Turismo
La impactante villa medieval que cuenta con cinco monumentos Bien de Interés Cultural
También cuenta con un gran potencial enoturístico
La riqueza patrimonial de España cuenta con atractivas villas medievales, que se han convertido en reclamos turísticos de primer nivel. Muchos son los rincones de nuestro país que pasear por sus calles hacen revivir el pasado, sobre todo la época medieval que fue la de mayor esplendor del territorio nacional. Un pueblo medieval es un lugar cerrado dentro del paisaje agrícola y forestal, sirviendo de fortaleza defensiva y refugio de los habitantes y campesinos del entorno, a la vez que constituye el mercado del área de influencia. A estos centros acudían los campesinos a vender sus excedentes (cereales, frutas, carne, etc), a la vez que compraban artículos de uso cotidiano elaborados por los artesanos (herramientas, cerámica, o ropa…). Por ello el comercio ha sido caracterizado como su función principal, y por ese motivo se requirió que hubiera disposición de plazas o espacios públicos para poder realizar tareas de mercado.
Estas localidades estaban rodeadas de altas murallas para su protección y algunas contaban con una fortaleza construida dentro del recinto de la ciudad conocida como ciudadela. En sus puertas se cobraban los impuestos sobre las mercancías que entraban en la ciudad. Las puertas se cerraban por la noche pero por el día permanecían abiertas.
Los edificios más destacados eran la catedral, la casa consistorial, la universidad, la lonja, las Iglesias y conventos, las hospederías, los hospitales y los palacios de algunos nobles y burgueses. La ciudad se dividía en barrios, cada uno con su propia parroquia. Disponían de un gran espacio abierto, la plaza del mercado, donde los comerciantes y campesinos instalaban sus tenderetes y en el que tenían lugar los principales acontecimientos de la ciudad: las representaciones de los artistas, las celebraciones festivas y los ajusticiamientos.
El ejemplo típico de ciudad medieval en el mundo es la francés de Angers, dónde la muralla del Imperio Bajo ha sido edificada al final del siglo III o al principio del siglo IV, cercando un sector incluyendo la catedral, la residencia del obispo, el forum antiguo y probablemente un centro de poder, según asegura Wikipedia.
Una de las joyas medievales está considerado como uno de los pueblos más bonitos de la Ribera de Duero. Se trata de la localidad burgalesa de Peñaranda de Duero, que cuenta con cinco Bienes de Interés Cultural. La villa burgalesa se halla emplazada en la margen derecha del río Arandilla, afluente del Duero, punto de contacto entre la fértil vega del Duero y las primeras estribaciones de la Demanda. Etimológicamente, su nombre significa ciudad de la peña y el río, lo cual alude a su emplazamiento de carácter estratégico en lo alto de un cerro. En efecto, probablemente Peñaranda y Aranda fueran repoblados de forma simultánea a comienzos del siglo X, cuando la frontera cristiana llegó hasta el Duero. De cualquier forma, aparece por primera vez mencionada en torno al año 1000 por su condición de plaza fuerte defensiva.
En un principio formó parte del alfoz de Clunia. Más tarde fue considerada aldea de San Esteban de Gormaz; después perteneció a la provincia de Segovia, hasta que, en el siglo XIX, se integró en la de Burgos. A comienzos del siglo XIV, una vez asegurado el dominio castellano, Fernando IV entregó la villa a Fernán Ruiz de Amaya, quien, a su vez, la venderá al infante Don Pedro, hijo de Sancho IV, en 1311. En tiempos de Alfonso XI, la villa queda vinculada a la familia Avellaneda, Condes de Miranda, los cuales contribuyeron notablemente al enriquecimiento de la villa mediante la construcción de las principales obras arquitectónicas.
La villa presenta un casco medieval de planta alargada, en la que se distribuyen mezclados los edificios religiosos y señoriales con el resto del caserío. Asentado directamente sobre la roca y dominando el espacio circundante, se halla el castillo de Peñaranda, nacido con fines defensivos en los siglos altomedievales, aunque los restos actuales haya que datarlos en el siglo XV.
