Opinión
La minería en tiempos modernos
"Y de pronto todo un mundo nuevo se abrió ante mí, apareció el Ecomuseo Minero Valle de Samuño con su túnel, sus instalaciones y su entorno parados en el tiempo"
Tengo la pérfida manía de huir del turismo de masas cual Yorkshire Terrier asustadizo una tarde de domingo por la gran ciudad y localizar de manera improvisada los planes más bellos y más recónditos, me aburre soberanamente la mundanidad de lo cotidiano y voy al revés en tantas y tantas cosas que el viajar es un placer cuando todos los demás vuelven ya de vacaciones.
En uno de mis recientes desplazamientos por la península comprendí por qué los asturianos bajan a León a secarse. Tras varios días de enfrentamiento con unos salvajes percebes conseguí encarrilar mi viaje y comprarme un paraguas nuevo, mi viejo amigo automático tras más de 20 años de leal servicio está dejándonos.
Con mi nueva, noble y fiel espada corta-nubes me encinté de mis mejores ánimos y descubriendo la tercera velocidad del limpiaparabrisas del Talbot llegué a mi destino: Una antigua mina asomando tímidamente en el término de Langreo. Allí pude entrar a resguardo del Tláloc como en las antiguas películas de aventureros de cine negro, sólo me faltaba el sombrero de ala ancha.
Y de pronto todo un mundo nuevo se abrió ante mí, apareció el Ecomuseo Minero Valle de Samuño con su túnel, sus instalaciones y su entorno parados en el tiempo. Abonando religiosamente la pequeña cuota pude meterme en la piel de los auténticos mineros y tras montar en su singular tren pude comprobar la historia y el verdadero valor de tantos y tantos mineros que a parte de carbón extrajeron su propia vida para poner en funcionamiento al país durante décadas. Fui testigo de una clase magistral impartida por guías, que como no podía ser de otro modo eran de raíces mineras.
Cuando salí de la visita, quedé impactado por cómo el trabajo en equipo alcanzaba en aquel valle su máxima expresión siendo en verdad una familia y de cómo los accidentes y las condiciones tan duras de vida habían llevados a estos auténticos seres super humanos a trascender más allá de la mundanidad.
A fecha de hoy Europa cerró todas las minas de Asturias, el principal motor de su economía durante decenas de años, ahora sólo queda activa y por poco tiempo la de Mieres, todo por la ecología y por comprar a Polonia y a Rusia su carbón, que nos sale más barato ¡Oiga!
Pero los asturianos son valientes, tenaces y de la mejor gente que conozco, y en muy poco tiempo se han convertido en cronistas de su propia historia y guardianes de sus templos.
Para siempre queda escrito el honor y la fuerza sobrehumana pues en las condiciones más duras, en lo más profundo de la tierra, la ilusión, el esfuerzo y algo inenarrable forjaron a fuego una leyenda de la que se tiene que presumir y sacar pecho en una de las profesiones más peligrosas que hay.
Para que una piedra llegue a ser preciosa alguien tiene que mancharse más que las manos y confiar en los demás y en el destino, en lo ancestral radica el principio de los tiempos y el hombre desciende del árbol, pero el superhombre viene de la tierra.
Todo está en clave de actualidad para que las futuras generaciones conozcan el origen y sepan aquello que cantaba Antonio Molina: -Compañero Dale al marro pa' cantar mientras garbillo. Que al compás del marro quiero repetirle al mundo entero, yo. Yo Soy Minero-
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