
Opinión
Pink, Homo Affinis Erectus
Las dos especies humanas en la Europa primitiva no son muy distintas de las dos Europas que se debaten hoy entre la apertura y el repliegue; la cooperación y el sálvese quien pueda

Tú podrías ser sobrino de Pink. O el abuelo del abuelo de mi abuelo de hace millones de años podría ser Pink. La historia nos enseña la cara más antigua de un europeo occidental, bautizado como Pink (Rosa in spanish), que vivió hace casi un millón y medio de años atrás y que ha aparecido en Atapuerca. Un fragmento de rostro que nos dice más sobre lo que somos que cualquier eslogan electoral. Porque Pink, el “Homo affinis erectus”, confirma que en el oeste de Europa no había una sola humanidad, sino al menos dos especies coexistiendo en el tiempo. Y si entonces ya éramos varios, hoy no somos mucho más que variaciones de un mismo enredo.
Las dos especies humanas en la Europa primitiva no son muy distintas de las dos Europas que se debaten hoy entre la apertura y el repliegue; la cooperación y el sálvese quien pueda. Si entonces compartían territorio, hoy compartimos mercados, valores -¿o no?- y desconfianzas. Cambian los motivos, pero no las dinámicas.
Pink y sus coetáneos sobrevivían en un entorno hostil, donde la mera supervivencia dependía de la astucia y la oportunidad. Hoy, en la esfera sociopolítica, se impone la ley del más apto para la supervivencia mediática, dejando de lado méritos y cualidades. En aquellos tiempos, el fuego era la tecnología revolucionaria; hoy, la inteligencia artificial y los algoritmos que modelan nuestras creencias. Y todo ello en un momento donde Europa apuesta por aumentar la inversión en Defensa ante las diferentes amenazas. Lo que ayer fue una batalla por el dominio de un territorio, hoy es una lucha por la hegemonía cultural e ideológica -y, por lo visto, también por el territorio-.
Un trozo de rostro petrificado nos dice que hoy la sociedad se empeña en la fugacidad del presente y la amnesia del pasado, cuando en realidad hemos redefinido los mismos conflictos en versiones más sofisticadas. Nos recuerda que la historia es un círculo de intentos, fracasos y adaptaciones. Nos asombramos de la brutalidad primitiva, pero seguimos permitiendo que las diferencias ideológicas, étnicas o económicas levanten muros entre nosotros y creen especies de diferentes niveles.
¿Será que el verdadero fósil somos nosotros, atrapados en una eterna repetición de nuestra propia historia? Bienvenido, Pink. Quizás, si te dejáramos votar, tu elección sería más sensata que la de muchos de tus descendientes.
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