Libros
Sin lectura
El pasado lunes supimos los datos de venta de libros en Cataluña. Sí, hay un avance, tímido, pero avance al fin y al cabo, lo que ya es mucho en los tiempos en los que vivimos que son poco dados a la lírica.
Lo que más me inquieta de lo hecho público por el Gremi d’Editors de Catalunya a manos de su presidente Patrici Tixis es lo relativo a las políticas de fomento de la lectura. Y digo políticas porque son las que deberían haber puesto en marcha tres administraciones: Gobierno, Generalitat y Ayuntamiento de Barcelona. Todo está parado. Las diferentes crisis, el hecho que los gobiernos sigan en funciones, hace que la cultura sea la víctima más fácil, la primera en recibir todo tipo de recortes. Hoy en día, no hay ningún programa de fomento de la lectura en funcionamiento. Todo está parado. Aquellas campañas que nos prometió, por ejemplo, la Generalitat no se han materializado.
Pero que no haya interés por incentivar la lectura, especialmente pensando en la creación de nuevos lectores, es algo que no me sorprende. Si tenemos en cuenta que llevamos décadas sin una ley de mecenazgo que podría enriquecer nuestro patrimonio artístico y literario, no puede parecernos una sorpresa que esta cosa de leer haya quedado en tercera regional. La cultura, al menos en nuestro país, solamente aparece para los gobiernos cuando se trata de la alfombra roja, de acaparar los flases de los fotógrafos y queremos parecer que estamos a la última visitando el «backstage» para posar con Rosalía. Y así nos va.
En un tiempo en el que se habla de pactar y dialogar para crear nuevos gobiernos, una de las primeras premisas debería ser un pacto de Estado por la lectura, fijarse como objetivo que las escuelas puedan disponer de buenas bibliotecas, que los más pequeños se aficionen a tener un libro entre las manos antes que quedar absorbidos por la tecnología del móvil. Los nuevos lectores serán los del mañana y cada vez nos serán más necesarios. Una sociedad que no lee es una sociedad perdida.
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