Cargando...

Opinión

Los chicos de Katmandú

"Aunque veamos con distancia la escena de Nepal, el argumento nos incumbe, y mucho, ya que estamos viendo una juventud que no se reconoce en el habla fatigada de la política y que, al sentir que le arrancan la red, sale a la calle como quien defiende un bien heredado sin notario, ni escritura"

La escritora y columnista zamorana, Olga Seco Olga SecoLa Razón

Creo que aunque veamos con distancia la escena de Nepal, el argumento nos incumbe, y mucho. Estamos viendo una juventud que no se reconoce en el habla fatigada de la política y que, al sentir que le arrancan la red, sale a la calle como quien defiende un bien heredado sin notario, ni escritura. Pienso que es un territorio conquistado a fuerza de uso, de afectos y necesidad...

Muchos crecimos midiendo la vida en horarios de autobús, en carteles de cine y en periódicos de la mañana. Parece que fue hace mucho tiempo (sonrío). Pero realmente, Internet es un paisaje reciente; para ellos es el aire, la plaza, el aula, el taller, y hasta el tablón de anuncios donde se convoca casi todo... La reflexión debería empezar en pensar que cuando un poder decide cerrar esa persiana convencido de que corta un exceso, lo que interrumpe no es un pasatiempo, sino la respiración; y cuando a una generación se le deja sin aliento, lo natural no es el acatamiento, sino el bramido... A nosotros debería importarnos.

¡Bah pero están lejos! Me parece brutal lo que está sucediendo... Es importante saber que hay derechos que primero se ejercen y luego se escriben. Y es importante decirlo con nitidez, porque también aquí nos jugamos algo: son nuestros semejantes y el único lugar donde su palabra pesa sin pedir permiso es ese espacio digital que comparten con millones y que organizan con la destreza de quien monta una biblioteca a pleno sol. Ese espacio no es un parque temático en Nepal, es una infraestructura moral: allí se buscan trabajos y afectos, se hacen campañas y pequeñas cooperativas, se estudia, se vende, se escucha, se aprende a decir “nosotros” con acentos distintos.

Por eso, cuando se amenaza con cerrarlo o con condicionarlo a capricho de quien manda (sea Estado severo o plataforma exasperada) lo que se activa no es una rabieta, sino la defensa de una propiedad comunitaria, de esas que no cotizan en ninguna bolsa y sin embargo sostienen la vida.

Nepal también nos incumbe. Sí, la humanidad no tiene distancia. Creo que hacer política con el siglo no es redactar códigos morales sobre el buen uso de las pantallas, sino construir infraestructura de ciudadanía: conectividad como servicio esencial, alfabetización crítica desde la escuela, bibliotecas y centros cívicos que trenzan lo digital con lo presencial, garantías jurídicas frente a apagones oportunistas, transparencia real sobre qué se modera, cómo y por quién.

Debemos tener claro (opinión subjetiva) que la conversación no mejora callando a la gente, mejora cuando hay reglas claras y espacios suficientes para que el conflicto se exprese sin convertirse en incendio. La alternativa a la plaza digital no es el silencio, es otra plaza mejor...

Veamos Nepal como una escena de reflexión más que como una postal exótica. Me emociona ver a sus jóvenes... Ellos han aprendido que nada es suyo hasta que lo defienden. Lo verdaderamente nuevo no es que haya protesta, sino que el detonante sea tocar lo que consideraban propio sin habérselo otorgado: un derecho nacido de la práctica.

En los sesenta se defendía la calle, en los noventa la palabra impresa y la radio nocturna; hoy se defiende también esa continuidad de cables y pantallas que, nos guste o no, es el nervio de la vida común. Si quienes gobiernan quieren evitar el choque, la salida no está en el candado, sino en el pacto: asegurar el acceso, blindar la libertad de expresión, exigir cuentas a las plataformas, abrir ventanas donde hoy hay muros.

Los chicos de Katmandú nos están dejando una excelente reflexión: sí, la paz duradera, se construye con derechos ejercidos, no con interruptores.

Nepal solo está lejos para aquellos que ni sienten ni padecen...