El deslumbrante e idílico cielo del que saca pecho un pueblo de Valladolid

En estos tiempos modernos donde una imagen vale más que mil palabras, y más en redes sociales, a veces nos encontramos con verdaderas maravillas e imágenes que uno no se cansa de mirar. Y una de ellas viene por parte de Turismo de Mayorga, una localidad vallisoletana, enclavada en Tierra de Campos. La imagen del cielo, con las condiciones climatológicas vividas en las ultimas semanas, con ola de calor, lluvias, tormentas y granizo, han dejado una estampa de la más curiosa y de la que sacan pecho. Y no es para menos.

Y para ilustrarla una cita del gran Miguel Delibes, el autor vallisoletano, muy conocedor de las costumbres de los pueblos castellanos "Como decía el gran Miguel Delibes... “Si el cielo de Castilla es alto, es porque lo habrán levantado los campesinos de tanto mirarlo”... Aquí, en Mayorga y Tierra de Campos, lo tenemos claro".

Y es que la tonalidad de colores del cielo, acompañado por las nubes y los campos de trigo que están a rebosar en estos días dejan una imagen que merece la pena contemplar durante horas y horas, y que está contando con un gran número de likes tanto en x o el antiguo twitter como en instagram.

Y para el que no conozca esta localidad, merece la pena acercarse hasta ella. Con alrededor de 1.400 habitantes, se halla a unos 80 kilómetros de la capital y cuenta con muchos atractivos, entre ellos el buzón más antiguo de España, que data del año 1793 o el Museo del Pan que lleva operativo desde el año 2009.

Dentro de su patrimonio destaca el rollo del siglo XVI, la Iglesia de Santa María de Arbas, uno de los mejores exponentes del arte mudéjar de la zona, al igual que la iglesia de Santa Marina o la de Santa María del Mercado. Ya de más reciente construcción el la iglesia parroquial del Salvador.

Y una de las fiestas más populares que se celebran en toda Castilla y León tiene lugar cada 27 de septiembre el Mayorga, como el El Vítor, donde se conmemora la llegada de las reliquias de Santo Toribio de Mogrovejo a la localidad desde Perú y para ello se apagan todas las luces del pueblos y comienza una procesión con la iluminación del fuego de centenares de pellejos cubiertos de pez ardiendo. Toda una tradición digna de ver y sentir.