Sociedad
Echa el cierre la pastelería más emblemática de Valladolid
Será el próximo 31 de mayo y la causa es la falta de relevo generacional
Adiós a las almendras de Villafrechós, a las trufas, a los amarguillos y empiñonados, a los panecillos de San Antón. Adiós a las torrijas de carnaval, a los huevos de Pascua, a los buñuelos de cuaresma, a las cocas de San Juan, a los huesos de santo y buñuelos de viento y a los turrones artesanos y roscones navideños. Por no hablar de los productos típicos para celebrar los festejos. El próximo 31 de mayo, una de las pastelerías más emblemáticas de Valladolid, Cubero, echa el cierre. Y es que la falta de relevo generacional pone fin a cuatro generaciones de maestros pasteleros. Ahora solo quedará acercarnos hasta Medina de Rioseco, que seguirá abierta, como ya han anunciado en redes sociales sus dueños.
Un negocio más de los tradicionales, de los de toda la vida, que se van, como otros tantos. Hace apenas un par de meses cerraba sus puertas el Corte Inglés a escasos metros donde se ubica una de las dos tiendas de Cubero que bajará la persiana, la de la Calle la Pasión, la otra se encuentra ubicada en la calle Ferrari.
Una historia que hay que remontarse hasta el año 1924 cuando en Villafrechós nace Enrique Cubero Román. Y ya sus antiguas generaciones habían obtenido importantes premios. A sus abuelos les era concedido el más importante, de manos de la Reina Doña María Cristina de Austria en 1902, nombrándolos Proveedores de la Casa Real.
Ya en 1960 adquiere la confitería donde empieza su aprendizaje, con múltiples cambios en el obrador, buscando siempre la excelencia pastelera. Y es en 1980 cuando abre sus puertas el nuevo establecimiento, en pleno centro de Valladolid, con más de 1.000 metros cuadrados, repleto de pasteles, un salón de té y un obrador con un gran mirador donde el cliente podía observar la elaboración en vivo del producto.
Pero también tiene una gran pasión, que es el arte. Y una vez afianzado su negocio comienza a aplicarlo en la confitería presentándose a numerosos certámenes internacionales y allá donde va con sus obras, levanta la admiración de todos. Una colección de veinte monumentos de la ciudad, como la Plaza Mayor, la Academia de Caballería o San Pablo, realizados con la técnica azucarada del pastillaje. Un Museo del Dulce que incluso ha llegado a aparecer en el libro Guiness de los Récords. Unas reliquias excepcionales que se pueden ver hasta el próximo 31 de mayo en la confitería y que deben albergar un lugar emblemático en algún lugar de la ciudad, tanto por la historia que rezuman dichas creaciones por el arte que destilan,
Cubero es y seguirá siendo historia de Valladolid, tanto por su dulce patrimonio artístico que le hizo merecedor en 1998 de nombrar una calle de la ciudad con su nombre. Ahora Enrique Cubero Torres, a sus 68 años, no tiene más remedio que decir adiós a un negocio que muchos vallisoletanos golosos van a echar de menos.
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