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Cultura

La mística ermita templaria ideal para visitar en octubre

Fue construida en el siglo XIII y está situada en un paraje natural único

Ermita de San Bartolomé en pleno Cañón de Río Lobos Diputación de SoriaDiputación de Soria

Llega el otoño y con él, el momento de descubrir nuevos sitios idílicos. España está repleta de este tipo de rincones, pero hay algunos que sobresalen por encima de otros. Es el caso de una de las ermitas templarias más impresionantes que existen en nuestro país, que la hacen única por todas las leyendas que esconde, así como por el lugar donde está ubicada, un paraje natural único y espectacular.

Los templarios no eran "tontos" y sabían muy bien donde construían sus templos. Estos caballeros decidieron consagrar su vida a la defensa de los peregrinos de los Santos Lugares o Tierra Santa tras los continuos ataques que los cristianos recibían de los musulmanes, pero sin dejar de lado la contemplación y oración en torno a Cristo, de ahí que se les identifique como monjes-guerreros.

Se sabe que llegaron al territorio ibérico en la primera mitad del siglo XII, como al resto de Europa. Motivados por la defensa de los cristianos frente a los musulmanes, los reyes cristianos peninsulares les implicaron en el proceso tradicionalmente conocido como Reconquista, teniendo gran protagonismo en ella en el siglo XIII, ya que el papa Urbano II había establecido que era tierra de cruzada, lo que justificaba su participación. A cambio, los templarios obtenían recursos, bienes y propiedades con las que sustentar su actividad en Tierra Santa.

La primera incursión templaria en la Península Ibérica se había producido el 19 de marzo de 1128, un año antes de que se llevase a cabo la regularización de la Orden en Troyes. Aunque el caso más reseñable de todos es el de Alfonso I de Aragón y Navarra, conocido como El Batallador, el prototipo de monarca cruzado de la época en la Península que no dudó en contar con órdenes militares para el proceso de Reconquista.

Los caballeros templarios tuvieron presencia en España hasta la disolución de la propia Orden a nivel internacional, hecho que tuvo lugar en 1312. Para hacer muy notable su presencia, construyeron numerosos edificios, y una de las ermitas más espectaculares es la de San Bartolomé, situada en pleno corazón del Cañón del Río Lobos, uno de los espacios naturales más importantes de las provincias de Soria y Burgos.

Fue construida en el primer cuarto del siglo XIII, cuando el estilo románico daba paso al gótico, transición que quedó plasmada en la obra arquitectónica. Formaba parte de un cenobio del que sólo se conserva la capilla. Este templo está rodeado de un halo de misterio. Diversas teorías consideran que este lugar fue sede templaria de San Juan de Otero, dentro del obispado de Osma. La simbología que se puede apreciar en diversos lugares de la emirta, como los canecillos o los capiteles, tiene referencias constantes a los templarios.

Además, se cree que el convento templario de San Juan de Otero se encontraba a unos cuatro kilómetros de la ermita, cerca de los actuales restos del Castillo de Ucero, considerándose que todo ese territorio pudo ser propiedad de la Orden del Temple.

Equidistante a los dos extremos de la Península Ibérica

Su ubicación también es enigmática, ya que poca gente conoce que la ermita del Cañón del Río Lobos se encuentra en el lugar equidistante de los dos extremos de la Península: en Cabo de Creus en Gerona y el Cabo Touriñán en Galicia.Son muchos los elementos de la ermita cuya simbología conduce a la Orden del Temple. Uno de ellos es una losa en el suelo de la ermita, que algunos reconocen como la Cruz de la Orden del Temple, y sobre la que otros afirmaban que llegaba a iluminarse algunos días del año en función de la posición del sol, que podía atravesar el rosetón existente en la ermita. Algo, esto último, que diversos estudios han confirmado posteriormente, confirmando que el sol ilumina la losa durante el solsticio de invierno (entre el 20 y 23 de diciembre), lo que hace que esta ermita tenga una mayor dosis de misterio.

Asimismo, existen estrellas invertidas de cinco puntas, un pentáculo invertido, rosetones de seis corazones entrelazados y diferentes símbolos numéricos. Especialmente notable es la Cruz de las Ocho Beatitudes grabada en uno de los capiteles de la entrada. Esta cruz de ocho puntas era la que los templarios utilizaban como clave de un alfabeto secreto y la que utilizaban para realizar el trazado octogonal de las capillas templarias.

La iglesia tiene planta de cruz latina, disposición que se acusa ostensiblemente al exterior. Llama la atención la escasa altura del transepto en relación con la de la nave. La cumbre de la bóveda de aquel queda por debajo de la línea de imposta de la bóveda de cañón apuntado de la nave, de tal manera que ambas bóvedas no se intersecan y no dan lugar al establecimiento de una cúpula o un cimborrio sobre el crucero.

Las pilastras de sección rectangular adosadas a los muros exteriores del ábside, así como las que flanquean la portada, y la misma puerta que luce seis arquivoltas muy apuntadas, ponen de manifiesto el momento de transición del románico al gótico en que se edificó esta iglesia.

También merecen ser resaltados los dos rosetones, uno en cada hastial del transepto, cuyas celosías evocan influencias musulmanas en la forma del entrelazado que compone una estrella lobulada de cinco puntas. Poseen tres arquivoltas de las que sólo la externa está decorada.

El 7 de mayo de 2015, la ermita fue declarada Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento.

Cañón del Río Lobos

Una vez contemplada la ermita, el visitante no debe dejar de disfrutar de un paseo por el Parque Natural del Cañón del Río Lobos, que cuenta con un total de 10.176 hectáreas, y reúne a los territorios Santa María de las Hoyas, San Leonardo de Yagüe, Casarejos, Herrera de Soria, Nafría de Ucero y Ucero (en la provincia de Soria) y Hontoria del Pinar (provincia de Burgos).

Se trata de un profundo tajo excavado en las calizas mesozoicas del cauce fluvial, que ha dejado a la vista enormes paredones de varias decenas de metros de elevación. Este tajo es fruto de una doble erosión: la debida al desgaste del propio río y la debida a la disolución de la roca por el agua. Toda el área es un inmenso karst con muchas cuevas y simas, además de sumideros. El sistema de aguas subterráneas y acuíferos es muy completo.

La población vegetal que habita este espacio natural está compuesta por diferentes especies entre las que destaca los emblemáticos sabinares de sabina albar. Junto a este árbol se pueden ver poblaciones abundantes de pino pudio, quejigo y encina. En los espacios cubiertos de matorral se pueden ver enebros, gayubas y aliagas, que se complementan con tomillo, espliego y salvia.

Las riberas están pobladas por los chopos, alisos, álamos y los sauces y en las aguas hay nenúfares, eneas y lentejuelas. En el roquedal se pueden encontrar especies como la Saxifraga cuneata y la Linaria supina o las conocidas como zapatitos de la virgen y el ombligo de Venus.

Su interior se ha erigido en un espacio propicio al desenvolvimiento de diversas especies animales que han encontrado en él un hábitat adecuado. Las de mayor presencia son las aves, y entre ellas las rapaces como el alimoche, el halcón, el águila, el azor y el búho real, y predominantemente el buitre leonado, que puebla las cornisas de los farallones y sus oquedades y que se mantiene en permanente vuelo por la bóveda virtual del cañón.

También algunos mamíferos han encontrado acomodo en la hoz del río y en las aguas de este conviven truchas y nutrias. También hay un gran número de especies de anfibios, reptiles y peces como la rana, la lagartija, la culebra, la víbora hocicuda y el barbo.