Asimismo, existió una muralla que rodeaba casi todo el caserío actual. La parte más antigua iba desde el palacio de los condes hasta el Este del pueblo, y desde aquí enlazaba con el castillo. Cuando se construyó el palacio, se completó el trazado hasta unirse con el otro extremo de la fortaleza. En la actualidad, queda un buen paramento que bordea la carretera y dos de las tres puertas de acceso a la villa, el “Arco de las Monjas”, y la que da entrada a la Plaza Mayor.
Las viviendas populares, unas de las más bellas y conocidas de La Ribera, están construidas con adobe y entramado de madera, de poca profundidad y dos plantas, más un sobrado abuhardillado. La planta baja se destinaba a lagar y otros menesteres, mientras que la superior albergaba la cocina y los dormitorios. También contaba con sótano para acceder a las bodegas subterráneas que se distribuyen por todo el espacio urbano. En la fachada principal era muy común la existencia de balcones de madera, algunos de gran tamaño, a modo de solanas, afirma la web del Ayuntamiento de Peñaranda de Duero.
Atractivos monumentales
Castillo
Se trata de una gran fortaleza que domina de forma clara el caserío. Aunque las primeras defensas de Peñaranda pudieron ser levantadas de forma simultánea a su repoblación, la mayoría de lo actualmente conservado debe atribuirse al primer conde de Miranda, entre mediados y finales del siglo XV.
Presenta una gran similitud con otros castillos de la comarca ribereña, como los de Peñafiel y Gormaz, y también repite el ventajoso emplazamiento entre un monte y un río, como se observa en Burgos, Frías o Castrojeriz. Su planta alargada y quebrada se adapta de forma perfecta al escarpado roquedo sobre el que se asienta, la famosa Peña de Aranda, ocupando aproximadamente la mitad occidental de la misma. La puerta de acceso se halla al Este, separada del resto por un foso excavado en la roca viva.
Se cree que en este lugar pudo hallarse el castillo primitivo, entre otras razones porque, junto a los cubos que defienden la entrada, se encuentra otro más pequeño y macizo adosado al Sur con una función no muy clara. Antiguamente, el foso se salvaba por un puente levadizo y se pasaba al interior a través de una pequeña puerta de arco ojival.
En el conjunto fortificado, destaca la céntrica y sólida torre del homenaje, de finales del siglo XV. Consta de planta baja y tres pisos. En la actualidad, su acceso se realiza por el Este a través de un arco ojival situado en el primer piso, al que se llega mediante una escalera metálica de reciente factura. Los paramentos son ciegos, a excepción del lienzo que mira a Peñaranda, en el que aparece en altura un ajimez, dos en la segunda planta y un pequeño vano en la última. La torre se remata con el almenado. La solidez, proporción y esbeltez de la misma la convierten en una de las más equilibradas y airosas de la provincia de Burgos. En toda la construcción predomina la mampostería, a excepción de los ángulos y coronamiento de la torre y las dovelas de las puertas, que son de buena sillería.
En el siglo XVII, la fortaleza debía estar deshabitada y prácticamente inservible, lo que aconsejaba a su propietario, el conde de Miranda, la utilización del palacio que poseía en la villa como depósito de armamento. A pesar de este posible abandono, su monumentalidad y calidad constructiva le permitieron llegar al siglo XX con el suficiente vigor y presencia como para ser considerado uno de los castillos más impresionantes de la provincia de Burgos, lo que le granjeó la declaración de monumento histórico-artístico en 1931.
En el interior de la torre del Homenaje se ha instalado el Centro de Interpretación de los Castillos. Desde la azotea se aprecia la configuración urbanística de Peñaranda en la época de referencia en relación a los aspectos sociopolíticos (trazados, defensas, representación arquitectónica del poder y la justicia, el mundo extramuros). Este espacio servirá también para observar otras fortificaciones cercanas a esta población.
El acceso al patio de armas está abierto todo el año.
Horario noviembre 2024:
MARTES Y MIÉRCOLES: De 11 a 14 horas y de 15 a 18 horas
JUEVES: de 15 a 18 horas (Entrada gratuita).
