La fachada del Ayuntamiento conserva la marcas de las balas que tenían como objetivo al último primer edil socialista que tuvo la ciudad hasta la Democracia
Al igual que en la bóveda del hemiciclo del Congreso de los Diputados se mantienen encima de sus señorías como hace 44 años las marcas de 29 impactos de bala durante el golpe de estado del 23 de febrero de 1981 por parte del teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero, y que sirven siempre de reclamo y atracción para quienes visitan la Cámara Baja, la ciudad de Valladolid puede presumir también de algo parecido.
Aunque en este caso es en la fachada de la Casa Consistorial de la capital del Pisuerga, donde también se conservan los vestigios de otros disparos, 53 en concreto, que son aún más antiguos por cuanto se produjeron al día siguiente del levantamiento militar contra la II República, un 19 de julio del año 1936.
Unos disparos que han estado ahí desde hace casi 88 años, aunque no fue hasta hace apenas quince cuando se sacaron a la luz gracias a las labores de limpieza y acondicionamiento que se llevaron a cabo en el edificio municipal con motivo del centenario de su construcción.
Unas descargas cuya autoría se desconoce, aunque parece ser que fueron realizados por un grupo de falangistas que tenían como objetivo al alcalde republicano de la época, Antonio García Quintana, el último primer edil socialista que ocupó este cargo hasta la restauración de la Democracia y que hoy en día da nombre a un colegio situado en la Plaza España como reconocimiento a la creación de colegios durante su mandato, que tras lograr huir y esconderse un tiempo, fue apresado, condenado a muerte en un juicio sumarísimo por rebelión militar y finalmente fusilado un 8 de octubre de 1937.
Y es que las marcas de esos tiros que han estado ocultas por la suciedad más de setenta años, se encuentran junto a la ventana del que era el despacho del alcalde en la primera planta del lateral derecho del edificio. Los agujeros en la piedra y los ladrillos desconchados dan fe de lo ocurrido aquél día y ahí siguen firmes testigos del día a día en el ágora vallisoletano para recordar lo que allí pasó al día siguiente del alzamiento nacional en el inicio de la Guerra Civil española. Pero, sobre todo, como recuerdo del último vestigio de la II República en Valladolid, que en apenas unas horas cayó en manos del bando nacional.
Una jornada que el periódico El Norte de Castilla contaba en la edición que sucedió a estos hechos que todas las fuerzas de seguridad, asalto y Guardia Civil y Ejército se sumaron unánimemente al movimiento y, alentadas por la acción ciudadana, ocuparon todos los centros oficiales excepto el Consistorio, que amaneció el domingo 19 de julio de 1936 asediado por milicias y militares falangistas para caer en apenas unos minutos tras superar una débil resistencia formada por un grupo de policías, funcionarios y bomberos.
También cuenta que los destrozos a la Casa Consistorial, una vez tomada por el movimiento, fueron escasos y que sólo fueron los necesarios e indispensables para tomar el edificio.
Estos disparos que lograron destituir al alcalde García Quintana son ahora también un reclamo para los visitantes que se acercan a la ciudad y quieren conocer también la historia de la ciudad y de sus edificios más representativos.
Pero no son los únicos restos de disparos de bala de los que puede presumir el Ayuntamiento de Valladolid, ya que uno de los cuadros de la Sala de Comisiones alberga igualmente en su marco el impacto de una bala que también se ha decidido mantener.
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