Somos música

La música es el único arte que puede ser disfrutado sin necesidad de ser intelectualizado. Es el arte natural para un niño. Le conecta con las emociones primarias, a las que apela, y estimula su creatividad. Le abre las puertas al mundo tal y como lo percibimos, instintiva, emocional y racionalmente.

La música nos conecta con nuestro cuerpo, con nuestro oído, con nuestra voz. Nos invita a movernos, a coordinarnos con su ritmo. El viento, los árboles, los animales componen la banda sonora atonal de nuestra existencia. Nos permite conectar con la propia emoción, empatizar. Desde las culturas primitivas ha sido una forma de expresión y socialización.

La música es comunicación. Se puede leer y escribir. Puede emocionar e inspirar. Tiene una lógica-matemática. Hace siglos que se estudian los principios matemáticos del sonido. Los pitagóricos consideraban que toda la naturaleza consistía en armonía que brota de los números. La armonía fue considerada en la antigüedad como una rama de la física. Las leyes de armonía y ritmo son claves para nuestra comprensión del mundo. Algunos han llegado a afirmar que si la controvertida Teoría Física de Cuerdas es verdad, el Universo se asemejaría a una gran sinfonía. La música tiene también una dimensión espacial. Nota a nota, pincelada a pincelada es capaz de configurar un espacio sonoro con una personalidad y una profundidad propia.

La música abre una puerta en el niño hacia un universo creativo. Es una revelación mayor que la Filosofía. Muestra el camino del arte al artesano. El artista es capaz de generar obras únicas y bellas. El artesano crea muchas obras prácticamente iguales, en serie. Existen artistas en todas las disciplinas. Einstein, además de un gran violinista ¿fue o no un artista de la física?. Adquirir el gusto por la belleza en la música es la clave que nos permite trasladarla a cualquier otra disciplina.