VIERNES Y SÁBADO: De 11 a 14 horas y de 15 a 18 horas)
Precio entrada
Adultos: 3 euros
Infantiles: 1 euro
Grupos +20 pax: 2 euros (Concertado previamente)
Palacio de los Condes de Miranda
Construido a principios del siglo XVI. Portada plateresca, magnífico patio de doble arquería, elegantes salones y escalera de honor, artesonados góticos, mudéjares y renacentistas, yeserías, etc. Se atribuye al círculo de Nicolás de Vergara. Está enclavado en la Plaza Mayor. Mandado edificar por el Tercer Conde de Miranda, D. Francisco de Zúñiga y Avellaneda a Francisco de Colonia. Constituye un magnífico conjunto de fachada, patio central, escalinata, salones con ricos artesonados y yeserías, es sin duda una de las joyas del plateresco español.
Alrededor del patio central las habitaciones bellamente decoradas como el Salón de Embajadores, presidido por una chimenea de estuco, sobre la que se abre una tribuna cerrada con celosía.
Excolegiata de Santa Ana
Presidiendo la Plaza Mayor se alza majestuosa la fachada principal de la que fuera Colegiata Abacial gracias a la Bula Pontificia concedida por Paulo V en 1605. Su construcción fue financiada por doña María Enríquez de Cárdenas, viuda de Francisco de Zúñiga, y su hijo, y se prolongó desde 1540 hasta principios del siglo XVII. Su diseño y trazado, de atrevidas líneas, se atribuyen a Rodrigo Gil de Hontañón y a Pedro de Resines, y llama la atención por el contraste que ofrece su gran altura y sus débiles elementos sustentes.
La portada fue diseñada por fray Pedro Martínez en un estilo barroco clasicista, de tipo columnario, a semejanza de un retablo, con nichos y diversas imágenes de santos. En la parte superior aparece la imagen de Santa Ana, la titular de la parroquia, y los escudos de los Zúñiga y Avellaneda.
El acceso viene precedido por una escalinata con ocho columnas de mármol de estilo renacentista traidas desde Napolés por el Sexto Conde de Miranda, Juan de Zuñiga y rey de Napolés asi como los tres bustos de los tres emperadores romanos que se hayan en la fachada. En el interior sobresale el retablo neoclásico que preside el altar mayor diseñado por Ventura Rodríguez en 1783.
Tiene un altorrelieve de Alfonso Giraldo Bergaz dedicado a la patrona, Santa Ana, encuadrado por cuatro columnas en cuyo basamento se encuentran los escudos de los fundadores. Otros elementos de interés son un Cristo yacente articulado del siglo XVII y una bella talla del Nazareno de comienzos de esa centuria. Asimismo, en este templo se conserva una curiosa colección de reliquias, dispuestas en retablos neoclásicos, traídas de Italia con motivo del paso de los condes por esas tierras.
Monasterio de las Madres Franciscanas Concepcionistas
Situado en el centro de la población comenzó a edificarse en 1528 a expensas de los Condes de Miranda y desde su origen es morada de la Comunidad de las MM. Franciscanas Concepcionistas, cuya primera Abadesa fue Sor Ana de Zúñiga Avellaneda. La Iglesia muestra en su techumbre un sugestivo artesonado mudéjar y en el interior se halla un bello patio renacentista.
Rollo de Peñaranda de Duero
Situado en la plaza Mayor, es de una esbeltez y elegancia extraordinarias y en él predomina la decoración flamígera.
Convento de San José
Este edificio del siglo XVI, fundado por el Duque de Peñaranda, alberga una pequeña comunidad de frailes carmelitas descalzos. Este sencillo convento es un lugar de gran interés por sus altares decorados con azulejos talaveranos de 1755, que aportan un toque de color al austero edificio.
Enoturismo
Además de su riqueza arquitectónica, Peñaranda de Duero se encuentra en el corazón de la Ribera del Duero, una de las principales regiones vinícolas de España. El paisaje que rodea el pueblo, dominado por viñedos y las estribaciones de la Sierra de la Demanda, ofrece numerosas oportunidades para disfrutar del enoturismo, con bodegas que elaboran algunos de los mejores vinos de la zona.
La combinación de su patrimonio medieval, su entorno natural y su proximidad a las rutas del vino hace de Peñaranda de Duero un destino ideal para los amantes de la historia, la arquitectura y la enología.
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