Agricultura
El campo en cinco años: 1.700 agricultores y 14.000 hectáreas menos, el lácteo en retroceso y un crecimiento exponencial de costes
Agricultores y ganaderos de Castilla y León afrontan este domingo unas nuevas elecciones agrarias tras superar una pandemia y un último año de sequía al que se unieron incrementos en los insumos por encima del 50%
Los agricultores y ganaderos de Castilla y León afrontan este domingo unas nuevas elecciones agrarias, las sextas en la Comunidad, con una pérdida de 1.704 electores en un lustro, 14.286 hectáreas menos de cultivo, tras atravesar una campaña de sequía en el año previo a la cita electoral, con un crecimiento exponencial de los costes de producción, que dan la puntilla a un sector lácteo que acumula un 61,68 por ciento de caída total de productores en Castilla y León en cinco años.
Ese es el panorama con el que los 38.922 agricultores y ganaderos castellanos y leoneses acuden mañana a su cita con las urnas para decidir cuál de las tres organizaciones agrarias en la Comunidad (Asaja, la Alianza UPA-COAG o UCCL) es la mayoritaria. La cifra de electores, un 4,2 por ciento menor a la de hace cinco años, se reduce también un 9,09 por ciento con respecto al proceso de hace una década y casi a la mitad, un 47 por ciento menos, de los 73.412 agricultores y ganaderos llamados a las urnas en el primer proceso electoral agrario en Castilla y León, celebrado en mayo de 1997.
La principal pérdida de productores llega en la ganadería de leche, donde el sector del ovino se ha reducido, en los últimos cinco años, en 633 ganaderos. Una caída de cerca del 30 por ciento que deja el número de productores de este tipo de leche en 1.502. El vacuno de leche incluso supera esta caída, con 380 productores menos en cinco años y una bajada acumulada del 32,7 por ciento, pese a alcanzar un precio récord de 61,5 céntimos por litro, mientras que en el sector del caprino, la bajada ha sido de 38 ganaderos. Con todos estos datos, el sector de la ganadería láctea genera tres de cada cinco profesionales perdidos para el sector primario en Castilla y León en el último lustro.
Ese descenso paulatino se refleja también, aunque en menor proporción, en la superficie cultivable en la Comunidad, actualmente cifrada en 3.538.321 hectáreas según la encuesta sobre superficies agrarias del país en 2022 a la que ha tenido acceso Ical. La cifra, apenas un 0,4 por ciento menor que la de hace cinco años, se divide entre las 3.086.333 hectáreas de secano, terreno que desciende en Castilla y León en más de 21.000 hectáreas en los últimos cinco años, y las 451.212 hectáreas de regadío con las que la Comunidad continúa creciendo en este tipo de cultivos, en concreto en 6.254 hectáreas.
La producción del pasado 2022 sí arroja mejores datos que con los que las organizaciones profesionales agrarias afrontaban las elecciones en febrero de 2018, pero no porque la cosecha del pasado año sea positiva sino porque la de aquel 2017 fue la peor de la pasada década. En concreto, en cereal, en aquel año la caída era del 70 por ciento con respecto a la media habitual y se quedaba en 3,65 millones de toneladas, mientras que este año la caída se reduce a la mitad de la media de la última década, un 35 por ciento, hasta los 6,55 millones de toneladas teniendo en cuenta tanto el cereal de invierno como el maíz. No obstante, ambas cifras se encuentran lejos de los 9,22 millones de toneladas de cereal de 2021, o del récord de la década marcado el año antes, el de la pandemia, con casi 10 millones de toneladas de cereal producidas en Castilla y León.
Lo mismo sucede con otro de los productos estrella de la agricultura de Castilla y León como el vino. La producción de uva de vinificación fue en 2017 la más baja de la década en Castilla y León, con 201.707 toneladas, debido a las fuertes heladas acaecidas a finales de abril y principios de mayo y a la ausencia de precipitaciones a partir de entonces. Una circunstancia, esta última, que también complicó los meses previos a la vendimia, pero que, no obstante, no impidió que la producción de uva de vinificación ascendiese a 363.467 toneladas, lo que se tradujo en 2,5 millones de hectolitros frente a los apenas 1,37 millones, poco más de la mitad, de la campaña de hace cinco años, tal y como revelan los avances de superficie y producción, relativos a 2022, elaborados por la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural y consultados por Ical.
El comportamiento del girasol también experimentó un crecimiento en la comparativa con los datos de hace cinco años, en concreto del 17,5 por ciento, tras pasar de las 280.859 toneladas producidas en 2017 a las 329.894 de 2022. No obstante, este cambio viene motivado, más que por las condiciones atmosféricas como los dos anteriores, por el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania y la reducción de aceite de girasol procedente de ambos países, lo que animó a muchos agricultores, ante la subida exponencial del precio de este producto, a cultivar girasol durante la campaña 2022.
El conflicto y sus consecuencias, entre ellas el crecimiento de costes, se tradujo también en una disminución de superficie y producción de otro cultivo característico del campo de Castilla y León, la remolacha azucarera, que de las 25.744 hectáreas dedicadas en 2017 pasó a las apenas 15.084 del 2022, una caída de dos quintas partes de la superficie que también tuvo su repercusión en la producción, reducida en los mismos parámetros, superiores al 40 por ciento, hasta los 1,37 millones de toneladas, frente a los 2,3 millones de hace un lustro. Eso sí, el precio medio percibido por los agricultores se ha multiplicado a casi el doble, ya que frente a los 38 céntimos que de media percibían los agricultores por kilo hace apenas cinco años, hoy en día la cooperativa ACOR promete 66 para la próxima campaña.
Crecimiento exponencial de costes
Pero sí hay un cambio que ha marcado las dos últimas campañas agrarias, especialmente esta pasada de 2022, con respecto a la situación con la que las organizaciones profesionales agrarias afrontaban las elecciones al campo hace cinco años en Castilla y León, es la de los costes de producción. Aunque las cuentas económicas de la agricultura de la Comunidad aún no cuentan con datos concretos de 2022, ya en el año anterior al estallido de la guerra en Ucrania, 2021, se apreciaba un importante crecimiento del precio de los insumos con respecto a la situación de 2017.
Así, el conjunto de los consumos intermedios del campo en Castilla y León creció un 29 por ciento en esos cuatro años desde los 3.336,2 millones de euros que suponían los costes en 2017 a los 4.303,92 millones de euros de 2021, experimentando las mayores crecidas en productos fitosanitarios (+54,3 por ciento), fertilizantes (+53,4 por ciento), servicios agrícolas (+47 por ciento), energía y lubricantes (+34,8 por ciento), y piensos (+27,8 por ciento). No obstante, desde las organizaciones profesionales agrarias cifraron ya los aumentos, pasado el verano de 2022, en un 50 por ciento en los piensos y muy por encima de ese crecimiento en fertilizantes, luz y gasóleo agrícola.
Ese es el panorama general con el que los 38.922 agricultores y ganaderos de Castilla y León están llamados a acudir a las urnas este domingo para elegir entre Asaja, la Alianza UPA-COAG y UCCL como sus interlocutores válidos con la Administración autonómica, nacional y europea para tratar de solventar todos los problemas que, en forma de reducción de efectivos y superficie y aumento de los costes de producción, afronta el sector primario en la Comunidad en los próximos cinco años.
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