Arte
Las pinturas renacentistas que han salido a luz en un pequeño pueblo segoviano y asombran al mundo
En un Iglesia Bien de Interés Cultural
En los siglos XV y XVI, entre la Edad Media y la Edad Moderna, surgió en la Europa Occidental un fenómeno cultural e intelectual de gran esplendor que ha pasado a la historia como el Renacimiento retomó los principios de la antigüedad clásica a través del humanismo. Fue una época de florecimiento cultural bajo esquemas de mayor libertad compositiva, estética y, sobre todo, temática, de gran pasión por las artes y la ciencia, que tuvo también su eco en Castilla y León de la mano de multitud de maestros de la pintura que dejaron su impronta a través de cuadros, lienzos y retablos, que abarcaban una zona o territorio concreto y eran conocidos no por su nombre sino por su lugar de procedencia. Es el caso, por ejemplo, del maestro de los del Campo, el de Martín Muñoz de las Posadas, el Maestro de Valseca, el de Martín Miguel o el Maestro de Duruelo, protagonista de estas líneas, como se cuenta más adelante.
Obras que en día prevalecen en su mayoría en espacios religiosos y muchas de ellas ocultas aún, y que esperan a buen seguro a que se acometan obras de mejora y restauración en los lugares donde se encuentran para poder aflorar y mostrarse al mundo.
No es el caso de las dos pinturas que ocupan esta información y que han aparecido recientemente en tierras segoviana semi ocultas en el Retablo Mayor de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Cedillo de la Torre, un inmueble declarado como Bien de Interés Cultural hace ya 25 años, en 1998, tras los trabajos de rehabilitación que se han acometido.
Un templo que ha sufrido varias transformaciones a lo largo de la historia que han moldeado su forma, desde el románico hasta el barroco, pero en la que destaca su imponente torre de piedra de 30 metros de altura, levantada en el siglo XIII, y que según los expertos es uno de los mejores ejemplos de este tipo de construcciones junto a la de San Esteban, en la capital del Acueducto.
La iglesia tiene planta basilical y una sola nave que se cubre con una bóveda de medio cañón dividida en tres tramos mediante arcos fajones apoyados en pilastras. Unida a la cabecera de la iglesia, se encuentra la sacristía con un pórtico construido en el año 1736. Formando parte de este pórtico encontramos tres arquivoltas y, pasando por este pórtico, también se accede a la zona donde se encuentra el Museo Etnográfico, donde el visitante puede viajar al pasado costumbrista de la zona y contemplar una variedad de aperos de labranza, objetos de uso doméstico e incluso utensilios que se usaban para la matanza del cerdo.
En el interior de la iglesia se encuentra el mencionado retablo mayor, de tres calles estilo barroco, que fue dorado en 1738, en el que han aparecido las dos tablas. En las calles laterales se encuentran otras tablas con las imágenes de San Francisco de Asís, San Francisco Javier, San Juan Bautista y San Miguel Arcángel. En este templo, además, hay dos capillas, la del Cristo del Crucero es del siglo XVIII, la de la Virgen del Rosario, es de 1693, del XVII.
La intervención llevada a cabo en esta iglesia, por suerte, ha sacado a la luz dos tablas que se encontraban prácticamente invisibles al gran público y de una gran calidad artística, para orgullo y satisfacción del apenas un centenar de empadronados en este municipio segoviano que pertenece al Partido Judicial de Riaza y a la Comunidad de Villa y Tierra de Maderuelo y que está situada a 88,6 km de Segovia capital. Un pequeño pero bello municipio que se ubica en el entorno de la Sierra de Pradales, repleta de monte bajo de encinas, sabinas y matas de enebros, que bien merecen una visita también..
Las pinturas halladas representan a Santa Catalina y Santa Bárbara y se encontraban lejos de la vista en la parte interior de los laterales de la hornacina central, junto al sagrario, con forma de baldaquino y con la imagen de la Virgen de la Asunción y un lienzo de la Ascensión, que es donde permanecían semi ocultas.
Estas dos tablas nada tienen que ver con el retablo y su estilo, pero se trata de dos pinturas de buena calidad, de cronología anterior al retablo y que podrían corresponder a los restos de algún retablo gótico, bien de la misma iglesia, lo que se desconoce y se investiga, o bien de otro templo abandonado por la zona.
De acuerdo con miembros de la parroquia que estaban presentes en la visita técnica, se decidió retirar de esta zona tan oculta las dos tablas, cubrir su falta con un soporte liso en madera tratada, y entonada con el conjunto, y buscar un lugar adecuado para mostrar las pinturas en el templo junto a un pequeño texto en donde se pueda explicar su hallazgo, según han informado fuentes de la Consejería de Cultura y Turismo.
También se desconoce en estos momentos quien o quienes puede ser los autores de estas dos preciosas tablas, si bien, según explican los expertos, ambas tienen bastantes similitudes con obras del Maestro de Duruelo, activo en la zona, pues tiene pinturas reconocidas que se sabe que fueron pintadas por él en los municipios de Cozuelos, Duruelo, Adrada de Haza (Burgos), Sebúlcor, o Membibre de la Hoz, entre otras poblaciones cercanas.
¿Y quién era el Maestro de Duruelo?
Pues el Maestro de Duruelo es un pintor activo en tierras segovianas en el siglo XVI, concretamente entre los años 1540 y 1550, sobre todo por la zona de Sepúlveda, y muy ligado a maestros del ámbito seguntino y del sur de Burgos, según cuenta la Real Academia de Historia.
Se desconoce su identidad, pero se cree que, probablemente, se trate de un artista foráneo o formado fuera de Segovia en contacto con Juan de Soreda, ya en su etapa madura, y con pintores como Diego de Madrid, el Maestro de Roa, el Maestro de Ventosilla o Juan Illana.
Según la RAH, sus pinturas sobre tabla adornaron retablos enteramente pictóricos de estructura plateresca, donde recurre aún con frecuencia al uso de panes de oro, principalmente en los bancos, con medias figuras de santos, según fórmula tradicional. Sus creaciones denotan, sin embargo, influencias italianas de segunda mano, fundamentalmente rafaelescas, y la manipulación de fuentes figurativas varias, además del gusto por el sfumato, por siluetar los contornos y por las atmósferas oscuras.
Los dos retablos más significativos son los de Duruelo (Segovia) y Adrada de Aza (Burgos).
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