
Patrimonio
El único castillo español que se ha colado en la lista de la CNN de los más bonitos del mundo
Destaca en un ránking internacional junto a fortalezas de Japón, Alemania, India o Marruecos

Los castillos se estan convirtiendo en los principales atractivos turísticos de España. Los visitantes cada vez se quedan más prendados de la espectacularidad de estos monumentos que gozan de un gran estado de conservación gracias al empeño de las administraciones y de los propios vecinos, que sienten las fortalezas como algo suyo, y en la mayoría de los casos son su seña de identidad.
España "solo" cuenta con más de 10.000 monumentos de estas características. Un cifra que se multiplica y mucho en Europa. La palabra Castillo significa: Lugar fuerte, cercado de murallas, baluartes, fosos y otras fortificaciones. Existe todo un conjunto de edificaciones militares que guardan analogías con el castillo, como el alcázar, la torre, el torreón, la atalaya, el fuerte, el palacio fortificado, la ciudadela o la alcazaba, lo que el castillo encierra es un patio de armas, en torno del cual se sitúan una serie de dependencias y que dispone por lo menos de una torre habitable.
Desde el Neolítico (entre 8500 a. C. y 2500 a. C.), la población construyó castros y fortificaciones en colinas para defenderse. Si bien los primeros castillos datan del siglo IX -simples torres de madera-, su origen es más antiguo y tienen precedentes en la arquitectura militar de la Grecia clásica.
En la Alta Edad Media, se utilizaba como cerco defensivo una mera empalizada de madera, pero la evolución del armamento y de las técnicas militares hicieron inservible este procedimiento; más adelante, se confió en la solidez de las construcciones en piedra y en la altura de los muros que con este material podía alcanzarse.
Aunque los castillos feudales proliferaron durante la Edad Media, el castillo no solo cumplía funciones puramente castrenses, sino que servía también de residencia a los señores de la nobleza y a los propios reyes, llegando con el tiempo a ser un auténtico palacio fortificado.
A partir del siglo XVI, con el ocaso del feudalismo y la consolidación de las monarquías absolutistas, la nobleza propietaria de los castillos los fue abandonando a cambio de mansiones palaciegas en la corte. Por este motivo, y porque quedaron obsoletos en su función militar, los castillos perdieron todo interés y decayeron. Pero en la Edad moderna estos referentes se han convertido en señas de identidad de los municipios, y año tras año, crece en el número de visitantes.
Pues prendado por esta belleza la cadena americana CNN, uno de los medios de comunicación más prestigiosos del mundo, ha elaborado un ranking con los 21 castillos más bonitos del mundo, y uno de ellos, solo uno, es español.
"Lo que hace que un castillo sea un castillo es que combina las funciones de defensa y vivienda", explica el historiador Marc Morris, citado por la CNN. "Crear un edificio que sea cómodo y a la vez defendible es complicado. Las formas ingeniosas en que los arquitectos medievales lograron este equilibrio siempre resultan fascinantes".
Pues el único castillo español en esta lista es el Alcázar de Segovia, que comparte lista con construcciones emblemáticas de países tan distintos como Japón, India, Turquía o México. Entre ellos, el Castillo de Himeji (conocido como "la garza blanca"), el Castillo de Neuschwanstein en Alemania —famoso por haber inspirado el castillo de Disney—, o el Castillo de Chapultepec en Ciudad de México, el único castillo real del continente americano.
Alcázar de Segovia
El Alcázar de Segovia, símbolo de la ciudad, es un castillo medieval con vistas impresionantes, que fue residencia real, fortaleza y prisión, situado en un promontorio entre los ríos Eresma y Clamores. Le anteceden unos cuidados jardines con el monumento erigido a los héroes de la Guerra de la Independencia Daoiz y Velarde, obra del escultor segoviano Aniceto Marinas. A la izquierda la Casa de la Química, construida en la época de la Ilustración y centro de investigación de Louis Proust.
A ambos lados del castillo se ofrecen espléndidas vistas del Pinarillo (con el cementerio judío) y la Iglesia de la Vera Cruz y Zamarramala. Un profundo foso con puente levadizo abre paso a una fortaleza de ubicación privilegiada, posiblemente habitada desde la época celta. El castillo, convertido en Alcázar -residencia real- en el siglo XIII, adquirirá su fisonomía gótica en los tiempos de Juan II y Enrique IV. Su restauración ha sido continua tras un grave incendio ocurrido en 1862 y que a punto estuvo de destruirlo definitivamente. Sin embargo, en 1882, reinando Alfonso XII, se inició su reconstrucción, ya nunca abandonada por el Patronato del Alcázar, que ha ido restaurando artesonados, frisos, retablos y muros.
En la silueta del monumento destaca la torrecita de Alfonso X El Sabio, en el ángulo norte, desde la que este monarca estudiaba el firmamento, y la torre de Juan II, de 80 metros de altura, con bellos esgrafiados y doce torrecillas adornando su volumen. En sus estrechas y frías prisiones pasaron días penosos nobles caídos en desgracia como Don Álvaro de Luna y otros imaginarios como Don Torcuato de «El Delincuente Honrado» de Jovellanos.
A través de una empinada y extenuante escalera de caracol, el visitante puede acceder a la parte superior de la torre, desde donde se divisa una bellísima vista de la ciudad, así como los barrios de San Marcos y Zamarramala, y la cantera de la que se extrajo parte de la piedra empleada en la Catedral.
En el interior y alrededor del Patio de Armas -marco habitual de conciertos de música de cámara- y del Patio del Reloj se sitúan las estancias. A la izquierda están las salas dedicadas al Colegio de Artillería; a la derecha, el Palacio de los Reyes de Castilla, núcleo principal del edificio. Sobresalen por su belleza la Sala de Ajimeces; de la Galera, cuyo artesonado ha sido reconstruido recientemente; del Trono -con una llamativa techumbre mudéjar, procedente de Urones de Castroponce (Valladolid) y obra de Xadel Alcalde, autor de la que existía en la misma sala antes del incendio-; de la Chimenea; del Cordón; de las Piñas; la Cámara Regia; el Tocador de la Reina y la Capilla en la que se puede ver un retablo de la escuela castellana del primer cuarto del siglo XVI procedente de Viana de Cega (Valladolid) y otro dedicado a Santiago Apóstol, así como la Adoración de los Reyes, pintada en 1600 por Bartolomé Carduccio.
De todas ellas, destaca la Sala de Reyes con un extraordinario artesonado de hexágonos y rombos dorados y un original friso en el que 52 imágenes policromadas y sedentes representan a los Reyes y Reinas de Asturias, León y Castilla desde Don Pelayo hasta Juana la Loca.
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